El Reino Unido deport¨® a 150.000 hu¨¦rfanos a sus colonias hasta 1967
El Gobierno reconoce que el objetivo era "blanquear la raza"
Uno de los secretos mejor guardados de la historia brit¨¢nica, la deportaci¨®n a las antiguas colonias del Imperio de hasta 150.000 hu¨¦rfanos menores de edad para que "blanquearan la raza", fue desvelado ayer en la C¨¢mara de los Comunes. Los ni?os desembarcaron en su mayor¨ªa en Australia y Nueva Zelanda, donde llevaron una vida de trabajo y abusos. Seg¨²n el Gobierno laborista, que ayer present¨® un informe al respecto, sus vidas destrozadas constituyen una verg¨¹enza para el Reino Unido, "que se desentendi¨® de sus propios ciudadanos".
Las tribulaciones de los emigrantes forzosos, a muchos de los cuales se les ocult¨® que ten¨ªan parientes vivos, fueron aireadas por vez primera en un documental emitido en 1993 por la televisi¨®n australiana. Los ¨²ltimos en llegar a los ant¨ªpodas abandonaron el territorio brit¨¢nico en 1967. Poco pod¨ªan imaginar al pisar su pa¨ªs de adopci¨®n que el mismo viaje hab¨ªa sido realizado por miles de menores como ellos. Un ominoso trayecto recorrido nada menos que desde 1618 con el benepl¨¢cito de las autoridades.A pesar del tiempo transcurrido y las transformaciones sociales operadas en el Reino Unido, la suerte de los hu¨¦rfanos no hab¨ªa variado a trav¨¦s de los siglos. Recluidos en su patria en orfelinatos y hogares de acogida, todos cre¨ªan que sus padres hab¨ªan muerto. La verdad era bien distinta. Muchos eran hijos de madres solteras despojadas del ni?o poco despu¨¦s del parto. Otras familias los cedieron por falta de recursos econ¨®micos y les fue negado el contacto. En m¨¢s de una ocasi¨®n, los parientes oyeron que hab¨ªan sido adoptados -un enga?o- y era mejor dejarles tranquilos en su nueva casa.
El diputado David Hinchliffe, presidente de la comisi¨®n parlamentaria de Sanidad que ha hurgado ahora en sus vidas, no ha tenido m¨¢s remedio que bautizarles como "los hijos perdidos del Imperio". Enviado a Australia y Nueva Zelanda en comisi¨®n de servicios, sus investigaciones deben servir para enmendar "uno de los cap¨ªtulos m¨¢s negros de nuestra historia", seg¨²n afirm¨® ayer.
Contrariamente a lo que se crey¨® en un principio, el n¨²mero de deportados superaba con creces los 50.000 menores de los que se ten¨ªa noticia. Dado que los barcos cargados de hu¨¦rfanos empezaron a fletarse en el siglo XVII, la cifra definitiva ronda los 150.000. Canad¨¢ y Rodesia (actual Zimbabue) tambi¨¦n recibieron contingentes similares.
Pero el informe de Hinchliffe guardaba ayer otra sorpresa. Una vez desembarcados -algunos ni?os apenas hab¨ªan cumplido los 4 a?os- eran conducidos a hogares de acogida regentados sobre todo por ¨®rdenes religiosas. Confinados en parajes remotos del interior de cada pa¨ªs, los reci¨¦n llegados eran obligados a trabajar en condiciones terribles a cambio de una educaci¨®n escasa. Los abusos sexuales de que a menudo fueron objeto, transformaron la promesa de una vida mejor en una pesadilla. Los m¨¢s traumatizados entre los supervivientes no descartan pedir una compensaci¨®n econ¨®mica.
"Se?or¨ªas, he venido a contarles una historia de deportaci¨®n de menores brit¨¢nicos vulnerables, patrocinada por su propio pa¨ªs, que opt¨® por lavarse las manos ante situaciones monstruosas", dijo Hinchliffe. Aunque buena parte de los deportados supervivientes ha logrado rehacer su vida en el extranjero, y no a todos les resultar¨ªa f¨¢cil regresar, el Gobierno laborista dedicar¨¢ unos 240 millones de pesetas a la busca de sus familias perdidas. Se supone que los m¨¢s j¨®venes, que superan con creces la cuarentena, cuentan con mayores posibilidades de ¨¦xito. Una dolorosa realidad que el subsecretario de Estado laborista de Sanidad, John Hutton, ha reconocido al lamentar "profundamente", en nombre del Ejecutivo, lo sucedido.
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