El Juli abre la puerta grande, vestido de torrent¨ª, a base de valor

El Juli vestido de antiguo huertano valenciano sali¨® por la puerta grande del coso de la calle X¨¢tiva. ?Que porqu¨¦ iba vestido as¨ª? Pues porque esa corrida de m¨¢xima expectaci¨®n abr¨ªa una miniferia en honor de la Virgen de los Desamparados y en recuerdo del escultor valenciano Mariano Benlliure. Un festejo en el que los espadas y las cuadrillas vest¨ªan vistosos trajes de "torrent¨ª"a la antigua usanza valenciana. Tambi¨¦n es antiguo en el arte de C¨²chares abrir las puertas grandes de los cosos. Lo es menos, o quiz¨¢ ya no visto lo visto, que se haga sin hacer lo que se dice arte, arte puro. Pero El Juli con el que cerraba plaza mand¨® hasta arrinconar al animal en las tablas y acobardarlo. Y eso a los tendidos los impresiona mucho. El Juli es, adem¨¢s, ¨ªdolo de jovencitas y no tanto, un joven con talento ante los toros. Ayer demostr¨® en Valencia que adem¨¢s, reci¨¦n salido de una cornada seria, se olvida de su cuerpo y derrocha un valor que es temerario. Ese que le falt¨® al maestro Manzanares en sus dos toros, dos bombones, que fueron sin duda lo mejorcito del encierro. El primero se lo dej¨® matar en el caballo. Luego no se fi¨® ni un pelo de un animal con las fuerzas justas pero que meti¨® la cabeza cuantas veces prob¨® y prob¨® el alicantino. Entre protestas del p¨²blico dio un sainete con el acero y acab¨® con el de los Bayones que fue aplaudido en el arrastre.

Con el segundo de su lote, un toro de preciosas hechuras, noble, presto al cite y con fijeza, como cayera ante su cara en la faena de capa, tambi¨¦n se "asust¨®" un poquito Manzanares. Inici¨® faena muy inseguro y como empezara a soplar una ligera brisa termin¨® de desconfiarse. Sigui¨® un trasteo en el que al natural a¨²n arranc¨® pases de temple pero sin ninguna profundidad, a un noble animal que seguramente hubiesen querido para s¨ª Ponce o El Juli aunque quiz¨¢ tambi¨¦n les hubiera gustado con menos le?a en la cabeza.

Ponce estaba entre los suyos, y por tanto jugaba en casa, su habitual facilidad le sirvi¨® para congraciarse con el respetable y hasta incluso conseguir una oreja del segundo de su lote. Con el primero bis que le toc¨® en suerte al devolver el inv¨¢lido la presidencia, pas¨® m¨¢s el de Chiva que el toro y harto de dar zapatillazos al mulo se fue a por el acero y le dio pasaporte. El quinto meti¨® bien los ri?ones en el caballo y todo hac¨ªa presagiar que Ponce se lo iba a merendar. Pero por poco lo que nos dan es la cena. Porque el espada se lo tom¨®, como casi siempre, con calma. Deja respirar a sus oponentes. Los mima, los cuida, y luego no les da mucho quebranto con lo cual ¨¦l no se ensucia y el burel s¨®lo sufre en la suerte suprema si, como pas¨® ayer, le meten una estocada que le remueve todos y cada uno de los ¨®rganos que pilla una trapera. Pero Ponce, adem¨¢s, de estar entre amigos tiene muchos intereses en esta plaza, por ello se justific¨® en el quinto incluso haciendo faena de hinojos y poni¨¦ndose tremendista. Pues eso, justificarse y dar pico le vali¨® su ¨²nico trofeo. Y siendo as¨ª se cerr¨® un puerta que abri¨® un cicl¨®n que recuerda a aquel Cordob¨¦s, por el valor no por su toreo, que dijo aquello de; "o te visto de luto o te compr¨® un chalet".