Por alusiones

En su carta al director del pasado jueves 12 de mayo, el se?or F¨¦lix Bay¨®n me atribuye no s¨¦ qu¨¦ prejuicios sociales a prop¨®sito de mi rese?a sobre El nombre que ahora digo, de Antonio Soler. Seg¨²n el se?or Bay¨®n, juzgo yo inveros¨ªmil que el protagonista de la novela, Gustavo Sintora, alcance a expresarse en un lenguaje po¨¦tico siendo como es"un tranviario malague?o, hijo de una familia semianalfabeta". Me ley¨® mal el se?or Bay¨®n. Lo que yo dec¨ªa, m¨¢s exactamente, es que en la novela "queda sin justificar el hecho de que un tranviario malague?o, hijo de una familia semianalfabeta, escriba de forma tan culterana y relamida". No se trata, pues, de que el dato sea m¨¢s o menos veros¨ªmil, sino de que el lector alcance a explic¨¢rselo. Por lo dem¨¢s, el hecho de que el se?or Bay¨®n identifique los adjetivos "culterano" y "relamido" con el de "po¨¦tico" lo dice todo sobre sus inclinaciones literarias. Pero no hay que dar demasiada importancia a tan ofendido arranque de principios pol¨ªticamente correctos. Al fin y al cabo, al se?or Bay¨®n lo mueve su p¨²blica amistad con Antonio Soler, y el hecho de que ¨¦ste, en su novela, preste su apellido nada menos que a un coronel republicano. Qu¨¦ bonito.-