Viento sobre el oasis JOSEP RAMONEDA
La tierra tiembla en el oasis catal¨¢n. La mina abierta en Hacienda a ra¨ªz del caso Aguiar-Huguet tiene profundas ramificaciones. A medida que la informaci¨®n vaya creciendo (y crecer¨¢) se conocer¨¢n modos y conductas no precisamente ejemplares en sectores significativos de la sociedad catalana. La revelaci¨®n de que el diputado convergente Jaume Camps recibi¨® dos talones de Javier de la Rosa en una cuenta suiza viene a reforzar la sospecha de que alguna grieta se est¨¢ abriendo en el mar catal¨¢n de la tranquilidad. El caso Camps confirma lo perjudicial que ha sido para este pa¨ªs la presencia en posici¨®n dominante, con generosa tolerancia por parte del poder convergente, de Javier de la Rosa, que ha demostrado capacidad para contaminar todo lo que tocaba. Josep Piqu¨¦ y Camps son los ¨²ltimos que han salido fotografiados en los territorios oscuros del se?or De la Rosa. Jaume Camps, por su estilo y por su car¨¢cter, es un ejemplo can¨®nico de la convivencia transversal en el espacio pol¨ªtico catal¨¢n. Malos vientos soplan sobre el oasis. El primer caso puede afectar pol¨ªticamente a Jos¨¦ Borrell, que era superior jer¨¢rquico de los ex responsables de Hacienda acusados, pero socialmente puede tener amplia repercusi¨®n en el mundo econ¨®mico catal¨¢n. El segundo caso aumenta la leyenda de los largos brazos del pulpo De la Rosa y toca al ¨¢mbito superprotegido del ¨¢rea de cercan¨ªas del Gobierno catal¨¢n. Probablemente, alguna prensa de Madrid se precipita anunciando el fin de la excepci¨®n catalana. Hay todav¨ªa mucho parapeto protegiendo los territorios de confusi¨®n entre el poder y los dineros. Pero algo se mueve. Los pol¨ªticos, a la que oyen un ruido miran el retrovisor. La interpretaci¨®n autom¨¢tica de las sacudidas que sufre el oasis catal¨¢n apunta a la proximidad de las elecciones auton¨®micas. En oto?o hay unas elecciones que por primera vez son competitivas. Ha empezado la guerra. Demasiado f¨¢cil. Los expertos electorales coinciden en que la corrupci¨®n por s¨ª sola tiene una importancia menor en el comportamiento de los votantes. El escepticismo de la ciudadan¨ªa hace que desconf¨ªe tanto del que est¨¢ gobernando como del que vendr¨¢, de modo que s¨®lo excepcionalmente la corrupci¨®n es un factor decisivo de cambio. De la larga serie de corrupciones que apareci¨® en los ¨²ltimos a?os de gobierno socialista s¨®lo una, seg¨²n coinciden algunas encuestas, tuvo efecto directo y significativo en el electorado: el caso Rold¨¢n. Las dem¨¢s si tuvieron eficacia fue por acumulaci¨®n. No es la corrupci¨®n la que hace caer a los gobiernos, sino que la corrupci¨®n aparece cuando los gobiernos ya son d¨¦biles, ya est¨¢n tocados en su autoridad. Por tanto, s¨®lo ayuda a darles el empuj¨®n definitivo. Si la debilidad acumulada por Borrell, que, desde las elecciones primarias hasta ahora, ha perdido casi 12 puntos en las encuestas respeto al PP, le hace m¨¢s vulnerable, que cunda la idea de que el oasis catal¨¢n puede empezar a dejar escapar los secretos de su subsuelo tiene mucho que ver con la erosi¨®n de la autoridad de Pujol, que, evidentemente, ya no es la que era. Y si Pujol repite no es osado augurarle un ¨²ltimo mandato basura, al estilo de lo que fue para Felipe Gonz¨¢lez el periodo 1993-1996. Cuando corre el rumor de que el santo en el altar ya no est¨¢ para hacer milagros, aparecen todos los agravios y todos los rencores, que, con la especie humana de por medio, son herramienta ineludible para abrir las puertas de las habitaciones secretas. Desde siempre los rumores han rodeado el entorno de Pujol. Estos d¨ªas, en alguna prensa de Madrid han reaparecido las insinuaciones. Pujol ha tenido la prudencia de no utilizar la corrupci¨®n contra sus adversarios y la habilidad de dar r¨¢pidamente una cabeza cuando ha habido acusaciones fundadas, independientemente de la gravedad de los hechos (recuerden, por ejemplo, Cullell, Roma y Planasdemunt, por citar casos de importancia muy diversa). En el territorio de lo inexplicado quedan las relaciones del Gobierno catal¨¢n y de Converg¨¨ncia con los casos De la Rosa y Pascual Estivill destinados a ser una fuente inagotable de sorpresas. La sensaci¨®n de final de periodo que preside la vida pol¨ªtica catalana, independientemente de que Pujol prolongue su mandato un periodo m¨¢s, es un ambiente propicio para que la leyenda de la paz catalana pase la prueba de la verdad. ?Es leg¨ªtimo el juego de la sospecha en democracia? Dicen algunos: el dinero es el dinero y en la sociedad liberal a nadie se le puede reprochar ganarlo y hacer con ¨¦l lo que quiera. Y a?aden que la desconfianza de la ciudadan¨ªa respecto al dinero es un prejuicio cristiano y precapitalista. Naturalmente, la sospecha por la sospecha es inaceptable, y en este pa¨ªs se ha tenido muy poco escr¨²pulo con el derecho b¨¢sico a la presunci¨®n de inocencia, aunque algunos a veces lo utilicen para negar el derecho a informar. Informar no es acusar. Pero la desconfianza respecto al poderoso me parece una actitud perfectamente democr¨¢tica. La esencia de la cultura democr¨¢tica es proteger a la sociedad del abuso de poder. El poder tiende al exceso por definici¨®n: siempre quiere m¨¢s. Y esto vale tanto para el poder econ¨®mico como para el poder pol¨ªtico. La transformaci¨®n del poder econ¨®mico en pol¨ªtico y del pol¨ªtico en econ¨®mico es el territorio propio de la corrupci¨®n. Una actitud de vigilancia respecto de quienes tienen estos poderes no s¨®lo es leg¨ªtima, sino que forma parte de la cultura democr¨¢tica. Lo que no es democr¨¢tico es el abuso de poder, la cultura del compadreo, las complicidades de casta dirigente y el ejercicio clientelar del gobierno. ?C¨®mo responder¨¢ el oasis catal¨¢n a las tempestades?
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