Seguimos
Y seguimos con la guerra, y con la limpieza ¨¦tnica (qu¨¦ nombre tan leve para algo tan brutal como el genocidio), y con los errores de la OTAN. Seguimos con el sufrimiento de cientos de miles de personas, y su dolor empieza a resbalarnos. Las columnas de refugiados, los ni?os llorando, los ancianos agonizando. Est¨¢n frente a nosotros, pobres kosovares maltratados, pero hemos aprendido a evitar sus devastados rostros, y a dejar resbalar vagamente nuestra mirada por encima de esas cabezas ahora piojosas. Dicen los del ACNUR que no tienen dinero para los refugiados y no sucede nada: ni nos inmutamos. No hay fondos para pagarles alimentos, ni solidaridad popular como la que hubo cuando el hurac¨¢n de Centroam¨¦rica. Ya digo, ahora sabemos c¨®mo mirar sin ver. Ya no les prestamos atenci¨®n.Vivimos tiempos torpes y penosos. Tengo amigos queridos que firman manifiestos a la vez contra Milosevic y contra la OTAN. Me parece tentador, pero irreal, insuficiente y f¨¢cil. Algo hab¨ªa que hacer contra Milosevic. Algo habr¨¢ que hacer contra los genocidas. Sigo siendo partidaria de la intervenci¨®n, esto es, de una intervenci¨®n militar, mejor con la ONU; y sigo siendo contraria al modo en que la OTAN est¨¢ llevando a cabo esta guerra terrible. Dolor sobre dolor, todo sigue igual, es decir, empeora. Como tambi¨¦n empeora nuestro ego¨ªsmo.
Somos un pa¨ªs rico, y la riqueza engorda el egocentrismo. No hay como vivir bien para que se le acorchen a uno los sentimientos. De cada diez espa?oles que trabajan voluntarios en las ONG, seis ganan menos de 100.000 pesetas al mes. Son los m¨¢s pobres, y los m¨¢s generosos. Como esos albaneses mis¨¦rrimos que han abierto sus humildes viviendas a los refugiados kosovares. ?Instalar¨ªa usted a una familia kosovar en su casa? Creo que yo tampoco. Aqu¨ª seguimos, en fin, amodorrados de bienestar e indiferencia.
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