Fascismo y franquismo CARME MOLINERO / PERE YS?S
La conmemoraci¨®n del 60? aniversario del final de la guerra civil espa?ola est¨¢ propiciando un conjunto de actividades que han permitido trasladar m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito acad¨¦mico el debate sobre las relaciones entre fascismo y franquismo. Recientemente Joan Anton Mell¨®n, en el Quadern y en su contribuci¨®n al libro cat¨¢logo de la exposici¨®n 1939. Barcelona any zero, afirmaba que el r¨¦gimen franquista no puede considerarse "desde una perspectiva conceptual cient¨ªfica" un r¨¦gimen fascista, y lo defin¨ªa en cambio como una "cl¨¢sica dictadura militar", que carec¨ªa de proyecto pol¨ªtico. Tales afirmaciones ignoran, o quieren ignorar, que en la historiograf¨ªa contempor¨¢nea el debate sobre la caracterizaci¨®n del franquismo sigue abierto, y que existe una l¨ªnea interpretativa, reforzada en los ¨²ltimos a?os con notables investigaciones de historia comparada, que sostiene que la dictadura franquista se configur¨® originariamente como un r¨¦gimen fascista. Conviene apuntar que no estamos ante un est¨¦ril debate nominalista ni se discute, por ejemplo, la mayor o menor violencia represiva del franquismo en comparaci¨®n con otros reg¨ªmenes dictatoriales. La caracterizaci¨®n de la dictadura encabezada por Franco, y su ubicaci¨®n en el marco de las dictaduras del siglo XX, es fundamental en el an¨¢lisis de la trayectoria de la sociedad espa?ola: se trata de dilucidar si estamos ante una m¨¢s de las m¨²ltiples diferencias espa?olas propagadas por una historiograf¨ªa y una publicidad hoy severamente cuestionadas, o estamos ante un r¨¦gimen pol¨ªtico fruto de unos proyectos y de una coyuntura que forman parte de los fen¨®menos socio-pol¨ªticos y culturales de la Europa de entreguerras. Naturalmente, la consideraci¨®n del franquismo como fascismo es imposible partiendo de un te¨®rico modelo fascista, que a la postre no sirve ni para la Italia de Mussolini ni para la Alemania nazi; tampoco lo es si se acepta acr¨ªticamente la imagen que de s¨ª mismas propagaron las dictaduras italiana y alemana, es decir, si se considera m¨¢s lo que dec¨ªan ser que lo que realmente eran, o si se presta especial atenci¨®n a determinados aspectos muy epid¨¦rmicos, por ejemplo algunos rituales. Por el contrario, el franquismo, con todas sus singularidades, puede ser considerado una dictadura fascista en funci¨®n de qu¨¦ consideremos que define estos reg¨ªmenes, aunque no debe ocultarse que ¨¦sta es tambi¨¦n una discusi¨®n que sigue abierta en la actualidad. Para un amplio sector de la historiograf¨ªa, el concepto de fascismo es aplicable a unos reg¨ªmenes basados en el nacionalismo extremo, en la voluntad imperialista, en los mitos de la comunidad nacional arm¨®nica y del l¨ªder mesi¨¢nico, en el antiliberalismo y en el antisocialismo radicales, y en un anticapitalismo meramente ret¨®rico; unos reg¨ªmenes que propugnaron, aunque raramente lo alcanzaron plenamente, un nuevo orden totalitario; unos reg¨ªmenes que se instalaron en sociedades atravesadas por profundas crisis pol¨ªticas y socio-econ¨®micas, inmersas en intensas movilizaciones pol¨ªticas y sociales, y con unas clases burguesas que rechazaban las consecuencias de los procesos de democratizaci¨®n. La sociedad espa?ola vivi¨® en la primera mitad de los a?os treinta una intensa experiencia democratizadora que se convirti¨® en intolerable para las clases propietarias y para franjas amplias de clases medias, que vieron peligrar el orden social, la "unidad de la patria" y el papel de la Iglesia Cat¨®lica. En un escenario sociopol¨ªtico conflictivo, consecuencia del propio proceso democratizador y de las resistencias que encontraba, y de una coyuntura de crisis econ¨®mica internacional, fueron extendi¨¦ndose en la sociedad espa?ola las propuestas para derrocar la Rep¨²blica democr¨¢tica y sustituirla por un nuevo orden antiliberal y antisocialista, un orden que ten¨ªa unos modelos exitosos en Italia y en Alemania. Este nuevo orden es el que quiso imponer el nuevo Estado espa?ol, configurado a lo largo de la guerra civil. La primera ley fundamental del nuevo r¨¦gimen, el Fuero del Trabajo (1938), lo defini¨® como nacionalsindicalista, nacional "en cuanto es instrumento totalitario al servicio de la integridad de la patria", y sindicalista "en cuanto representa una reacci¨®n contra el capitalismo liberal y el materialismo marxista",
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