A la izquierda de Poncio Pilatos
?rase una vez el internacionalismo. La izquierda sent¨ªa como suya propia cualquier herida y cualquier injusticia que se infligiera a los d¨¦biles y a los oprimidos, a los ¨²ltimos, a los "condenados de la tierra". La pr¨¢ctica de la "izquierda" -estalinista y posestalinista- en el poder desment¨ªa a menudo ese principio. Pero el principio permanec¨ªa, como acusaci¨®n y remordimiento contra reticencias, represiones, falsedades. Concluida la ¨¦poca de los comunistas, era de suponer que llegasen menos falsedades y represiones, y que permaneciese el internacionalismo de los valores, la intransigencia y la coherencia en la defensa de los oprimidos.Pero no ha sido as¨ª. La guerra de los Balcanes ha provocado y provoca divisiones y alianzas in¨¦ditas, transversales, quiz¨¢ impensables. Cat¨®licos integristas y neocomunistas ex estalinistas coinciden con los grup¨²sculos nazis al invocar "?fuera Italia de la OTAN, fuera la OTAN de Italia!", mientras el primer Gobierno de izquierdas -desgarrado en su interior- encuentra en la guerra el apoyo m¨¢s leal en los ex fascistas y los ex democristianos de derechas. Un laberinto de acusaciones y contraacusaciones que corre el riesgo de paralizar y destruir en la izquierda lo que queda de una identidad ahora inencontrable. Por lo tanto, intentemos recorrer este laberinto siguiendo el ¨²nico hilo admisible para la izquierda: el de los valores sencillos -justicia y libertad- que desde siempre constituyen la ¨²nica e irrenunciable raz¨®n de su existencia.
La expresi¨®n "limpieza ¨¦tnica" suena muy as¨¦ptica y, por lo tanto, casi tranquilizadora, como todos los asuntos ordinarios. Pero no tiene nada de ordinario. En efecto, "limpieza ¨¦tnica" quiere decir deportaci¨®n de poblaciones enteras, violaciones en masa, casas sistem¨¢ticamente incendiadas para que no exista ninguna posibilidad de regreso para los supervivientes, fosas comunes repletas de hombres masacrados. Quiere decir tortura y muerte como ¨²nica l¨®gica y vocaci¨®n en las relaciones con el pr¨®jimo.
Puesto que esto es lo que Slobodan Milosevic llevaba haciendo desde hac¨ªa a?os, mientras los Gobiernos occidentales le daban largas, parec¨ªa obvio que mientras tanto los pacifistas y la izquierda mostraran su indignaci¨®n. Parec¨ªa obvio que las plazas se llenaran al grito de "?Milosevic, verdugo!" y "?libertad para Kosovo!". Y que los pacifistas y las izquierdas organizaran un "tribunal Russell" de personalidades internacionales para condenar, por lo menos moralmente, al criminal que gobierna en Belgrado. Y que presionaran a sus respectivos Gobiernos, acus¨¢ndoles de debilidad e inadmisible espera, para una impostergable intervenci¨®n a favor de la poblaci¨®n de Kosovo sometida a un genocidio rastrero.
Por otra parte, el propio Papa hab¨ªa expuesto su teor¨ªa sobre la necesidad de la intervenci¨®n armada con fines humanitarios -en los d¨ªas de la divisi¨®n de Bosnia-, alegando que "si por el camino nuestro pr¨®jimo es agredido, es justo ayudarle a que se defienda". Indiscutible, al menos para quien cree en los derechos civiles y en las libertades elementales que sin ellos se desvanecen. ?Acaso, en opini¨®n de Karol Wojtyla, los ciudadanos de Kosovo son seres humanos de clase B? ?Y por qu¨¦ "no asedia" la izquierda las embajadas de Milosevic gritando todo su desprecio y su condena por la masacre de Belgrado?
Porque las bombas de la OTAN no resuelven el problema, se contesta. Pero, frente a un proyecto de genocidio, que ha entrado ya en la fase de ejecuci¨®n, ?pueden de verdad bastar las palabras, la iniciativa diplom¨¢tica, quiz¨¢ las sanciones econ¨®micas? Porque todo esto se ha intentado durante a?os, sin resultado. Ning¨²n acuerdo es aceptable para Milosevic mientras no contemple libertad de acci¨®n para ¨¦l en Kosovo. Milosevic est¨¢ dispuesto a la paz s¨®lo si puede hacer de ella un desierto.
Pero la guerra llama a la guerra, en una espiral de muerte, se dice. Y se acusa a la OTAN de que los ataques a¨¦reos han empujado a Milosevic a intensificar las masacres y las deportaciones. Extraordinaria mezcla de mentiras y vilezas. En realidad, hace a?os que Milosevic empez¨® las masacres en nombre de la Gran Serbia. Doscientos mil muertos y tres millones de deportados era el balance antes de que empezase el exterminio sistem¨¢tico de Kosovo. Y desde 1991, Milosevic ejecuta en teor¨ªa y en pr¨¢ctica su pol¨ªtica, y Kosovo es s¨®lo la ¨²ltima etapa, despu¨¦s de las pruebas en Croacia y en Bosnia. ?O es que ya nos hemos olvidado de Sarajevo?
Y por otra parte, ?desde cu¨¢ndo la izquierda considera moral, o s¨®lo pol¨ªticamente realista, la espera y la inactividad, por miedo a que el agresor multiplique contra las v¨ªctimas la opresi¨®n y la crueldad, extendi¨¦ndolas a nuevos inocentes? Con esta l¨®gica, la resistencia contra Hitler y Mussolini no habr¨ªa nacido nunca, en vista de que a cada acci¨®n partisana los fascistas y las SS respond¨ªan con incendios en Mazarbotto y fusilamientos en las Fosas Ardeatinas.
?Habr¨ªa que haberse quedado mirando cuando los "cuatro generales" decidieron la "limpieza ¨¦tnica" de Espa?a, en lugar de organizar las Brigadas Internacionales contra el fascismo de Franco? ?O no fue un crimen imperdonable -entre los muchos de Stalin- el no haber mandado ayuda suficiente, al menos en armamento, a los republicanos de cualquier color que luchaban en Espa?a por la libertad de Europa? Con esta l¨®gica -es in¨²til agarrarse a un clavo ardiendo- se renueva y se santifica el s¨ªndrome de M¨²nich. Pero las concesiones no domestican nunca el expansionismo de los dictadores, sino que lo alientan. Y si la comparaci¨®n entre Milosevic y Hitler es falaz, se debe sobre todo al hecho de que Serbia, grande o peque?a, est¨¢, por suerte, a a?os luz de la potencia de Alemania.
M¨¢s, y m¨¢s reciente: ?se ha olvidado la izquierda de Vietnam? ?Hab¨ªa que escatimar la solidaridad, en nombre de una "paz cualquiera", a Vietnam del Norte, que apoyaba activamente y con todos los medios a los insurrectos del Sur? Y si el pacifismo de las izquierdas oficiales era todo menos "equidistante", y, por el contrario, formaba un todo con el apoyo de Vietnam del Norte, la posici¨®n de las izquierdas extraparlamentarias, crucial para el estallido del 68, fue, incluso en su programa, antipacifista: "?Vietcong gana porque dispara!". Que no se diga que los habitantes de Kosovo no garantizan la acci¨®n democr¨¢tica. Es completamente cierto, en efecto, pero tampoco el r¨¦gimen del Vietcong o el de Ho Chi Minh (por no hablar de los Jemeres Rojos) brillaban por su pureza democr¨¢tica si despu¨¦s de
A la izquierda de Poncio Pilatos
la reunificaci¨®n se tuvo que asistir a la tragedia de los boat people.?Se han movido exclusivamente por motivos humanitarios el Gobierno norteamericano y la OTAN? Excluy¨¢moslo. Pongamos m¨¢s bien en la cuenta que a no pocos l¨ªderes de Estados Unidos y miembros de los altos mandos les gu¨ªan motivos menos nobles, c¨¢lculos de poder y reafirmaciones de liderazgo. ?Es ¨¦sta una buena raz¨®n para pisotear los buenos motivos de los oprimidos de Kosovo?
En 1956, los obreros y los estudiantes de Budapest se alzaron contra el r¨¦gimen comunista estaliniano. En Italia, los que organizaron las demostraciones de solidaridad con aquella lucha fueron los j¨®venes fascistas, a los que impulsaba todo menos las movilizaciones a favor de la libertad de los insurrectos h¨²ngaros. Su apoyo era puramente instrumental. El PCI utiliz¨® tambi¨¦n esas manifestaciones para tachar de reaccionarios y fascistas los motines antiestalinistas de Budapest. ?Hab¨ªa que estar con los tanques sovi¨¦ticos por rechazo a la "solidaridad" interesada de los fascistas? ?O se deb¨ªa, m¨¢s bien, estar a la cabeza de la solidaridad con los insurrectos de izquierdas, combatiendo en la brecha todo instrumentalismo de derechas?
Hoy, para cada mujer de Kosovo cuyo horizonte oscilaba ya entre violaci¨®n o viudedad, para cada hombre de Kosovo para el que una muerte sin tortura es casi un privilegio, para cada ni?o de Kosovo al que se niega una infancia aunque se le conceda la vida, la intervenci¨®n de la OTAN es el ¨²nico rayo de esperanza.
Sin embargo, la forma de llevar las operaciones de la OTAN confirma, por si fuera necesario, que la guerra es algo demasiado serio para dejar que la hagan los generales. ?No permit¨ªa la notable superioridad t¨¦cnica de la OTAN, desde el primer d¨ªa, la instalaci¨®n de una emisora de radiotelevisi¨®n en serbio en las costas italianas, o en un barco, con una potencia superior a las de Milosevic? ?C¨®mo se ha podido descuidar un factor tan decisivo? Porque es evidente que el primer reflejo condicionado frente a las bombas comporta la reafirmaci¨®n de la unidad nacional y del consenso en el Gobierno, y que, por lo tanto, una informaci¨®n objetiva era el ¨²nico ant¨ªdoto y la fuerza m¨¢s poderosa para minar la credibilidad del r¨¦gimen y preparar su ca¨ªda. ?Y por qu¨¦ no se ha considerado que una ayuda suficiente a los pr¨®fugos es por lo menos tan importante como la mort¨ªfera exactitud de los bombardeos?
Porque una guerra se hace para llegar a la paz. Y despu¨¦s de todo lo que ha hecho Milosevic, al deportar a todo un pueblo, masacrar y exterminar, s¨®lo un N¨²remberg puede concluir esta guerra sin peligros mayores para la convivencia en los Balcanes y para la democracia en Europa. Toda "paz" que legitimase a cualquier precio a Milosevic ser¨ªa ficticia e ilusoria. Un parlamentario europeo que resume m¨¢s que otros la tradici¨®n de la mejor (y m¨¢s radical) izquierda, Dany Cohn-Bendit, ha indicado con claridad una necesidad ineludible y, por lo tanto, el objetivo estrat¨¦gico: un protectorado europeo en los Balcanes. Podemos imaginarnos a los pacifistas rasg¨¢ndose las vestiduras: ?es que Europa quiere convertirse en el gendarme del mundo?
Gendarme, no, pero defensor c¨ªvico, s¨ª. Y armado, si es necesario. La vocaci¨®n de Europa no puede ser m¨¢s que ¨¦sta: garantizar por todos los medios la tolerancia rec¨ªproca y la rec¨ªproca aceptaci¨®n. Esto es la pr¨¢ctica de la ciudadan¨ªa, y de los derechos que de ella nacen, para cada uno, hasta el ¨²ltimo disidente. Apagando en su nacimiento toda veleidad en contra, ya se proclame en nombre de un Reich milenario o de un Oriente ortodoxo, o de cualquier otro fanatismo de sangre, suelo y fe. La pol¨ªtica de la diferencia y de las libertades no tolera equidistancias. La pol¨ªtica de la izquierda no puede asumir como s¨ªmbolo propio a Poncio Pilatos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.