Poder pastoral JOSEP RAMONEDA
"El presidente no es infalible", tuvo que decir el consejero Trias, asaeteado en una emisi¨®n radiof¨®nica. Fue, sin duda, una f¨®rmula para salir del paso. Pero el solo hecho de relacionar presidente e infalibilidad es tan significativo como el propio desliz de Pujol que Trias trataba de salvar. Al justificar la decisi¨®n administrativa de no renovar tres emisoras a la cadena COPE porque "la libertad no ampara la mentira", Pujol se estaba erigiendo en autoridad competente en materia de verdad. La infalibilidad es precisamente el atributo que expresa la capacidad de la m¨¢xima autoridad religiosa para determinar con certeza qu¨¦ es verdad. De modo que, si nos atenemos a la literalidad de lo dicho, podr¨ªamos deducir de la afirmaci¨®n de Trias una descalificaci¨®n en toda la regla del argumento de Pujol. Record¨¢ndole que no es infalible, le estar¨ªa advirtiendo de su incompetencia para separar la verdad de la mentira en ejercicio de su funci¨®n presidencial. Sin embargo, Trias no ha dado hasta el momento especiales muestras de rebeli¨®n frente a su jefe. De modo que ser¨ªa un juicio de intenciones presupon¨¦rselas ahora. M¨¢s bien hay que situar su apelaci¨®n a la infalibilidad en la misma onda de la sentencia de Pujol: una determinada concepci¨®n del poder, que testimonia las corrientes continuas de transferencia de lo teol¨®gico a lo pol¨ªtico. Michel Foucault explic¨® que en el seno del estado moderno se desarrollan las t¨¦cnicas cristianas del poder pastoral. Pujol es un buen representante de esta forma de ejercicio del poder. El pastor act¨²a sobre un reba?o al que esta vinculado por una relaci¨®n original y fundamental. M¨¢s all¨¢ del v¨ªnculo democr¨¢tico (que es siempre coyuntural y cambiable), Pujol gobierna desde el v¨ªnculo nacional, que le convierte en la encarnaci¨®n de un poder cuyo origen se pierde en la noche de los mitos hist¨®ricos. El pastor agrupa, gu¨ªa y conduce a su reba?o. Sin la presencia del pastor, el reba?o no existir¨ªa, se desagregar¨ªa. De ah¨ª la conciencia de que es imprescindible, porque s¨®lo ¨¦l sabe ad¨®nde se debe conducir al pa¨ªs. El pastor asegura la salud de su reba?o. Y la salud es en primer lugar espiritual. Por eso el pastor sabe la verdad que conviene a la ciudadan¨ªa, por eso se cuida de protegerle de la voz del enemigo, siempre dispuesto a crear la divisi¨®n en el reba?o. En fin, el pastor se desvive por cada una de sus ovejas, todo lo hace por su bien, cuando ellas duermen ¨¦l vela. Por eso est¨¢ en todas partes y procura llamar a cada una de ellas por su nombre. Pese a que la oposici¨®n lleva mucho tiempo atrapada en las reglas impuestas por el conductor del reba?o, inevitablemente el pastor, que conduce al pueblo elegido a un destino fant¨¢stico que s¨®lo ¨¦l conoce, choca a menudo con las rugosidades y con las exigencias de la sociedad abierta. El pastor, en una sociedad democr¨¢tica, intenta roturar los espacios y ordenar la sociedad civil conforme al designio del que se siente portador. Por eso el pastor debe se?alar y afirmar plenamente su condici¨®n de Estado, porque cree que a ¨¦ste corresponde la direcci¨®n y educaci¨®n de la sociedad. Pero el principio de realidad se impone. Y el pastor tiene que negociar con ¨¦l. Hay que poner la trama social de intereses en funci¨®n del gran designio: el designio del pastor que se confunde con el designio de la sociedad. Y es as¨ª como el poder pastoral trata de articular un sistema que d¨¦ a los que m¨¢s m¨¦ritos han hecho lo que merecen y que haga llegar a cada ciudadano lo que tiene que saber, lo que tiene que desear y lo que tiene que o¨ªr. De modo que lo m¨¢s importante el d¨ªa que el se?or decide relevar al buen pastor no es qui¨¦n ser¨¢ el nuevo pastor, sino que el reba?o est¨¦ tan cohesionado que, venga quien venga, quede a salvo lo fundamental. Y lo fundamental es el sistema de poder econ¨®mico y social que se ha organizado a trav¨¦s de las t¨¦cnicas pastorales. El poder pujolista se asemeja al poder americano por su habilidad en combinar lo mesi¨¢nico y lo pragm¨¢tico. La pol¨¦mica concesi¨®n de frecuencias de radio y otras reorganizaciones sectoriales que se est¨¢n haciendo estos d¨ªas (por ejemplo, en materia de juego) parecen operaciones destinadas a dejar las cosas bien atadas, por si por alg¨²n capricho imprevisible el reba?o cambiara el pastor. El poder pastoral teme la alternancia porque la entiende como una alternancia de beneficiarios y s¨®lo los actuales beneficiarios garantizan los designios del reba?o establecidos por el buen pastor. Ni siquiera se contempla que alg¨²n d¨ªa pudiera reinar en la ciudad de los hombres un orden laico que no entendiera de razones de parentesco, cultura, lengua, naci¨®n, fidelidad o sexo.
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