Memorial de teclados sacros
La Comunidad cataloga los principales ¨®rganos de los templos madrile?os.
El sentimiento gu¨ªa a los miembros: la mano pulsa un teclado, el pie oprime un pedal. El sonido trenzado que de ambos surge se emboca hacia un murall¨®n de tubos met¨¢licos por donde, convertido ya en m¨²sica, sube majestuoso hacia el ¨¦ter. Tal es el bucle que desde la intimidad del coraz¨®n del artista recorre su inspiraci¨®n hacia el espacio, a trav¨¦s del instrumento musical m¨¢s completo que se conoce: el ¨®rgano. Madrid acaba de recuperar la memoria de sus principales ¨®rganos. Y ello merced a la publicaci¨®n, por la Comunidad de Madrid, de un libro en el que se estudian e inventar¨ªan 144 ejemplares, la mayor parte de los que a¨²n se conservan aqu¨ª. Apenas una treintena son considerados hist¨®ricos (su edad media var¨ªa entre 428 y 90 a?os) y permanecen completos; 15 muestran ¨²nicamente sus cajas, seis presentan s¨®lo vestigios y el resto, hasta un centenar, pertenece a ¨¦pocas muy recientes.El ¨®rgano es un instrumento de origen remoto, destinado a llenar de m¨²sica los espacios interiores. Su primer antepasado conocido, con un sistema hidr¨¢ulico dotado ya de registros, claves y tuber¨ªas de bronce, proced¨ªa de las ruinas de Aquincum, un enclave romano asentado en la llanura de Panonia, en Hungr¨ªa.
La cantidad de sonido que el ¨®rgano era capaz de generar, m¨¢s la cualidad, inherente a la m¨²sica, de iluminar los confines m¨¢s rec¨®nditos de la intimidad, dirigieron a este instrumento bajo la f¨¦rula de la religi¨®n; poco a poco, lo fue adoptando como suprema expresi¨®n del sentimiento de afecci¨®n a la divinidad: trompeter¨ªa grave, dulzura violinesca y llorosa chirim¨ªa pincelaban bien el turbi¨®n de emociones que los administradores de religi¨®n pretend¨ªan despertar -o inducir- entre las masas de fieles europeos durante la Edad Media.
Para conseguir un volumen sonoro capaz de llenar el recinto de un templo, los constructores de ¨®rganos los hicieron evolucionar hasta incluir uno o dos teclados de varias octavas, unidos a un juego de grandes fuelles con los que proveer aire de presi¨®n, as¨ª como a un conjunto de tubos met¨¢licos con leng¨¹etas conectados al teclado y a un entramado de pedales. Con el tiempo, los organeros lograron desplegar en timbres y en modulaciones casi toda la gama sonora de una magna orquesta sacra.
Toledo, El Escorial y Madrid fueron los principales focos de la m¨²sica de ¨®rgano en el centro de Espa?a. Los primeros ¨®rganos madrile?os proceden del sigloXVI. Raros fueron los conventos y parroquias que carecieron de ellos. Un organero de Ciempozuelos, Mateo de ?vila, tras vivir vinculado a la catedral de Toledo, verdadera matriz de la m¨²sica sacra espa?ola, consigui¨® emanciparse y establecer en Madrid su escuela, de la que surgi¨® un linaje de maestros organeros. Salazar y Quijano fueron otros apellidos unidos a este oficio artesano, que pronto hall¨® protecci¨®n regia y recibi¨® a maestros procedentes de Ler¨ªn y de ?ibar, como los Andueza y los Liborna Echevarr¨ªa. Hoy, muchos de los grandes ¨®rganos madrile?os languidecen en iglesias y conventos del ¨¢mbito territorial de la Comunidad. Su declive surgi¨® hace unos treinta a?os, desde que la m¨²sica religiosa dejara de protagonizar la liturgia cat¨®lica. En templos de confesiones cristianas protestantes, su uso permanece. Numerosos conciertos en ellos y en otras iglesias madrile?as mantienen vivo el rescoldo que sigue alumbrando la m¨²sica con el destello sacro del ¨®rgano.
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