LOS SEGUROS COLECTIVOS Desintegraci¨®n del Servicio Nacional de Salud
Uno de los logros mas importantes de la sociedad espa?ola durante los ¨²ltimos a?os ha sido la creaci¨®n y puesta en marcha de un Sistema Nacional de Salud (SNS) integrado, de cobertura universal y financiado por los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Si bien es a menudo lento en la resoluci¨®n de los problemas, se trata de un sistema con prestigio que ha incorporado todos los avances t¨¦cnicos de la moderna Medicina y al que la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos recurre, sobre todo cuando est¨¢n aquejados de procesos graves o urgentes. Desde un punto de vista financiero, el SNS consume un 7% del PIB. Comparativamente el sistema espa?ol es muy eficiente: su coste no llega al 65% de lo que gasta la media europea aunque, objetivamente, sus niveles de calidad sean muy similares. Por ello, no es exagerado afirmar que, por su relaci¨®n calidad/precio es probablemente, junto con el brit¨¢nico, uno de los mejores sistemas sanitarios del mundo. Pues bien, en los ¨²ltimos meses el Gobierno del PP ha puesto en marcha dos medidas que han merecido muy distinta atenci¨®n: mientras la relacionada con la generalizaci¨®n de la f¨®rmula de las Fundaciones Sanitarias ha merecido fuertes cr¨ªticas, poco o nada se ha dicho contra la otra que es, a nuestro juicio de mucha mayor trascendencia. Se trata de la posibilidad de que las empresas puedan a partir de ahora constituir seguros colectivos de salud para los trabajadores benefici¨¢ndose de una importante deducci¨®n en los beneficios empresariales, al tiempo que para el trabajador, las primas ser¨ªan consideradas retribuciones en especie aunque no sometidas a IRPF. Con ello se abre la posibilidad de que el SNS, cuyo germen fue un sistema de previsi¨®n para los trabajadores (el Instituto Nacional de Previsi¨®n), deje progresivamente de prestar sus servicios a ¨¦stos -que serian cubiertos por mutuas privadas- y vaya convierti¨¦ndose en un sistema de Beneficencia, para los mayores, los parados y, en general, para los grupos mas desfavorecidos de la poblaci¨®n. Se trata, en definitiva, de la ruptura del concepto de caja ¨²nica, lo que supondr¨ªa no ya la reforma del sistema, sino su lenta pero inexorable ruina. Los seguros colectivos privados, que van a extraer del SNS a muchos trabajadores que ocasionan poco gasto sanitario, van necesariamente a debilitar el sistema desde el punto de vista financiero, pues: ?qui¨¦n va a defender una financiaci¨®n sanitaria adecuada a partir de los PGE, si el Estado deja de percibir fondos tanto de las empresas como de los trabajadores como consecuencia de las ventajas fiscales del aseguramiento privado? (t¨¦ngase en cuenta que durante 1997, como consecuencia de las desgravaciones fiscales, el gobierno federal de EEUU dej¨® de ingresar un total de 76.000 millones de d¨®lares -mas de 10 billones de pesetas-, o, lo que es lo mismo, 70.000 ptas. por cada persona cubierta por seguros colectivos sanitarios privados). ?C¨®mo van a establecerse los presupuestos sanitarios p¨²blicos si no se conoce el porcentaje de la poblaci¨®n al que ir¨¢n destinados?. ?Podr¨¢n los trabajadores abandonar las mutuas cuando sufran procesos para los que los centros p¨²blicos est¨¢n -al menos por ahora- mejor dotados?. Es f¨¢cil imaginar los devastadores efectos que van a producirse: el deslizamiento de los costes, que permite ahora que lo que ahorramos en cubrir a la poblaci¨®n mas sana nos sirva para tratar a los mas enfermos, aplicar nuevas tecnolog¨ªas y procedimientos, formar a los futuros profesionales, o fomentar la investigaci¨®n biom¨¦dica, se desplazar¨¢ entonces hacia las cuentas de resultados de las compa?¨ªas aseguradoras. Es ilustrativo el ejemplo de los EEUU donde lo que gastan las mutuas privadas que cubren sobre todo a trabajadores en activo y sus familias (un 61,4% de la poblaci¨®n norteamericana) s¨®lo representa el 45,3% del total del gasto sanitario seg¨²n datos de 1997: un negocio redondo. Todos somos conscientes de que nuestro sistema sanitario requiere de reformas y que estas deben dirigirse a satisfacer las crecientes demandas de los ciudadanos, a ofrecer servicios mas personalizados y mejor adaptados a las necesidades de la poblaci¨®n, a seguir profundizando en la eficiencia, conciliando los principios de satisfacci¨®n del usuario con el de la viabilidad financiera. Pero lo urgente ahora es detener este serio intento de desintegrar el SNS, pasando a la formulaci¨®n de propuestas en el marco de un gran pacto social que incluya a ciudadanos, profesionales y administraci¨®n para, en definitiva, consolidar y mejorar un SNS integrado y solidario que pueda seguir mereciendo la confianza de los ciudadanos.
Antonio N¨²?ez Rold¨¢n es m¨¦dico, Jefe de Servicio de Inmunolog¨ªa del Hospital Virgen del Roc¨ªo y Presidente del Consejo Asesor de Salud de Andaluc¨ªa.
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