Los restos del ¨¦xodo en Prizren
Muchos albaneses soportan a¨²n el miedo en esta ciudad de Kosovo, de la que la pasada semana salieron 30.000 personas.
Es jueves. Una mujer de etnia albanesa tira con tanta fuerza del brazo de su hijo para alejarlo cuando un extra?o le da los buenos d¨ªas que casi es posible o¨ªr c¨®mo revientan los tendones. Dos ancianos albaneses conversan tranquilamente en una esquina, pero salen disparados en direcciones opuestas cuando un desconocido se les acerca con intenci¨®n de hablar. Un albanokosovar de mediana edad que camina con su bicicleta en la mano por una de las antiguas calles adoquinadas de Prizren. Pero, al preguntarle c¨®mo es su vida, mueve los ojos con agitaci¨®n y se aleja empujando la bici.Esta encantadora ciudad medieval de la zona suroccidental de Kosovo, que tiene una iglesia del siglo XV situada en una colina justo por encima de una mezquita del siglo XIV, rebosa miedo y tensi¨®n. Aunque algunos serbios se paran a hablar brevemente, la angustia de la gente en la calle s¨®lo es comparable al nerviosismo de los numerosos soldados y polic¨ªas militarizados que llenan la ciudad y que detienen al periodista para comprobar sus papeles pr¨¢cticamente cada vez que atisban un cuaderno o una c¨¢mara. Se ve a muchos m¨¢s soldados y polic¨ªas aqu¨ª que en Pristina, la capital de Kosovo, o en Pec, y tambi¨¦n recorren las calles varios hombres vestidos de civiles pero armados con rifles.
Existen muchos motivos para que todo el mundo est¨¦ nervioso. Seg¨²n funcionarios de Naciones Unidas, la pasada semana, mientras la OTAN intensificaba sus ataques a¨¦reos sobre la zona, alrededor de 30.000 albaneses de Prizren se vieron expulsados y forzados a una huida masiva, en medio del p¨¢nico, durante los d¨ªas posteriores a la explosi¨®n de una bomba aliada en un barrio de viviendas pobres. Los medios de comunicaci¨®n serbios informaron que hab¨ªa, al menos, cinco civiles muertos y 23 heridos.
El ¨¦xodo de los albanokosovares provoc¨® nuevas acusaciones de los funcionarios de la OTAN y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) de una limpieza ¨¦tnica organizada. Un portavoz de ACNUR, Ray Wilkinson, dijo en Albania el jueves: "Tengo la impresi¨®n de que se trata de la limpieza definitiva de Prizren".
De hecho, pese a que en la ciudad resuenan los ecos, no est¨¢ vac¨ªa, y muchos albaneses, pese a sus temores, permanecen en ella, aunque no salen. Cuando andan, miran con suspicacia a cualquiera que se les acerque; cuando se cruzan con un soldado, bajan los ojos.
No se sabe con total claridad qu¨¦ sucedi¨® la semana pasada en Prizren, una ciudad muy mezclada que ten¨ªa 180.000 habitantes antes de la guerra -entre ellos 11.000 serbios, 130.000 de etnia albanesa, 10.000 turcos, 20.000 eslavos musulmanes y unos 4.000 gitanos.
El bombardeo producido a primera hora del viernes en la zona residencial de Ciganska, el barrio gitano, atemoriz¨® a muchas personas que llevaban d¨ªas encerradas en sus casas y apartamentos, seg¨²n afirman varios residentes. Pero el bombardeo sirvi¨®, adem¨¢s, para hacer que las autoridades serbias -aunque ellas lo niegan- pusieran en marcha una campa?a para detener a algunos albaneses y expulsar a otros; provocaron un p¨¢nico que se transform¨® en histeria.
La gente se apresur¨® a dirigirse a las estaciones de autobuses, aunque no hubiera ido ning¨²n serbio a su casa. En dos d¨ªas, alrededor de 30.000 albanokosovares de Prizren cruzaron la frontera hacia Albania. La huida se desarroll¨® el viernes y el s¨¢bado, cuando la atenci¨®n de gran parte del mundo estaba centrada en la misi¨®n del reverendo Jesse L. Jackson en Belgrado para liberar a los tres soldados estadounidenses, el bombardeo de varios barrios residenciales en Belgrado y el autob¨²s de pasajeros que fue alcanzado por un misil justo al norte de Pristina, con el resultado de 41 personas muertas.
Algunos cogieron autobuses hacia Pristina o Podgorica (Montenegro). Los refugiados que llegaban a Albania dijeron que los serbios hab¨ªan amenazado a muchos albaneses para obligarles a que se fueran, y que les cobraban un d¨®lar por los 15 kil¨®metros de recorrido en autob¨²s hasta la frontera.
Rexep Hoti, de 60 a?os, explica que todos est¨¢n aterrorizados, tanto por las bombas como por los serbios. "Les dijeron a algunos que se fueran, pero no en mi barrio. A nosotros no vino nadie a decirnos que nos fu¨¦ramos, pero otros s¨ª recibieron amenazas". "Varios se fueron porque se lo ordenaron, otros porque ten¨ªan miedo y otros porque vieron que se iban sus vecinos y decidieron irse ellos tambi¨¦n. Algunas personas que proced¨ªan de los pueblos estaban convencidas de que les iban a matar, y contagiaron su miedo a los de la ciudad", a?ade.
En los primeros d¨ªas de los ataques de la OTAN, las bombas causaron pocos da?os en Prizren. "Pero cuando vimos que ca¨ªan bombas sobre las casas, muchos empezaron a tener miedo. Yo tambi¨¦n lo tengo", declara Hoti. "Estoy metido en casa y s¨®lo salgo para comprar algo de pan. No doy muchas vueltas por ah¨ª". Hoti es viudo y tiene a un hijo en Alemania. Como vive solo, explica, tiene menos motivos de preocupaci¨®n.
Sus explicaciones sobre el terror reflejan las del portavoz de Naciones Unidas, Wilkinson. "Hemos empezado a o¨ªr que se est¨¢ extendiendo el p¨¢nico. Mucha gente se dice: "Dios m¨ªo, todo el mundo se est¨¢ yendo. Me tengo que ir tambi¨¦n".
La guerra lleg¨® relativamente tarde a Prizren. Pero desde que la OTAN ampli¨® su campa?a a¨¦rea en Kosovo la semana pasada, la ciudad y sus alrededores han sufrido bombardeos casi diarios. Las bombas han alcanzado con frecuencia los barracones y almacenes de Car Dusan Silni, as¨ª como las torres de transmisi¨®n y otros objetivos, y, desde el pasado viernes, han muerto 10 civiles m¨¢s, de acuerdo con las autoridades yugoslavas. La gente dispuesta a hablar dice que cada vez tiene m¨¢s miedo a las bombas.
Sobre nuestras cabezas suena sin cesar el ruido de los aviones de la OTAN, invisibles por la capa de nubes, y se oye el sonido de detonaciones aparentemente lejanas, que reverberan en las colinas que rodean Prizren.
A ¨²ltima hora del jueves, la carretera para volver de Prizren a Pristina, a unos 75 kil¨®metros, est¨¢ casi vac¨ªa. En el camino est¨¢n Dule y Suva Reka, antiguos bastiones del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n de Kosovo que han quedado pr¨¢cticamente desiertos, con las tiendas y las casas incendiadas. Las cunetas est¨¢n salpicadas de animales muertos y bordeadas de campos abandonados y piezas antia¨¦reas y de artiller¨ªa ocultas. Por encima, como un taladro en el cerebro, sigue oy¨¦ndose el ruido de los aparatos de la OTAN
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