El gancho es la chica
Ya hay listas electorales para elegir alcaldes, concejales y eurodiputados. Y salta a la vista, tras la primera ojeada a esa sucesi¨®n de nombres, que incluso en la ciudad de Barcelona, lugar en el que como es notorio las cosas verdaderamente importantes las deciden un pu?ado de se?ores sabios, todos los partidos contendientes han puesto a su chica favorita en un lugar relevante. O sea, que se lleva, est¨¢ de moda, y por tanto es obligado ofrecer un rostro femenino como reclamo para conseguir votos. Los pol¨ªticos descubren, por fin, lo que la publicidad invent¨® hace d¨¦cadas. Esas chicas (Oranich, Carrera, Mayol, Rahola), da toda la impresi¨®n de que est¨¢n ah¨ª no s¨®lo porque no hab¨ªa otro remedio, sino porque acaso les adjudiquen la misi¨®n imposible de llegar adonde la gran sabidur¨ªa masculina no llega. Y es que, hasta en esta Barcelona donde los hombres hacen la ley y las mujeres la cumplen acaba de descubrirse que las mujeres no s¨®lo pagan impuestos, sino que votan. Adem¨¢s, se ha consolidado la idea de que sin la intendencia femenina en educaci¨®n, servicios sociales y la cada vez m¨¢s acuciante necesidad de ayuda humanitaria tampoco se consiguen votos masculinos. No voy a quejarme por eso, pero s¨ª me interesa se?alar que el asunto no resulta irrelevante. Esta ser¨¢ la primera elecci¨®n a alcalde (hombre, of course) de una Barcelona que se pretende modern¨ªsima en la que la verdadera batalla estar¨¢ entre las mujeres contendientes en segundo o primer lugar de las listas. Lo cual significa, tambi¨¦n, que la vanguardia pol¨ªtica masculina barcelonesa no habr¨ªa reparado en sus mujeres si no hubiera ocurrido lo mismo, desde hace tiempo, en otras partes y ellos mismos no hubieran tenido acuciante necesidad de esta ayuda femenina para no hacer el rid¨ªculo. O sea, que el machismo carca de nuestros sabios locales es mucho m¨¢s duro de pelar que el de otros sitios con menos pretensiones. Es casi seguro que, pese a que ninguna de estas mujeres ser¨¢ alcaldesa de Barcelona, resultar¨¢ mucho m¨¢s interesante seguirlas a ellas que a ellos, entre otras razones porque lo que ellos puedan decirnos nos lo sabemos de memoria: sostenibilidad, transversalidad, conocimiento, globalidad, grandeur en fin, son lugares comunes amados por nuestros hombrecitos candidatos porque todos esos t¨®picos apenas significan otra cosa que un masaje de autosatisfacci¨®n al ego, siempre maltrecho, del candidato. De los candidatos no cabe esperar m¨¢s que unas buenas dosis de incienso a la ciudadan¨ªa y lucubraciones propagand¨ªsticas sobre lo guapos que nos van a poner. Las campa?as electorales que conocemos, que han hecho siempre hombres, han consistido por lo general en decirnos lo mucho que nos merecemos para convencernos acto seguido de que s¨®lo ellos son capaces de d¨¢rnoslo: ese grandioso proyecto. Ah. ?Y qu¨¦ cabe esperar de estas aguerridas se?oras aspirantes a colocarse a la sombra del nuevo alcalde? De entrada, han de reconocer, con buen humor, inteligencia y realismo, que han sido convocadas para hacer de florero, y que en ese aspecto cumplir¨¢n con creces su excelsa misi¨®n. Todo lo cual no ha de impedir que detr¨¢s del florero aparezca el ser humano capaz de sintonizar con todos los floreros que los ciudadanos y ciudadanas llevamos puestos. Y me explico: el candidato / hombre tiene irrefrenable tendencia a hablarnos desde el pedestal; en cambio, cabe suponer que el di¨¢logo de florero a florero, es decir de candidata / mujer / florero a ciudadano / comparsa / florero, puede ser mucho m¨¢s fluido, interesante y concreto. No s¨¦ si es una ingenuidad esperar tanto de estas chicas. Pero, de entrada, su presencia va a obligarles a ellos, los candidatos, a bajar del tradicional burro en el que se sienta el hombre providencial. Toda una oportunidad.
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