Repartir el empleo y m¨¢s
IMANOL ZUBERO El pr¨®ximo viernes d¨ªa 21 nos convocan los sindicatos a una huelga a favor del reparto del empleo. Las organizaciones empresariales han descalificado la convocatoria y la misma reivindicaci¨®n afirmando que el reparto del empleo no sirve para acabar con el paro. Es cierto. La soluci¨®n al paro no puede consistir en transferir a los parados una parte del trabajo realizado por los trabajadores ocupados sencillamente porque no hay parados por un lado y gente que trabaja por otro: si hay dos millones de parados no basta con crear dos millones de empleos para eliminar el paro, ya que varios millones de personas m¨¢s sufren per¨ªodos de paro total o parcial en forma de empleos temporales. Es por eso que la reducci¨®n de la duraci¨®n semanal o diaria del trabajo es en la actualidad un medio mucho menos eficaz que antes para reducir el paro: permitir¨ªa aumentar el n¨²mero de empleos permanentes y a tiempo completo, pero no tendr¨ªa efectos sobre el n¨²mero y la precariedad de los empleos temporales. La patronal se ha anticipado a las reducciones de la duraci¨®n del trabajo d¨¢ndoles una forma que refuerza su poder: la de la flexibilidad precarizadora, la del paro parcial no indemnizado. Una forma de reparto del empleo con coste empresarial cero pero con un insostenible coste social. Es por eso que el reparto de trabajo, por s¨ª s¨®lo, no es soluci¨®n a los problemas derivados de la crisis de la sociedad salarial. Es precisa una pol¨ªtica de liberaci¨®n de tiempo y de redistribuci¨®n del trabajo con las caracter¨ªsticas siguientes: a) la duraci¨®n del trabajo debe ser reducida peri¨®dicamente en grados importantes; b) esa reducci¨®n debe hacerse mediante una ley marco; c) la reducci¨®n debe asumir m¨¢s de una forma: la semana de cuatro d¨ªas y de 32 o 35 horas s¨®lo es aplicable a los trabajadores estables y a tiempo completo de la industria; d) es necesario un plazo de algunos a?os previo a la entrada en vigor de la reducci¨®n de la duraci¨®n del trabajo que permita realizar previsiones sobre las necesidades cualitativas y cuantitativas de personal, la formaci¨®n o conversi¨®n profesional a los oficios en los cuales se crear¨¢ empleo y la negociaci¨®n de convenios colectivos y de acuerdos de empresa que concreten todas esas medidas; y, sobre todo, e) es imprescindible instituir y desarrollar un nuevo salario ciudadano de manera que toda persona activa perciba dos remuneraciones distintas: un salario por el trabajo que realice y un "segundo cheque" que compense las disminuciones salariales derivadas de la reducci¨®n peri¨®dica de la duraci¨®n del trabajo y asegure una remuneraci¨®n digna y continua a las personas empleadas de manera discontinua. L¨®gicamente, todo esto tiene un coste que no puede ser simplemente cargado sobre las empresas bajo la forma de un aumento de los salarios por hora. Es necesario encontrar un modo de financiaci¨®n para el segundo cheque que satisfaga tres condiciones: no amputar la remuneraci¨®n real de los asalariados, no incrementar los costes de las empresas y no impedir a ¨¦stas que reduzcan sus costes salariales mediante inversiones de productividad. La v¨ªa puede ser un impuesto selectivo sobre el consumo, diferenciado seg¨²n la naturaleza de los productos, que permita a la sociedad orientar el consumo seg¨²n criterios sociales, culturales y ecol¨®gicos, en lugar de permitir que las empresas desarrollen los productos que les reporten los beneficios m¨¢s elevados. Tienen, pues, raz¨®n los empresarios cuando dicen que no es suficiente con reducir y repartir el tiempo de trabajo: hay que hacer m¨¢s que eso y, sobre todo, hay que hacerlo en el marco de un proyecto pol¨ªtico de profundizaci¨®n en la democracia. Lo que no sirve es su b¨¢rbara estrategia de repartir el empleo mediante la precarizaci¨®n. Para ser eficaz, la reducci¨®n de la duraci¨®n del trabajo exige la movilizaci¨®n y el compromiso de la sociedad a todos los niveles. La huelga del 21 tiene que servir para impulsar este compromiso.
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