"Cardoso vive y gobierna en un pa¨ªs imaginario"
La paradoja no deja de resultar cruel. Cuando a los brasile?os se les pregunta mediante un sondeo a qui¨¦n prefieren como presidente de la Rep¨²blica, invariablemente responden que a Luiz In¨¢cio Lula da Silva, de 53 a?os, hoy presidente de la principal formaci¨®n de la izquierda brasile?a, el Partido de los Trabajadores (PT), y antes, en r¨¢pida sucesi¨®n, vendedor callejero, chico de tintorer¨ªa, mensajero, tornero que perdi¨® un dedo en un taller metal¨²rgico, chaval forzado a dejar sus estudios en cuarto grado del ciclo escolar b¨¢sico (a pesar de que su media era de 9,6 sobre 10), y posteriormente l¨ªder sindical. Pero luego no le votan.Ya ha sucedido tres veces. La ¨²ltima, el a?o pasado, cuando fue derrotado por segunda vez por el actual presidente, Fernando Henrique Cardoso. Luego, de repente, la mala conciencia: los brasile?os se arrepienten y hoy Lula vuelve a encabezar los sondeos. Parece dif¨ªcil no sentirse amargado.
"Pues no. Yo no tengo ning¨²n sentimiento amargo. No hay resentimiento. En unas elecciones ya sabemos a qu¨¦ nos enfrentamos. En 1989, cuando estuvimos m¨¢s cerca de ganar, se dio una unidad de los sectores conservadores, medios de comunicaci¨®n, empresarios, en contra nuestra".
Lula explica todo esto sentado en un sal¨®n de la Casa de Am¨¦rica en Madrid, donde esta tarde pronunciar¨¢ una conferencia sobre Los desaf¨ªos de la izquierda en el mundo de hoy. Vi¨¦ndole de cerca, se puede llegar a comprender la predilecci¨®n que sienten por ¨¦l los brasile?os (si no se tiene en cuenta las urnas): transmite sinceridad. Se apasiona. Especialmente cuando empieza a hablar del hambre que a¨²n convive con los edificios m¨¢s modernos del continente, de los inmensos problemas de Brasil y de la incapacidad que, en su opini¨®n, muestra Cardoso para hacerles frente. Comienza a sudar. Y su correcto espa?ol se escora cada vez m¨¢s hacia el portugu¨¦s.
"En 1994, la verdad es que no fue una lucha de un hombre contra otro, sino de un hombre contra un proyecto econ¨®mico, el Plan Real [que logr¨®, de la mano de Cardoso, acabar con la hiperinflaci¨®n]. En 1998, el Plan Real ya no ten¨ªa tanta certeza como cuatro a?os antes, y durante la campa?a dijimos que se iba a producir una crisis en Brasil. La prensa y el Gobierno lo ocultaron. Pasaron las elecciones y estall¨® la crisis. Las elecciones en Brasil no son f¨¢ciles. La prensa est¨¢ muy comprometida con el Gobierno. Y luego est¨¢ el problema econ¨®mico. Yo gast¨¦ cinco millones de d¨®lares [unos 770 millones de pesetas] en la campa?a. Cardoso, sin contar con la propaganda oficial, dispuso de 46 millones de d¨®lares [7.000 millones de pesetas]. Es una lucha muy desigual, y a¨²n as¨ª demostramos que es posible ganar".
Pero Lula perdi¨®. Y despu¨¦s vino el desastre que no hab¨ªa dejado de vaticinar. Desconfianza brusca con el sistema financiero brasile?o. Fuga de capitales. Desmentidos oficiales y, finalmente, una devaluaci¨®n que hizo tambalearse al pa¨ªs y, por contagio, al resto de Am¨¦rica Latina. Finalmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) salv¨® a Cardoso del pescuezo a cambio de un riguroso ajuste fiscal. "Y a pesar de eso, Cardoso justifica las cosas que est¨¢ haciendo. Su pol¨ªtica econ¨®mica. Sostiene que el dinero extranjero a corto plazo est¨¢ ayudando a Brasil. Que el FMI se preocupa por Brasil. Tiene un mundo europeo o americano en la cabeza. Y deja de lado la realidad brasile?a. Cuando discute sobre el desempleo, lo hace como si fuese presidente de Suecia o Dinamarca. Cardoso vive y gobierna en un pa¨ªs imaginario. No se da cuenta de la pobreza. De la miseria del pa¨ªs. S¨®lo lo sabe estad¨ªsticamente. No de vivir, de sentir. Su Gobierno ha destruido parte de la industria, de la agricultura. Porque todo su objetivo consist¨ªa en mantener la estabilidad. Mantener la entrada de capital externo especulativo. Conclusi¨®n: a partir de noviembre del a?o pasado, ese dinero empez¨® a volatilizarse. En cinco meses volaron 42.000 millones de d¨®lares".
El recuento de males que hace Lula es torrencial. Y las descalificaciones contra Cardoso, un respetado soci¨®logo apreciado por la izquierda latinoamericana antes de que se aliara con la derecha brasile?a para llegar a la presidencia, comienzan inevitablemente a subir de tono llegados a este punto de la conversaci¨®n.
"Luego vino el pr¨¦stamo del FMI. El desempleo sigui¨® aumentando. No tenemos un modelo de desarrollo. No tenemos pol¨ªtica agraria. Ni pol¨ªtica industrial. Cardoso pasar¨¢ a la historia como el presidente que destruy¨® todo el patrimonio p¨²blico acumulado en 60 a?os y no aport¨® nada a cambio. Nada. Su gran obra fue conquistar el derecho de volver a disputar la presidencia".
?Y la obra del propio Lula despu¨¦s de 20 a?os de lucha? ?Qu¨¦ se puede rescatar todav¨ªa de sus propuestas de hace 10 a?os? ?Qu¨¦ cosas resultan imposibles ya de formular despu¨¦s del derrumbe del muro de Berl¨ªn?
"Lo m¨¢s triste despu¨¦s de tantos a?os es constatar que lo que denunci¨¢bamos es cierto. Nunca hemos defendido un Estado estatista, sino un Estado p¨²blico. Nunca nos hemos opuesto a la inserci¨®n de Brasil en el mundo globalizado. Lo que quer¨ªamos es que Brasil tuviera un proyecto propio, que tuviese su proyecto de industria, su proyecto de tecnolog¨ªa, que no dependiese del dinero f¨¢cil. Y todo eso sigue vivo hoy. Porque el Estado brasile?o ha desmontado el sector p¨²blico. Ha vendido casi todo con la excusa de resolver los problemas de la educaci¨®n, de la salud p¨²blica. Y todo ese dinero se canaliz¨® a pagar la deuda. El a?o pasado se desembolsaron 72.000 millones de d¨®lares. Este a?o habr¨¢ que pagar 130.000 millones. No queda dinero para invertir en producci¨®n. En desarrollo. En universidades. En investigaci¨®n. Cinco millones de propietarios rurales no tienen cr¨¦ditos para producir. En 1985, Brasil produc¨ªa 82 millones de toneladas de granos. Hoy s¨®lo producimos 79 millones. Todo esto porque lo importamos todo. Nuestros agricultores y empresarios van quebrando. No hay iniciativas del Gobierno. ?ste es el desaf¨ªo de la izquierda. No s¨®lo hay que estar en contra. Yo no necesito decir que soy de oposici¨®n. Hace 20 a?os que lo soy. Estoy convencido de que la sociedad brasile?a exige m¨¢s de la izquierda y del PT. Los caminos no son dif¨ªciles".
La duda que surge es si Lula est¨¢ en situaci¨®n de volver a intentar la lucha por la presidencia o si los nuevos nombres que est¨¢n surgiendo en su propio partido, como el joven y din¨¢mico gobernador del Estado de Rio Grande do Sul, Olivio Dutra, tomar¨¢n el relevo en breve.
"Olivio Dutra es un extraordinario compa?ero. Obviamente si hace una buena labor tiene grandes posibilidades de disputar cualquier otro cargo. Pienso que surgir¨¢ mucha gente para el 2002. Antony Carotinho [gobernador de Rio de Janeiro] es muy din¨¢mico. Muy competente. Dentro del PT hay otros compa?eros. Deber¨ªamos comenzar a pensar en el 2002 tras las municipales del a?o que viene, que podemos ganar. Basta con conciencia, tranquilidad y madurez para concretar alianzas correctas en torno a un programa atractivo".
-?Y usted est¨¢ dispuesto a encabezar el proyecto de nuevo?
-No depende de m¨ª. Si le tuviera que decir a usted aqu¨ª mismo, yo dir¨ªa que no.
-?Y sin embargo...?
-Bueno, soy miembro de un partido pol¨ªtico, si las circunstancias lo exigieran, yo no tendr¨ªa problemas en ser candidato. Ahora mismo se acaba de presentar una encuesta y Cardoso es cuarto [y el propio Lula, primero, otra vez]. Hacer que las encuestas se vuelvan realidad es muy dif¨ªcil para un candidato de izquierda. Y si nos decantamos por un candidato no de izquierda, debe ser alguien comprometido con la idea de Estado soberano. En Brasil necesitamos empezar a hablar de naci¨®n, de autoestima, palabras que desaparecieron. Cardoso ya no tiene nada que vender y le quedan tres a?os. S¨®lo le quedan un par de bancos oficiales y Petrobr¨¢s. Cuando venda eso, y no quede nada, vendr¨¢ alguien que diga que con la Amazonia se puede solucionar el problema de la deuda externa.
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