Los grabados de Ricardo Baroja muestran su b¨²squeda del color en el blanco y negro
90 obras del artista se exponen en la Real Academia de San Fernando de Madrid
Ricardo Baroja (1871-1953) perteneci¨® a una generaci¨®n de grabadores, o aguafortistas, que defendieron su esencia de pintores. Baroja afirmaba en 1944: "Ahora ha salido por ah¨ª gente que quiere hacer grabados sin saber pintar. No tienen idea del color, y una de las condiciones esenciales del grabado es la de producir con el blanco y negro la sensaci¨®n del color". Noventa piezas del artista, que busc¨® en Goya, Durero y Rembrandt a sus maestros, se exponen ahora en la Real Academia de San Fernando de Madrid. Una serie de planchas, dibujos y estampas que demuestran otra idea del hermano de Don P¨ªo: "Quieran o no, el grabado es un arte fundamentalmente literario".
La exposici¨®n Ricardo Baroja, 1871-1953. El arte de grabar, que se inaugur¨® ayer en Madrid, permanecer¨¢ en la sala de la Calcograf¨ªa Nacional de la Real Academia de San Fernando (Alcal¨¢, 13) hasta finales de mayo. Cuenta, entre otros, con fondos de la Biblioteca Nacional, a la que el grabador don¨® una parte importante de su obra; del C¨ªrculo de Bellas Artes, que posee tres n¨²meros de la revista Estampa, que incluyen aguafuertes de Baroja, y del Museo de Bellas Artes de C¨®rdoba, que posee las pruebas que Baroja regal¨® a Julio Romero de Torres. En total se incluyen dibujos preparatorios, planchas, estampas, revistas con aguafuertes, libros y documentos, de los que un 70% son in¨¦ditos.Javier Blas Benito, comisario de la exposici¨®n, asegur¨® ayer que el estilo de Baroja es heredero del de Goya "en la violencia de sus formas y en los trazos en¨¦rgicos". Pero Baroja -"el mejor grabador de aguafuerte de la generaci¨®n m¨¢s importante de aguafortistas de la historia del grabado espa?ol"- se distancia del pintor de Fuentevaqueros al enclavar su tem¨¢tica en el movimiento rom¨¢ntico y en el de las vanguardias de principios de siglo. Baroja vivi¨® los ¨²ltimos 17 a?os de su vida pr¨¢cticamente encerrado en el caser¨®n de Itzea, en Vera de Bidasoa, donde, seg¨²n relata Javier Blas Benito en el cat¨¢logo de la exposici¨®n, todav¨ªa permanece "una s¨¦ptima edici¨®n de los Caprichos con las estampas gastadas por el tacto y la mirada y con manchas de la ceniza de una pipa".
Libros ilustrados
Julio Caro Baroja explica en sus memorias c¨®mo el contacto desde ni?o de su t¨ªo con novelas y revistas ilustradas fue su caldo de cultivo como ilustrador: "Para mi t¨ªo, La isla misteriosa ten¨ªa m¨¢s significaci¨®n est¨¦tica como obra ilustrada por F¨¦rat, un artista poco conocido, que por su texto famos¨ªsimo. Tonos sombr¨ªos, oscuros, figuras y vidas sombr¨ªas tambi¨¦n. He aqu¨ª el primer ingrediente en las concepciones pl¨¢sticas de Ricardo Baroja".
Aguafuertes nocturnos de Madrid, los crep¨²sculos solitarios de Rosales, el cuartel de la Monta?a o el Jard¨ªn Bot¨¢nico, junto a las im¨¢genes de un viaje a Soria, acompa?ado por su hermano P¨ªo (del que ilustr¨® varias novelas; entre ellas, La busca), Ricardo Baroja retrat¨® en planchas de cobre sus paseos por la ciudad y el campo.
El artista escribi¨® en 1910 a Luis Bello, director de la revista Europa, en la que publicaba grabados, el art¨ªculo "C¨®mo se graba un aguafuerte", que se convirti¨® en un texto fundamental para entender su proceso creativo. "... Yo, amigo Bello, a veces, las m¨¢s, me pongo a rayar una plancha de cobre, sin previo boceto, quiz¨¢ sin la menor sospecha de lo que voy a hacer. Empiezo t¨ªmido, cohibido, ante la enorme superficie del metal, limpia y brillante. La punta de acero tiembla en mi mano, un poco entorpecida ya por una enfermedad. Los rasgos son mezquinos, inexpresivos, sin trabajo durante un rato. Me voy aburriendo lentamente y la desesperaci¨®n art¨ªstica (muy distinta de la verdadera desesperaci¨®n) me ha invadido. Ceso de trabajar y pienso irremisiblemente: he aqu¨ª echada a perder otra magn¨ªfica plancha de cobre". Baroja contin¨²a en el mismo art¨ªculo, escrito en el momento m¨¢s f¨¦rtil de una carrera dedicada a "este maravilloso, aristocr¨¢tico, perfecto y divino procedimiento de grabado": "La plancha de grabado est¨¢ mordida, amigo Bello. La he lavado con agua fr¨ªa, luego con esencia de trementina, despu¨¦s con alcohol. La plancha est¨¢ limpia, brillante, dorada. Ahora no queda m¨¢s que estamparla. Pero hablar de la obra hecha ?para qu¨¦? La obra propia concluida siempre es mala, s¨®lo sirve para ser regalada, vendida, publicada o borrada. Mejor es pensar en hacer otra cosa. Porque toda obra hecha es despreciable; porque todo lo que uno es capaz de hacer es despreciable".
Babelia
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