Los refugiados se resisten a volver a Kosovo si no es "detr¨¢s de los tanques de la OTAN"
ENVIADA ESPECIALLas noticias no suelen llegar a los campamentos de Macedonia. En ellos, m¨¢s de 100.000 deportados viven aislados del resto del mundo a pesar de que ¨¦ste lleva meses girando a su alrededor en la b¨²squeda de un plan de paz que ponga fin a su destierro y a la guerra en Yugoslavia. Sin embargo, cuando los refugiados supieron que los ministros de Exteriores del G-8 (los siete pa¨ªses m¨¢s industrializados del mundo y Rusia) hab¨ªan alcanzado un acuerdo en Bonn que podr¨ªa devolverlos pronto a sus hogares se sorprendieron primero y se asustaron despu¨¦s.
No retornar¨¢n a Kosovo si antes no entran en la regi¨®n serbia las prometidas tropas de la OTAN. Cualquier otro plan de paz que no contemple este punto lo consideran "una traici¨®n" y les aterra. "?Que hay un acuerdo de paz?", preguntaba con el m¨¢s absoluto desconocimiento Luljeta Aslam, quien abandon¨® su pueblo arrasado por los serbios hace meses y el ¨²nico plan de paz que recuerda es el de Rambouillet. "Aqu¨ª no nos enteramos de nada. S¨®lo supimos cuando nos echaban de nuestras casas y s¨®lo sabremos algo cuando ya no nos quieran aqu¨ª", dice.El desconocimiento y la desinformaci¨®n reinan entre quienes llevan m¨¢s de un mes de encierro tras las alambradas. Aunque los reci¨¦n llegados sufren del mismo mal. En el mejor de los casos han alcanzado Macedonia en tan s¨®lo unas horas en tren; otros cruzan exhaustos las fronteras tras d¨ªas de vagar por las monta?as. Pero lo que iguala a todos los refugiados es el desconocimiento. S¨®lo saben que la ¨²ltima mala noticia que tuvieron era que a¨²n no hab¨ªan ca¨ªdo las bombas suficientes sobre Belgrado como para sentenciar a muerte al culpable de su exilio: el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic.
"No sabemos nada", aseguraba ayer un hombre que era profesor de Literatura en Pristina y que dijo poder leer espa?ol. Ante tal afirmaci¨®n le fue entregado el texto del comunicado del Grupo de los Ocho publicado por EL PA?S, en el que se desglosan los principios generales para una soluci¨®n pol¨ªtica de la crisis de Kosovo. Entre ellos, el m¨¢s significativo y novedoso, el despliegue en la regi¨®n serbia de una presencia internacional civil respaldada por la ONU. Tras leerlo lo tir¨® con rabia al suelo embarrado. "No me gusta", afirm¨® seco y tajante. "Es una traici¨®n", y sigui¨®: "Nadie puede asegurarnos que acabar¨¢ la violencia y se retirar¨¢n las fuerzas serbias si no hay armas que respalden tal afirmaci¨®n". "Una fuerza internacional civil no va a limpiar de minas mi pueblo ni va a defenderme de los hombres de Arkan".
Cuando se le asegur¨® que el acuerdo de Bonn garantiza que los temidos paramilitares de Zeljko Raznatovic ser¨¢n retirados de la regi¨®n, se sonri¨® y se mostr¨® del todo esc¨¦ptico. "Tal cosa s¨®lo puede garantizarla la OTAN y yo no veo que su nombre aparezca en ese texto", inquiri¨®. "Nosotros no necesitamos un acuerdo pol¨ªtico. Estamos pidiendo a gritos una intervenci¨®n militar", finaliz¨®.
Este profesor de Literatura expandi¨® ayer por el campo de Stankovic I, a modo de portavoz del G-8, el acuerdo de paz pactado por la OTAN y Rusia el jueves en Bonn. A su alrededor se gener¨® un revuelo inmenso. Sucede muy a menudo en los campos. Tantas veces como periodistas pronuncian las palabras "paz" y "OTAN". Y son muchas. Pero ayer no se mostraron tranquilos al o¨ªrlas separadas. M¨¢s bien al contrario. Titubearon que ten¨ªan miedo. Que sentir¨ªan p¨¢nico si se les obligaba a "volver sin ser acompa?ados por los soldados de la OTAN".
"Aunque me regalasen todo Kosovo, jam¨¢s volver¨ªa si no es detr¨¢s de los tanques de la OTAN", asegur¨® un minero junto a su mujer que negaba con la cabeza de manera insistente. "No pueden traicionarnos as¨ª. Clinton prometi¨® que liberar¨ªa Kosovo, ?por qu¨¦ no entra de una vez?", se pregunt¨® impaciente. Pero su indignaci¨®n crec¨ªa a¨²n m¨¢s. La sola menci¨®n de que en el acuerdo se impone la desmilitarizaci¨®n del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo (ELK) le hizo perder del todo la compostura. "No s¨®lo van a volver a masacrarnos, sino que adem¨¢s nuestra gente no van a poder defendernos", se cuestion¨®. "Si ¨¦se es el acuerdo prefiero seguir siendo un refugiado", puntualiz¨®. Y no fue el ¨²nico.
Tan s¨®lo las organizaciones de ayuda humanitaria parecieron sentir alivio al saber que podr¨ªa haber una salida pol¨ªtica. "S¨®lo queremos que puedan volver a casa con garant¨ªas", afirm¨® Jan Sigismund, miembro de ACNUR. "Nuestra misi¨®n es lograr el retorno libre y voluntario de los refugiados sin cuestionarnos qui¨¦n lo hace, incluso nos sentiremos m¨¢s satisfechos si es bajo la supervisi¨®n de la ONU", asegur¨® este dan¨¦s que hac¨ªa guardia desde primera hora en el puesto de Blace. Una frontera que ayer s¨®lo cruzaron varias veces y con desgana dos perros.
Aunque hubo otra excepci¨®n. Tres familias ingresaron en Macedonia a media tarde. Formaban parte del concepto "fronteras t¨¦cnicamente y abiertas" esgrimido por el Gobierno macedonio en los ¨²ltimos d¨ªas ante la acusaci¨®n de que su pa¨ªs ha cerrado sus puertas a cal y canto. "Ten¨ªan visados", se defendi¨® un polic¨ªa macedonio con cara de pocos amigos.
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