Jim Jarmusch resuelve con humor un relato ¨¢spero y truculento
Dumont, Bellocchio y Ron Howard completan una jornada algo gris
ENVIADO ESPECIALGhost dog, de Jim Jarmusch, no estuvo a la altura de la expectaci¨®n que lo rodeaba, fomentada por la singularidad de la idea argumental: un samurai negro, interpretado por el genial Forest Whitaker, se mueve en las sombras, ejerciendo su tarea de ¨¢ngel exterminador al servicio de un gang mafioso. Pero no decepciona. Es divertida, est¨¢ bien hecha y se agradece su buen gusto, humor y ligereza.
Mientras tanto desfilaron otras tres pel¨ªculas de muy diferentes registros, pero con alg¨²n despunte de m¨¦rito, aunque, en general, sosas, lo que hizo a la jornada de ayer la primera gris de este movido festival. Claro que su soser¨ªa se aten¨²a un poco si se las mira con buena uva y se deducen de ellas algunas sonrientes conclusiones, como la de comprobar con sorpresa que el norteamericano Ron Howard no ha hecho en EDtv -secuela en plan veros¨ªmil del aparatoso vuelo aleg¨®rico de El show de Truman- una pel¨ªcula espantosa, como era lo l¨®gico, sino, incomprensiblemente, s¨®lo mala.Y descubrir asombrados en El ama de leche que el sutil italiano Marco Bellocchio no obliga a Valeria Bruni-Tedeschi a hacer una felaci¨®n a Fabrizio Ventivoglio en el tejado del cuartel de carabineros de Palermo, ni a ¨¦ste bajarse los pantalones para cubrir con sus excrementos una fotograf¨ªa de mam¨¢ durante una alocuci¨®n navide?a del Papa en la plaza de San Pedro, sino que se limita pudorosamente a esbozar, siguiendo el hilo de un cuento de Pirandello, un contrato de alquiler de tetas por una reci¨¦n parida adinerada, pero seca, a una generosa amamantadora proletaria, mientras (para que la cosa quede m¨¢s clara) los rojos sicilianos se echan a la calle indignados a hacer la revoluci¨®n e Italia entera agradece al sutil cineasta que haya resuelto por fin el enigma de si hay o no hay ballenas en la fuente del r¨ªo T¨ªber.
Y, ya que la pel¨ªcula de Jarmusch se nos anunci¨® como ¨¢spera y truculenta, comprobar que su rosario de cr¨ªmenes es en realidad un florilegio franciscano comparado con las lindezas que cuenta el franc¨¦s Bruno Dumont bajo el comedido t¨ªtulo de La humanidad, pues la cosa, aunque ocurre en una zona rural de la costa norte?a francesa, va de met¨¢fora universal, en la que un polic¨ªa tonto y bueno lleva a cabo la parsimoniosa investigaci¨®n del l¨²gubre asesinato y violaci¨®n de una ni?a, con un plano detallado y persistente de su ensangrentada vagina en contrapunto con otra toma con lupa de la entrepierna de la novia adulta del asesino cogida en pleno derroche de hembra bien atendida. Y esto, y mucho m¨¢s, a lo largo de dos lent¨ªsimas, inacabables y elaborad¨ªsimas tres horas completamente siniestras, que har¨ªan a la pel¨ªcula soportable si fuera mala, porque queda el recurso de re¨ªrse de ella, pero resulta que es una concienzuda met¨¢fora del horror de vivir, tan sinuosamente bien elaborada, que puede optar a alg¨²n premio. Estupendo cine disuasorio, que quita las ganas de volver a pisar una sala.
A la sombra de La humanidad, las sanguinarias haza?as del samurai protagonista de Ghost dog son un fest¨ªn de cine buc¨®lico. Que Jim Jarmusch tiene gracia se sab¨ªa desde que comenz¨® su carrera, en 1980, pero que pudiese conservarla mientras sigue las huellas de Forest Whitaker en sus silenciosas correr¨ªas nocturnas en busca de cabezas en las que meter una bala entre ceja y ceja, no se sab¨ªa hasta ayer. Este ya veterano cineasta de la modernez norteamericana es de los que saben sacar agua de un pedernal, de modo que logra, sin hacer perder nunca su severa dignidad al samurai, introducir por las rendijas del sombr¨ªo relato una refinada y variada gama de golpes y de engranajes de humor, hasta el punto de que las batidas que emprende el singular pistolero contra un gang de mugrientos mafiosos resultan no s¨®lo divertidas, sino tambi¨¦n edificantes, sin perder nada de su violencia. Es de esa violencia de donde Jarmusch extrae parad¨®jicamente la gracia, y esto ennoblece y hace elegante su forma de abordar un asunto tan por los suelos y tan propio de uno de los aspectos m¨¢s rastreros del cine actual.
Juega Jarmusch muy h¨¢bilmente con lo inveros¨ªmil, hasta hacerlo cre¨ªble sin que dejemos de percibir su realidad. De ah¨ª la sensaci¨®n de juego macabro, de poema l¨²gubre, de retablo gozoso de horrores, que se escapa de la mole negra de este tr¨¢gico perro fantasmal que deambula por las calles de la ciudad siempre acariciado por los amables tent¨¢culos de la comedia.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.