"Ma?ana me cagar¨¦ en L¨®pez" JOAN DE SAGARRA
Antoni Lucchetti, coordinador de Esquerra Unida i Alternativa, public¨® el pasado mi¨¦rcoles en este peri¨®dico un art¨ªculo titulado Barcelona no se merece la plaza de Antonio L¨®pez. Seg¨²n Lucchetti, "la inmensa mayor¨ªa de los barceloneses de origen o adopci¨®n desconocen la actividad comercial que le dio a Antonio L¨®pez y L¨®pez los primeros recursos para amasar luego una gran fortuna: el comercio de esclavos". Acto seguido, Lucchetti nos habla de las relaciones de don Antonio con Alfonso XII, que lo har¨ªa marqu¨¦s de Comillas y grande de Espa?a, y con otras ilustres familias catalanas de banqueros y comerciantes; de su "magn¨ªfica y provechosa boda"; de su amistad con Gaud¨ª; de su mecenazgo con mos¨¦n Cinto Verdaguer, y de la bendici¨®n apost¨®lica y la indulgencia plenaria que el papa Le¨®n XIII le concedi¨® en v¨ªsperas de su muerte. Lucchetti, pese a la incuestionable condici¨®n de patricio del se?or marqu¨¦s, fundador de la Compa?¨ªa Trasmediterr¨¢nea, est¨¢ convencido de que Barcelona no se merece la plaza de un hombre que amas¨® una fortuna haciendo de negrero. "Cierto es que se trata de una ciudad contradictoria, pero hay valores que deber¨ªan predominar", afirma Lucchetti. Mi opini¨®n es que Barcelona se merece la plaza de Antonio L¨®pez como se merece el monumento a Camb¨®, el pol¨ªtico de la Lliga, el creador de la Bernat Metge y el hombre que ayud¨® con su dinero a Franco a ganar la guerra civil. Barcelona, como bien dice Lucchetti, es una ciudad contradictoria, y querer convertir sus calles y plazas en un nacimiento me parece una solemne majader¨ªa. Con ese criterio -el del odio al negrero- habr¨ªa que destruir la ciudad de Nantes y un buen pu?ado de ciudades m¨¢s. Pero, afortunadamente, en caso de que triunfaran los "valores" del se?or Lucchetti, siempre podr¨ªamos contar con los impagables servicios de una figurilla entra?able del nacimiento catal¨¢n: el caganer. En el mes de julio de 1975 debut¨¦ como corresponsal en Barcelona de un semanario sat¨ªrico madrile?o: El Cocodrilo Leopoldo. Y debut¨¦ con una cr¨®nica que titul¨¦ El cagarring. Eran los a?os del streaking, en que la gente, de pronto, aparec¨ªa completamente desnuda corriendo por las calles, por los estadios e incluso por el Bocaccio. Pues bien, aquel mes de julio recib¨ª una carta de un chiflado que firmaba Malats de Pal¨¤; en ella dec¨ªa que, puestos a desnudarse, por qu¨¦ no aprovechar para cagarse, y me anunciaba que al d¨ªa siguiente se cagar¨ªa en L¨®pez, sin m¨¢s. Mi instinto de reportero me llev¨® a pensar en don Antonio L¨®pez, y el s¨¢bado -la carta, entregada en mano en la redacci¨®n, llevaba fecha del viernes- me acerqu¨¦, por la ma?ana, al monumento a don Antonio y pude comprobar que al pie de la estatua hab¨ªa un cagarro de considerables dimensiones. Jam¨¢s llegu¨¦ a ponerme en contacto con el chiflado Malats de Pal¨¤, con el caganer. ?Era realmente un chiflado? ?C¨®mo escog¨ªa a sus v¨ªctimas? Eso es algo que nunca supe. Pero un par de semanas m¨¢s tarde el mismo Malats me hac¨ªa llegar una foto, de escasa calidad, en la que se ve¨ªa a un tipo flacucho, completamente desnudo, de espaldas, cag¨¢ndose ante la Banca Catalana -las letras eran bien visibles- del paseo de Gr¨¤cia. Le mand¨¦ copia de la foto a mi amigo Joan Fuster, el cuervo de Sueca -esas cosas siempre le hicieron mucha gracia-, y ¨¦l a su vez me mand¨® otra foto de un cagarro, todav¨ªa m¨¢s impresionante que el que yo vi junto a la estatua de L¨®pez, el cual, seg¨²n me dijo, hab¨ªa aparecido en la puerta de la casa de una fallera mayor de Gand¨ªa. En su carta, Fuster me dec¨ªa que la foto del cagarro de Gand¨ªa hab¨ªa sido tomada unos d¨ªas antes de que yo descubriera el de L¨®pez. ?Eran ambos obra del mismo caganer? ?Exist¨ªa una secta? Ha llovido mucho desde aquel verano de 1975. Si alguna vez existi¨® el chiflado de Malts de Pal¨¤ o la secta de los caganers valencianos, o de los Pa?sos Catalans -pero la carta de Malats, la foto del tipo cag¨¢ndose en la Banca Catalana y la foto que mand¨® Fuster son aut¨¦nticas, y las guardo- es cosa que hoy tiene escasa importancia. A lo m¨¢s conserva una cierta importancia period¨ªstica o acad¨¦mica, dada la dimensi¨®n, considerable, de los respectivos cagarros. Pero me ha gustado sacar a relucir esas cosas del verano de 1975 ahora que Lucchetti reclama la sustituci¨®n de la plaza del negrero por la plaza del inmigrante -?acaso no hubo, no hay, inmigrantes hijos de puta?-, que la posible secta de los caganers se ha visto sustituida por un conjunto musical que atiende por Els Pets y que en los ¨²ltimos d¨ªas, en mi barrio del paseo de Sant Joan, poblado de estatuas, de Clav¨¦ a Verdaguer, el tema que revolucionaba a los vecinos era la desaparici¨®n o no de... ?un pipi-can!
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