Estupor
Pido perd¨®n al lector por ocuparme tan tarde de este asunto, pero he preferido dejar correr el tiempo para ver si as¨ª desaparec¨ªa mi estupor y lograba por fin comprender por qu¨¦ la noticia m¨¢s importante ocurrida en Andaluc¨ªa en los ¨²ltimos doce meses ha sido la de que Manuel Chaves no pensaba adelantar las elecciones. Ni la cat¨¢strofe de Aznalc¨®llar mereci¨® m¨¢s atenci¨®n. No ha habido medio que no destacara con todo el br¨ªo que Chaves hab¨ªa optado por no llamar a las urnas el 13 de junio. Ha sido tanta la desmesura que, si alg¨²n d¨ªa, Chaves decide adelantar unas elecciones, a las emisoras de radio no les quedar¨¢ m¨¢s remedio que hacer acompa?ar la noticia por m¨²sica de fanfarrias y los peri¨®dicos tendr¨¢n que hacer desplegables sus primeras p¨¢ginas para que pueda caber la tipograf¨ªa adecuada a la ocasi¨®n. Si alg¨²n d¨ªa Chaves decide adelantar las elecciones, el departamento de Protocolo de la Junta necesitar¨¢ inventar una ceremonia m¨¢s espectacular a¨²n que la usada hace once d¨ªas para anunciar lo contrario. Quiz¨¢ haya que echar mano de los guionistas que escriben la gala de los Oscar. Por lo que he le¨ªdo y escuchado, s¨®lo los mu?ecos del gui?ol de Canal Plus parecen compartir mi estupor. Tratando de buscar una causa, no se me ha ocurrido otra que la de que la elecci¨®n de la fecha de unas elecciones es una de las pocas decisiones pol¨ªticas que los gobernantes de este pa¨ªs -presidentes de Gobierno y presidentes de autonom¨ªas de primera divisi¨®n- parecen dispuestos a asumir como tal. Quiz¨¢ huyendo de las consecuencias pol¨ªticas, los gobernantes tienen tendencia a hacer creer que todos sus actos est¨¢n reglados, y que son escasas las decisiones que les incumben exclusivamente. As¨ª, la petici¨®n de extradici¨®n de Pinochet depender¨ªa del criterio de los jueces; los bombardeos de Belgrado, de una OTAN que actuar¨ªa con completa autonom¨ªa, o la aprobaci¨®n de un Plan General de Ordenaci¨®n Urbana, de los t¨¦cnicos de la correspondiente Consejer¨ªa. Es cierto que la cesi¨®n de soberan¨ªa a organizaciones supranacionales, de un lado, y las normas del Estado de Derecho, de otro, deja un estrecho camino para la discrecionalidad de los gobernantes. Pero no tanto como para que su ¨²nica decisi¨®n pol¨ªtica sea, pr¨¢cticamente, la elecci¨®n de la fecha de una convocatoria de elecciones. Si fuera as¨ª, los gobiernos tal y como hoy los conocemos -tan llenos de cargos de libre designaci¨®n- carecer¨ªan de sentido: el poder estar¨ªa en manos de los t¨¦cnicos y del Parlamento. Pero, incluso de gobiernos tan menguados seguir¨ªa dependiendo el padrinazgo de las iniciativas legislativas. Est¨¢ bien que Chaves no haya decidido adelantar las elecciones. Dif¨ªcilmente se podr¨ªa explicar que ahora -cuando no hay pinza a la que culpar- dejara tantas tareas previstas y sin hacer: modernizaci¨®n de los regad¨ªos, arreglo de la A-92, finalizaci¨®n de la red de atenci¨®n primaria, pacto local, as¨ª como una larga relaci¨®n de leyes anunciadas al comienzo de la legislatura, como la de mayores, turismo, carreteras, pesca, la de cajas de ahorro y la del suelo, que es m¨¢s necesaria que nunca ante la probabilidad de que el desaf¨ªo urban¨ªstico de GIL se extienda a nuevos ayuntamientos.
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