Ocho mercados en uno
UN MERCADO europeo sin barreras, con una pol¨ªtica monetaria com¨²n y una moneda ¨²nica, requiere l¨®gicamente un mercado de valores ¨²nico. Las principales bolsas europeas as¨ª lo han entendido y han dado un paso m¨¢s en el conocido proyecto de crear una Bolsa paneuropea. Al proyecto inicial protagonizado por Londres y Francfort -las que tienen probablemente un nivel tecnol¨®gico m¨¢s alto- se unieron despu¨¦s Madrid, Amsterdam, Bruselas, Par¨ªs y Z¨²rich. Todas ellas firmaron el martes pasado, en la sede de la Bolsa madrile?a, su adhesi¨®n al proyecto com¨²n. No es casual que el primer paso de la Bolsa paneuropea se firme en Espa?a. Es un reconocimiento al papel que ha desempe?ado la Bolsa de Madrid en este movimiento, ya que fue su decisi¨®n de apoyar el proyecto la que probablemente movi¨® a Par¨ªs, gran rival del eje Londres-Francfort, a reconsiderar su posici¨®n y sumarse al mercado ¨²nico.Las ventajas de un mercado europeo han sido suficientemente glosadas por sus impulsores. Abaratar¨¢ los costes, har¨¢ crecer el mercado y ser¨¢ un instrumento econ¨®mico muy poderoso. Los primeros c¨¢lculos apuntan a que contratar¨¢ m¨¢s que Wall Street, al menos si se considera el valor agregado de las bolsas que intervienen en el proyecto, y ser¨¢ la segunda del mundo en capitalizaci¨®n burs¨¢til, detr¨¢s de la Bolsa neoyorquina. Tambi¨¦n cuenta la capacidad de multiplicar el cr¨¦dito de los valores que coticen en ella.
Pero todav¨ªa quedan muchas decisiones por tomar y preguntas por responder. No se sabe, por ejemplo, cu¨¢l ser¨¢ su sede central. Tampoco se ha progresado mucho en c¨®mo ser¨¢ el modelo aceptado inicialmente. Hoy tiene m¨¢s probabilidades el que apuesta por un mercado unificado de unas 300 o 350 empresas, las m¨¢s importantes de Europa. Pero nada est¨¢ decidido. La versi¨®n aristocr¨¢tica o selectiva tiene detractores en aquellos que piensan que, tarde o temprano, el mercado ser¨¢ ¨²nico para todas las empresas del continente que coticen, sean peque?as o grandes. Y queda por debatir la cuesti¨®n evidente, pero ante la que nadie se pronuncia por el momento, de si una Bolsa europea requiere un organismo de supervisi¨®n europeo, una CNMV capaz de imponer orden y hacer respetar las reglas de mercado en el nuevo ¨¢mbito de cotizaci¨®n. El sentido com¨²n dice que s¨ª.
En estos casos suele decirse que es in¨²til luchar contra las tendencias dominantes; y est¨¢ claro que el futuro incluye entre sus p¨¢ginas un modelo de Bolsa para el ¨¢rea del euro. Pero en la base del mercado quedan todav¨ªa muchos problemas por resolver, y ser¨ªa una equivocaci¨®n olvidarlos en la suposici¨®n de que la creaci¨®n de un mercado m¨¢s amplio resuelve los problemas. Todav¨ªa es muy peque?a la proporci¨®n de empresas que cotizan en Bolsa -pi¨¦nsese que en Espa?a son aproximadamente 400-, lo cual lleva a reflexionar sobre si no ser¨ªa necesario flexibilizar e incentivar las condiciones de integraci¨®n. Son las empresas las que crean mercado. Debe resolverse adem¨¢s el papel de las bolsas regionales en el nuevo esquema. ?Deben desaparecer o dedicarse a otros mercados? Nada impide que, mientras se concreta la Bolsa paneuropea, se resuelvan estas inc¨®gnitas, para que no se conviertan despu¨¦s en un problema sin soluci¨®n.
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