Saramago se confiesa un autor que s¨®lo puede y quiere contar la historia de su propia memoria
VIENE DE LA P?GINA 1 El ¨²ltimo premio Nobel de literatura, Jos¨¦ Saramago, en un discurso eminentemente literario, rompi¨® una lanza m¨¢s en favor de la libertad creadora y rechaz¨® todos aquellos cuestionamientos a los que, con frecuencia, se somete al escritor para que desgrane las motivaciones, los caminos y los prop¨®sitos que lo han llevado a escribir una obra determinada. "Ni el lector puede reconstituir el itinerario del escritor, ni el escritor puede reconstituir el itinerario del texto; el lector s¨®lo podr¨¢ interrogar al texto acabado", dijo. Saramago fue m¨¢s lejos a¨²n. Y a sabiendas de que pudiera parecer una "osad¨ªa" a los ojos de los profesores de literatura y de la teor¨ªa de la literatura, afirm¨® que "la figura del Narrador no existe". "S¨®lo el autor, repito, s¨®lo el Autor, ejerce real funci¨®n narrativa en la obra de ficci¨®n, cualquiera que sea, novela, cuento o teatro", a?adi¨® un escritor que -como record¨® el profesor Jos¨¦ Luis Santos Lucas- "ya ha saltado por encima de todas las reglas sint¨¢cticas o muchas de ellas, desde que public¨® Alzado del suelo". Contra el confesionalismo Saramago se confes¨® al final de su discurso como un contador de historias que huye de "las trampas del confesionalismo literario" y se defini¨® simplemente como un escritor que s¨®lo cuenta "la historia de su memoria". El autor de Memorial del convento o El a?o de la muerte de Ricardo Reis (para muchos su mejor novela), nacido en el seno de una familia humilde en la peque?a localidad portuguesa de Azinhaga en 1922, el mismo que antes de dedicarse en cuerpo y alma a la literatura fue cerrajero, mec¨¢nico, editor y periodista, defendi¨® por encima de todo la memoria. "La memoria con sus verdades, verdades que no puede evitar a su vez la mentira", como la "¨²nica historia que quiero y puedo contar", dijo. A nadie escapa su filiaci¨®n comunista a finales de los a?os sesenta, y su impulso en favor de la Revoluci¨®n de los Claveles, tras la cual, al perder su empleo como periodista en 1975, se vio forzado a dedicarse de lleno a la literatura. Un hecho que ayer le record¨® el presidente Eduardo Zaplana al destacar el importante papel que jug¨® en la revoluci¨®n portuguesa, de la que dijo, por cierto, "dej¨® a Saramago sin trabajo". Si algo ha rechazado Saramago siempre y ayer lo volvi¨® a hacer por en¨¦sima vez ha sido negarse a ser un escritor que acaba convertido en un instrumento del partido. "No he escrito nunca ni una sola l¨ªnea al servicio de mi partido", precis¨® en la conferencia de prensa posterior a la investidura. Zaplana, que hizo acto de presencia en un acto que estaba confirmado desde antes incluso de que le dieran el Nobel a Saramago en octubre de 1998, destac¨®, empero, la apuesta del escritor porturgu¨¦s por "la consolidaci¨®n de una comunidad Iberoamericana, en la que la pen¨ªnsula ib¨¦rica puede formar parte fundamental, sin abandonar Europa". Y lo compar¨® entonces con ?mile Zola, Blasco Ib¨¢?ez, Ortega y Neruda, de quienes dijo "estuvieron comprometidos con la realidad de su tiempo". No en balde, el profesor em¨¦rito Santos Lucas destac¨® -antes de que el rector Justo Nieto impusiera a Saramago el birrete laureado, el anillo para sellar dict¨¢menes y los guantes blancos, s¨ªmbolos de la pureza-, que pese al alto relieve y prestigio internacional de su narrativa, ser¨ªa de justicia concederle los mismos atributos a su trayectoria ensay¨ªstica.
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