"La emigraci¨®n de hoy no es s¨®lo econ¨®mica, sino pol¨ªtica y ¨¦tnica"
,Remei Sipi Mayo (Malabo, Guinea Ecuatorial, 1952) reside en Catalu?a desde 1968. Pregunta. ?Cu¨¢l fue su impresi¨®n de esta sociedad en su primer contacto? Respuesta. Vine en pleno franquismo, de una sociedad que tambi¨¦n viv¨ªa el franquismo. Por ello no tuve choque cultural. Yo soy de la minor¨ªa bubi, que no pod¨ªa hablar su idioma con normalidad, por lo que simpatic¨¦ con la sociedad catalana. En los setenta particip¨¦ en muchas manifestaciones. Quiz¨¢ todo eso y mi juventud me impidieron ver que era diferente. S¨®lo m¨¢s tarde vi que era mujer y negra. P. ?El sexo y la raza son, pues, equiparables? R. Son cuestiones determinantes. En igualdad de condiciones, la mujer se encuentra en desventaja, si bien la mujer catalana, frente a la mujer espa?ola, lo est¨¢ menos. Pero, en general, a una mujer con formaci¨®n acad¨¦mica que no tiene documentaci¨®n espa?ola y que aterriza en Barcelona se la pueden comer. Sistem¨¢ticamente se la sit¨²a en el servicio dom¨¦stico y en trabajos marginales. P. En una sociedad colonial como la que usted conoci¨®, ?se detectan las diversas nacionalidades de la metr¨®poli? R. En Malabo jam¨¢s las detectamos. Los espa?oles manten¨ªan una solidaridad de clase. Junto con los espa?oles, eran los europeos los que mandaban. P. ?C¨®mo dibujar¨ªa la sociedad catalana? R. Es una sociedad m¨¢s europea que la espa?ola. La diversidad antes se ve¨ªa en La Rambla, y ahora se ve en los barrios. Es una sociedad abierta, que se mueve socialmente, rica, cosmopolita. Sus escuelas ya no est¨¢n al margen de las minor¨ªas ¨¦tnicas. Es una sociedad que tiende al arco iris. P. ?Detecta el peligro de que esa descripci¨®n empiece a sonar a discurso institucional, a lugar com¨²n? R. No practico un discurso institucional. S¨¦ que esta es una sociedad multi¨¦tnica, que no es lo mismo que una sociedad tolerante. No sabemos si Barcelona tolerar¨¢ todo esto. Los estudios al respecto son muy recientes. Han de cambiar muchas cosas. Por ejemplo, los medios de comunicaci¨®n, que no han aprendido a emitir mensajes positivos sobre la emigraci¨®n. Si hablan de un delito, acostumbran a intensificar el origen minoritario del posible delincuente. P. ?Ve esta sociedad preparada para una oleada de emigraci¨®n externa? R. La oleada de los cincuenta y sesenta fue interna, y dentro de una dictadura. Los andaluces llegaron, trabajaron, sus hijos tuvieron oportunidad de estudiar y ahora no son un subgrupo que se plantee el retorno. El fen¨®meno ahora es otro. La gente llega por m¨¢s motivos que los econ¨®micos, por problemas pol¨ªticos, por dictaduras feroces, por problemas ¨¦tnicos, por atropellos en los derechos humanos. Son proyectos migratorios pactados. La familia pacta qui¨¦n emigra, y lo hace el joven, el intelectual y el que tiene salud. Tienen en mente el retorno. Algunos llevamos mucho tiempo aqu¨ª, pero a¨²n estamos en el saco de las minor¨ªas. Nos asociamos para hacer frente a reivindicaciones. Para reivindicar, por ejemplo, que nuestros hijos puedan disfrutar de una situaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica viable para los pa¨ªses del sur. Por otra parte, el exilio africano es particularmente duro. Por el clima, por las relaciones personales (aqu¨ª son muy desnaturalizadas). En Espa?a a¨²n no hay guetos. Hay casos muy aislados, que merecen estudios e informaci¨®n. En muchos casos, el emigrante y el aut¨®ctono no se conocen lo suficiente. El negro que vive en Pedralbes no recibe ese trato. La pobreza, adem¨¢s, no es un fen¨®meno exclusivo de la emigraci¨®n. La pobreza es una mancha de aceite. Cada vez hay m¨¢s blancos que entran en la pobreza. P. ?Qu¨¦ le parece la feria? R. Est¨¢ bien. No la puedo comparar con las fiestas que hacemos los emigrantes. Tener referentes de tu origen te da fortaleza para vivir. Los andaluces tienen este espacio, el apoyo institucional y el potencial econ¨®mico para hacer la feria. A m¨ª me encantar¨ªa que nosotros tuvi¨¦ramos esas condiciones.
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