Jos¨¦ Tom¨¢s, por la puerta grande
Se cumplieron las previsiones: Jos¨¦ Tom¨¢s iba a ser el triunfador, y triunf¨®; Jos¨¦ Tom¨¢s iba a barrer con todos, y barri¨®; Jos¨¦ Tom¨¢s se iba a jugar el todo por el todo, y se la jug¨®. Resultado: aclamaciones, el delirio, salida a hombros por la puerta grande; un cartel revalorizado, si es que ten¨ªa algo por revalorizar; la toma con pleno derecho del cetro del toreo. Hoy es Jos¨¦ Tom¨¢s quien manda en Espa?a. Se entiende: despu¨¦s del Rey.Ya lo hab¨ªa dicho el poeta, tiempo ha, con referencia a Vicente Pastor. El poeta era Rafael Duyos, que puso la frase en boca de una infanta. Dice que le dijo la infanta a una de sus damas de corte: "Reconocer¨¢s que este Vicente Pastor es hoy quien manda en Espa?a. Se entiende, ?despu¨¦s del rey!
Torero / Rivera, Rinc¨®n, Tom¨¢s
Cuatro toros de El Torero, tres primeros justos de presencia, 5? con trap¨ªo, manejables. 4? y 6 ? de El Sierro, con presencia, mansos, con genio. Varios sospechosos de pitones.C¨¦sar Rinc¨®n: estocada tendida perdiendo la muleta (silencio); media ladeada -aviso- y cuatro descabellos (silencio). Rivera Ord¨®?ez: cuatro pinchazos, estocada trasera y rueda de peones (silencio); dos pinchazos, estocada ca¨ªda perdiendo la muleta y descabello (pitos). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada ladeada (oreja); estocada corta tendida y rueda de peones (oreja); sali¨® a hombros por la puerta grande. Asisti¨® el Rey, que presenci¨® la corrida en una barrera. Plaza de Las Ventas, 18 de mayo. 10? corrida de feria. Lleno.
Pues eso: manda Jos¨¦ Tom¨¢s. Despu¨¦s del Rey.
A C¨¦sar Rinc¨®n y a Rivera Ord¨®?ez, para empezar, los mand¨® a por tabaco. Andaban C¨¦sar Rinc¨®n y Rivera Ord¨®?ez que si meto el capote o que si no lo meto, que si esto o lo otro, y fue Jos¨¦ Tom¨¢s, se lo ech¨® a la espalda, ci?¨® una gaonera y a la siguiente sal¨ªa por los aires volteado entre las astas. ?Quiere creerse que ni se mir¨® siquiera? Volvi¨® a la cara del toro, concluy¨® los lances y se march¨® tan serrano.
Ah¨ª se meti¨® Jos¨¦ Tom¨¢s al p¨²blico en el bolsillo porque as¨ª, con valor y con lo que hay que tener, es como se meten a los p¨²blicos en el bolsillo los toreros.
Luego se lo meti¨® ligando naturales. No se dobl¨®, ni tante¨®, ni nada. Antes al contrario sali¨® a los medios, la muleta en la izquierda y se puso a torear al natural. Lo malo fue que el toro no estaba para semejantes trotes y al tomar el natural cay¨® de cuernos, se apalanc¨® en ellos y peg¨® una voltereta que, si la ve ?ngel Cristo, le contrata para el circo.
Toro que cae de cuernos desmerece las mejores faenas y as¨ª pudo ocurrir de no ser porque la afici¨®n estaba con el artista e hizo como que no ve¨ªa. Y el artista se complaci¨® en torear despacio, ligar naturales ora cargando la suerte ora juntas las zapatillas, marcarse unos redondos, abrochar la faena con los inevitables ayudados, cobrar una estocada no muy arriba y llevarse la oreja que se pidi¨® con verdadera vehemencia.
Los que hab¨ªan ido a por tabaco no pudieron apreciar el toreo como es, y eso les salva.
En el caso de C¨¦sar Rinc¨®n no es que lo ignore sino que se le ha debido olvidar. C¨¦sar Rinc¨®n parec¨ªa un principiante. No ya en el primer toro al que, pese a su nobleza, no le lig¨® ni un pase, los dio todos corriendo; sino, sobre todo, en el cuarto, de acusada mansedumbre, con el que no emple¨® recurso lidiador alguno, sufri¨® achuchones y acab¨® perdiendo los papeles.
En el caso de Rivera Ord¨®?ez quiz¨¢ sea que le falta escuela. Se pon¨ªa a pegar derechazos -en el quinto toro empez¨® por naturales- y cada pase resultaba de una espantosa vulgaridad. Para su mal, la afici¨®n se los examin¨® con lupa, y le reprochaba la colocaci¨®n, las distancias, el pico, el fuera-cacho, esas cosas.
La anal¨ªtica no funcion¨®, en cambio con Jos¨¦ Tom¨¢s, para su bien. El toro ¨²ltimo, manso, luego recrecido en virtud de una casta ind¨®mita, trajo a Jos¨¦ Tom¨¢s por la calle de la amargura. Lo importante fue que Jos¨¦ Tom¨¢s le plant¨® cara, se lo pas¨® cerca, menudearon los embroques espeluznantes, la angustia trascendi¨® a los tendidos y al p¨²blico le iba a dar algo. Los enganchones se suced¨ªan y cada enganch¨®n se aclamaba con ol¨¦s; hubo tres desarmes y cada desarme provocaba una ovaci¨®n clamorosa. El torero no pod¨ªa con el toro, ni siquiera cuando al final instrument¨® unos torer¨ªsimos ayudados por bajo, y sali¨® empitonado otra vez. Al cobrar Jos¨¦ Tom¨¢s la estocada se desbord¨® el entusiasmo y el torero sali¨® a hombros por la puerta grande en loor de multitud.
Jos¨¦ Tom¨¢s es hoy quien manda en Espa?a. Estaba el Rey viendo el acontecimiento desde una barrera pero como iba de inc¨®gnito no reivindic¨® sus derechos y aplaud¨ªa tambi¨¦n.
Babelia
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