"Nadie piensa que los "moros" eran esencialmente campesinos", se?ala el historiador Miquel Barcel¨®
Historiador de mente inquieta y dotado de un discurso de notable grosor conceptual, el medievalista Miquel Barcel¨® (Felanitx, 1939) posee una extraordinaria capacidad para desenmascarar las falacias del discurso hist¨®rico, incluso cuando ¨¦stas se encuentran profundamente arraigadas en el imaginario colectivo. Buena prueba de ello es el libro Musulmans i Catalunya (Emp¨²ries), que acaba de aparecer y del que Barcel¨®, catedr¨¢tico de Historia Medieval en la Aut¨®noma, es coautor y coordinador. El libro se?ala distorsiones y malentendidos que ha sufrido la historia de al-Andalus. "Nadie piensa en los moros como lo que esencialmente eran: campesinos", ejemplific¨® ayer Barcel¨®.
El libro, del que son autores, adem¨¢s de Barcel¨®, Xavier Ballest¨ªn, Helena Kirchner y F¨¨lix Retamero, es un conjunto de minuciosos estudios sobre la historia de al-Andalus, especialmente de su frontera superior, el valle del Ebro, a partir de las fuentes escritas desde inicios del siglo VIII hasta la toma de Lleida y Tortosa a mediados del XII. Refiri¨¦ndose al t¨ªtulo, Barcel¨® precis¨® ayer, al presentar el libro en la Universidad Aut¨®noma, que "no hubo musulmanes en Catalu?a; en el siglo VIII se form¨® una sociedad en Lleida, en Tortosa. Eso no tiene nada que ver con Catalu?a. Catalu?a es otra historia y otro pasado. Catalu?a aparece en el 1120-1130 por primera vez y alude de Barcelona hacia arriba. En 1145 se produce la conquista por el conde de Barcelona de Tortosa y luego Lleida, y punto. No hay una Catalu?a interna conquistada". Barcel¨® alert¨® contra lo que calific¨® de "valencianizaci¨®n de la historia", la invenci¨®n "de un pasado peninsular indescifrable, confuso, donde se mezcla todo, y que en Valencia se est¨¢ usando para argumentar que un lenguaje latino perdura a trav¨¦s de cuatro siglos de sociedad isl¨¢mica, que el valenciano como lengua no es catal¨¢n". En Catalu?a, dijo a este diario Barcel¨®, "al discurso pujolista le produce dentera el tema del islam, lo ve como algo ex¨®tico e inc¨®modo; creo que la exposici¨®n del Museo de Historia se hizo s¨®lo para la promoci¨®n exterior de la Generalitat". El libro presentado ayer comienza pasando revista a algunos lugares comunes equivocados sobre la creaci¨®n de al-Andalus: hubo ciertamente una migraci¨®n, muy primeriza, especialmente de bereberes -en contra de la idea de que lo que ocurri¨® fue una conversi¨®n de la poblaci¨®n aut¨®ctona-, que provoc¨® un nuevo orden agrario. El libro se?ala la "caricatura conceptual" que se ha hecho tradicionalmente del Estado isl¨¢mico, "un Estado que por sus caracter¨ªsticas no s¨®lo es incomprendido, sino que resulta repulsivo a la tradici¨®n pol¨ªtica sobre la que se fundamenta el Estado europeo, feudal primero, absolutista luego y finalmente nacional". Las distorsiones, a menudo maliciosas, de la historiograf¨ªa espa?ola -y catalana- al analizar al-Andalus no habr¨ªan sido posibles, se se?ala en el libro, si el inter¨¦s de investigaci¨®n y el an¨¢lisis prioritario fuera el proceso de trabajo campesino. "Pero nadie ha querido ver que el moro era esencialmente un campesino", dijo Barcel¨®; "se les ha visto como guerreros -fursan Allah, los jinetes de Dios-, constructores y sodomitas, pero no como lo que eran por encima de todo: campesinos. Era el trabajo campesino el que fabricaba la vida de al-Andalus. Lo que ocurre es que siempre que dise?as un depredador es bien recibido en c¨ªrculos historiogr¨¢ficos, pero si identificas campesinos te piden datos, pruebas". Barcel¨® recalc¨® que si en lugar de considerar los castillos el objeto principal de la investigaci¨®n arqueol¨®gica se hubiera empezado por los molinos, se tendr¨ªan conocimientos hist¨®ricos m¨¢s complejos y relevantes".
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