?Qu¨¦ dec¨ªan los acuerdos de Rambouillet?
Contestar a esa pregunta es un dato b¨¢sico para juzgar con ecuanimidad sobre el origen de esta guerra. Es importante saber qu¨¦ dec¨ªan realmente los acuerdos de Rambouillet, porque la negativa del Gobierno de Belgrado a firmarlos se est¨¢ aduciendo constantemente como el motivo inmediato, e inevitable, de la intervenci¨®n de la OTAN en la Rep¨²blica de Yugoslavia.Se ha dicho que los gobernantes serbios se negaron a firmar porque la propuesta de Rambouillet contemplaba la presencia de las fuerzas de la OTAN en Kosovo. Pero eso es inexacto: la propuesta exig¨ªa la presencia militar de la OTAN en todo el territorio yugoslavo.
El cap¨ªtulo VII de los acuerdos, en el que se habla del "cuerpo militar de paz en Kosovo", tiene un ap¨¦ndice B, cuyo art¨ªculo 8 reza as¨ª: "El personal de la OTAN, con sus veh¨ªculos, nav¨ªos, aviones y equipamiento, deber¨¢ poder desplazarse, libremente y sin condiciones, por todo el territorio de la Federaci¨®n de Rep¨²blicas Yugoslavas, lo que incluye el acceso a su espacio a¨¦reo y a sus aguas territoriales. Se incluye tambi¨¦n el derecho de dichas fuerzas a acampar, maniobrar y utilizar cualquier ¨¢rea o servicio necesario para el mantenimiento, adiestramiento y puesta en marcha de las operaciones de la OTAN".
El art¨ªculo 7 del mismo ap¨¦ndice dice: "El personal de la OTAN no podr¨¢ ser arrestado, interrogado o detenido por las autoridades de la Rep¨²blica Federal de Yugoslavia. Si alguna de las personas que forman parte de la OTAN fuera arrestada o detenida por error deber¨¢ ser entregada inmediatamente a las autoridades de la Alianza".
Los art¨ªculos 9 y 10 precisan que, durante su presencia en territorio yugoslavo, la OTAN no estar¨¢ obligada a pagar tasas ni impuesto alguno, ni podr¨¢ ser sometida a ning¨²n control aduanero.
El art¨ªculo 15 aclara que, cuando se habla de servicios utilizables por las fuerzas de la OTAN, se entiende el pleno y libre uso de las redes de comunicaci¨®n, lo que incluye la televisi¨®n y el derecho a utilizar el campo electromagn¨¦tico en su conjunto.
El art¨ªculo 20 dice que el personal local eventualmente empleado por la OTAN "estar¨¢ sujeto, ¨²nica y exclusivamente, a las condiciones y t¨¦rminos establecidos por la propia OTAN".
El art¨ªculo 21 afirma que la "OTAN quedar¨¢ autorizada a detener a personas y a entregarlas lo m¨¢s r¨¢pidamente posible a las autoridades competentes".
La informaci¨®n que aqu¨ª se aporta procede de la europarlamentaria italiana Luciana Castellina y se puede leer en su totalidad en Il Manifesto del 18 de abril. Castellina llama la atenci¨®n sobre el hecho de que estos art¨ªculos de los acuerdos no hayan sido dados a conocer por los medios de comunicaci¨®n italianos. Por lo que yo s¨¦, tampoco por los espa?oles. La propia Castellina compara la situaci¨®n a la que se pretend¨ªa reducir a la RFY con "un Estado colonial del siglo XIX". Y, finalmente, comenta:
"Lo estipulado en Rambouillet significaba la completa ocupaci¨®n militar de Serbia y Montenegro. Y no por unas cuantas semanas, sino por tiempo indeterminado, puesto que en el acuerdo se dice que tres a?os despu¨¦s de su firma se har¨¢ una conferencia internacional para estudiar un mecanismo orientado a definir el status de Kosovo en base a la voluntad de su pueblo".
Es imprescindible que la opini¨®n p¨²blica de los pa¨ªses que forman parte de la OTAN conozca estos datos de la misma manera que conoce ya las barbaridades cometidas por las autoridades de la RFY contra una parte de la poblaci¨®n de Kosovo. Creo que el conocimiento de estos datos (?censurados?, ?oportunamente ignorados?) refuerza la argumentaci¨®n de juristas y fil¨®sofos que, como Luigi Ferrajoli, Rubio Llorente e Ignacio Sotelo, han llamado la atenci¨®n acerca de la ilegalidad, desde el punto de vista del derecho internacional, de la intervenci¨®n armada de la OTAN en un pa¨ªs europeo soberano.
Con puntos de vista diferentes y con diferentes acentos, coinciden en esto, desde EE UU de Norteam¨¦rica, Noam Chomsky, Edward Said, Giovanni Arrighi e Immanuel Wallerstein, entre otros.
El conocimiento detallado de lo que se quer¨ªa imponer en Rambouillet hace a¨²n m¨¢s razonable el grito de alarma de las personas que en estas ¨²ltimas semanas vienen diciendo en EL PA?S que las barbaridades cometidas ayer por unos no se solventar¨¢n bombardeando objetivos civiles, que provocan m¨¢s muertes, m¨¢s sufrimientos, m¨¢s ¨¦xodo y m¨¢s odios. Hay que parar esta guerra. Y como siempre en el siglo XX, esta guerra s¨®lo se parar¨¢ mediante una combinaci¨®n de iniciativas pol¨ªtico-diplom¨¢ticas y presi¨®n de las poblaciones que la sufren. Dentro y fuera de Yugoslavia. En los Balcanes y en Europa. Es una irresponsabilidad en estos tiempos volver a resucitar el espectro de Hitler. Hitler muri¨® hace mucho tiempo. Tambi¨¦n en el coraz¨®n de la gran mayor¨ªa de los europeos. No hay que enga?ar a la gente con eso. Y menos sugerir a los j¨®venes que dejen de ser pacifistas con ese espantajo. La verdad es que el poder militar lo tienen ahora, mayormente, quienes dicen ser "los nuestros".
?Hay alguien ah¨ª que todav¨ªa se atreva a enarbolar la gran may¨²scula de la Moral en nombre de la OTAN? ?Hay alguien que no sepa ya que "guerras justas" han sido en la historia s¨®lo aquellas que declaraban (o hac¨ªan sin declararlas) "los nuestros"? ?No est¨¢bamos ya de acuerdo, con independencia de credos e ideolog¨ªas, en que los cr¨ªmenes de Hitler no justificaban los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki?
Lo que hace falta en este caso, como en tantos otros, son mediadores. Los hay en Serbia. Llegan cartas de all¨ª todos los d¨ªas en ese sentido. Los hay en Kosovo: Rugova est¨¢ diciendo cosas razonables. Se ofrecen en Rusia. ?No am¨¢bamos todos tanto a Gorbachov, el hacedor del final de la guerra fr¨ªa? ?Vamos a preferir el discurso de Blair sobre la lucha final contra el demonio? ?No hab¨ªamos quedado en que ¨¦sta del fin de siglo era una Europa laica?
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