El rock tambi¨¦n se escribe con k
Hay una cultura que se vive en la calle. No es la oficial, y se escribe con k: una manera de ponerle un anagrama a la rebeld¨ªa. Es la kultura alternativa de miles de j¨®venes que han escrito una sola regla: no hay reglas. En los ¨²ltimos a?os, muchos de ellos han okupado edificios vac¨ªos para vivir y organizar actividades como, entre otras, conciertos de rock. En nombre de la propiedad privada, a muchos locales okupados ha llegado la fuerza p¨²blica esgrimiendo ¨®rdenes judiciales y botes de humo para poner de patitas en la calle a los inquilinos ilegales. Pero entre ellos hay una m¨¢xima: "Un desalojo, una okupaci¨®n". Y los acontecimientos demuestran que es un movimiento, no organizado del todo ni con una filosof¨ªa concreta, al que es dif¨ªcil de eliminar s¨®lo con la ley (y la fuerza).En el centro de Madrid funcionaba hasta finales de a?o El Laboratorio, un centro social okupado muy activo basado en la autogesti¨®n y en la participaci¨®n de todos sus moradores. Las excavadoras acabaron con ¨¦l en diciembre, pero no con sus ideas, que r¨¢pidamente germinaron en la calle de los Hermanos Garc¨ªa Noblejas. As¨ª naci¨® como sala musical La Nevera, otro centro social okupado, que en los ¨²ltimos meses ha desarrollado, en el deshabitado pol¨ªgono industrial de San Blas, un interesante programa de conciertos de rock.
Sin ir m¨¢s lejos, el viernes actu¨® Manolo Kabezabolo y Los Que se Van del Bolo, prototipo de h¨¦roe punki cargado de mala uva. Un concierto al que asistieron m¨¢s de mil j¨®venes sin que se registrara ning¨²n percance. De teloneros, King Putreak, el grupo madrile?o liderado por dos peculiares personajes que se hacen llamar los Quiques. Ten¨ªan un divertido programa en televisi¨®n y acaban de publicar el libro Nadie come del aire, un best-seller de la contracultura madrile?a publicado por el sello Subterfuge.
Situado en una fr¨ªa, estrecha pero alargada nave con capacidad para acoger a 1.500 espectadores, La Nevera no es una vivienda, aunque a veces pernocten j¨®venes. Es un centro de cultura viva. Sus gestores viven en otro local okupado de Lavapi¨¦s que han conseguido tan s¨®lo en el mes de abril contar con artistas de la talla del octogenario y nada sospechoso Laurel Aitken, el padrino del ska; los chicano-californianos Aztlan Underground o los madrile?os Hechos Contra el Decoro. En ¨¦poca de crisis de salas de conciertos, La Nevera se ha llenado hasta la bandera. Pero la pata tanto la puede meter un vecino de la zona al que le moleste ver tanta vida cerca de su portal como un chaval que no ha sabido controlar su ingesta de litronas. La chispa puede saltar en cualquier momento.
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