La isla del doctor Moreau
JAVIER MINA El G¨¦nesis comenz¨® cuando Dios hizo los cet¨¢ceos, los vol¨¢tiles, las bestias salvajes y los ganados seg¨²n su especie. El Transg¨¦nesis pudo muy bien comenzar con los medicastros medievales que fabricaban tullidos para pordiosear y enanos y monstruos para divertir en cortes y ferias o, pero ya se requer¨ªan conocimientos bastante especiales, cuando apuntaban hacia el hom¨²nculo o el Golem, aquel gigante de barro construido por un rabino para vengar los oprobios cometidos contra sus paisanos, aunque cabe afirmar con total rotundidad que el Transg¨¦nesis comienza cuando el doctor Moreau toma una oveja y la somete a sus variadas artes con idea de fabricar un hombre: "Se me parec¨ªa mucho y estaba aterrorizada, fuera de todo control, y no ten¨ªa m¨¢s mentalidad que la propia de una oveja". Tras suprimirla, a?ade: "Estos animales sin ¨¢nimo, estas cosas miedosas y sensibles al dolor, sin ni siquiera un destello de pugnaz energ¨ªa para hacer frente al tormento, no sirven para la fabricaci¨®n de hombres". Error. Si no, que se lo pregunten a Dolly. Cuando clonaron la primera oveja todos vimos que se trataba del hombre s¨®lo que, como pod¨ªa resultar un poco atrevido que cada cual dispusiera de un gemelo sin cerebro del que ir sacando los repuestos para sustituir el bazo o el cuero cabelludo averiados, se han permitido un rodeo. Hay cerdos por ah¨ª con elementos humanos, pero tambi¨¦n hay cabras, que son como las ovejas, pero con cuernos y que adem¨¢s de subirse a escaleras cuando les tocan la trompeta dan unas proteinas de miedo. Podr¨ªamos citar los anticuerpos o la hormona del crecimiento, pero eso son futesas: acaban de meterle a cierta cabra una informaci¨®n gen¨¦tica de ara?a y est¨¢ dando leche con unas telara?as que podr¨ªan servir para construir ligamentos humanos o un bioacero que, incorporado a nuestro cuerpo, nos blindar¨ªa como tanques. De seguir por ah¨ª, igual le echan al c¨®ctel otro poco de humanidad y consiguen que la cabra d¨¦ a luz al mism¨ªsimo Spiderman, ya saben el Hombre Ara?a de los tebeos, que adem¨¢s es un superh¨¦roe que podr¨ªa solucionar lo de Kosovo sin despeinarse. Entre tanto, tendremos que conformarnos con que se produzca algo de eso de manera espont¨¢nea. Las bases ya est¨¢n puestas con los llamados alimentos transg¨¦nicos; s¨®lo falta esperar a que salte la primera mutaci¨®n, que lo mismo puede ir en la v¨ªa de que una col alumbre un cr¨ªo que en la de que un vecino de Orexa -el nombre ya predispone- se convierta en un gigante de ma¨ªz. No tenemos m¨¢s que creernos un par de cosas: primera, que con eso se va a arreglar el hambre en el mundo, extremo f¨¢cil de asumir cuando se sabe que la cosecha no da semillas y hay que volver a comprarlas con los pesticidas y herbicidas a los que son inmunes, y segunda, que son inocuos, como se puede desprender de varios elementos: que no hay estudios suficientes por haber transcurrido poco tiempo, que al no conocer el mapa gen¨¦tico de las especies intervenidas no se sabe si los genes introducidos interactuar¨¢n con lo dem¨¢s para volvernos la cabeza verde, y que al estar ba?ando en mierdicidas podemos comernos una soja con baja toxicidad gen¨¦tica, pero que nos puede convertir las tripas en la pugnaz poza de Aznalc¨®llar. De entrada, ya est¨¢n comenzando a aflorar los transgenios. Ah¨ª tenemos a quienes han conseguido convertir a Ternera en parlamentario y lo desean concejal. O a los que metieron genes de su partido en un genoma ajeno para obtener un pr¨ªncipe de estrellas o de estellas, no s¨¦, y les ha salido un sapo, que tambi¨¦n tiene su m¨¦rito aunque no cante. Y a esos que no piensan m¨¢s que en clonar agravios y creer que la pol¨ªtica consiste en sacarle al contrario el genotipo ful, o a cuantos presumen de eugenesia en las ideas y tratan de esterilizar, no ya las del contrario, sino al contrario con sus genes y sus genos. Qu¨¦ dolor. Bueno, doler¨ªa si no fuera porque el dolor se est¨¢ volviendo in¨²til, como dijo el doctor Moreau en la isla que le fabric¨® H. G. Welles. Incluso dijo m¨¢s: "El estudio de la Naturaleza hace que un hombre pierda al fin sus remordimientos, como los perdi¨® la propia Naturaleza". Menudo archipi¨¦lago, o sea.
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