Y ustedes, ?de qu¨¦ se quejan?
?De qu¨¦ se quejan ustedes, los lectores? ?Cu¨¢les son sus preocupaciones o sus advertencias m¨¢s frecuentes? Ma?ana se cumplen cuatro meses desde que se public¨® la primera columna de esta etapa y el Defensor cree que tienen ustedes derecho a conocer las protestas que se repiten con m¨¢s insistencia. Algo semejante hizo ya Soledad Gallego-D¨ªaz, en 1994, cuando fue defensora del lectorSe trata de un resultado estrictamente num¨¦rico, que pretende aproximar a todos -lectores y periodistas- la realidad menos amable del peri¨®dico.
La queja m¨¢s repetida en este periodo sobre un asunto espec¨ªfico es, sin duda, la que provoca escribir los nombres de poblaciones espa?olas seg¨²n la graf¨ªa aceptada oficialmente por el correspondiente Gobierno aut¨®nomo. La norma no es un capricho de los redactores y viene impuesta por el Libro de estilo del peri¨®dico. El razonamiento de los lectores para discrepar de este uso suele ser parecido e insistente: ?por qu¨¦ A Coru?a u Hondarribia, o Girona, que ni siquiera puede pronunciarse en castellano, y no London o New York, o Bordeaux o Milano?
El d¨ªa 5 de marzo se public¨® en la secci¨®n de Espa?a esta noticia: "La polic¨ªa detiene en Getxo y Leioa a cuatro j¨®venes a los que vincula con la violencia callejera". Cuatro lectores protestaron por tel¨¦fono entre ese d¨ªa y el siguiente. Los cuatro explicaron que situaban con claridad Getxo, pero que ignoraban d¨®nde estaba Leioa (Lejona). Curiosamente, dos de ellos coincidieron en que no estaban dispuestos a comprar un atlas biling¨¹e, en caso de que exista, y los cuatro reivindicaron su derecho a situar, m¨¢s o menos aproximadamente, cualquier ciudad espa?ola sirvi¨¦ndose de su denominaci¨®n tradicional en castellano.
El Defensor comparte, casi al ciento por ciento, los argumentos de los lectores. Su antecesor, Francisco Gor, ya se pronunci¨® sobre este asunto, pero hoy s¨®lo se trata de ofrecer una radiograf¨ªa de inquietudes.
El bloque gen¨¦rico m¨¢s numeroso de quejas se centra en cuestiones gramaticales. La preocupaci¨®n por el lenguaje es muy alta, y las advertencias, muy distintas.
El Defensor desea favorecer el flujo de relaciones entre los lectores y el peri¨®dico. S¨®lo con este prop¨®sito quiere darles noticia de un fen¨®meno muy llamativo: en esta parcela de la gram¨¢tica y sus alrededores florece el mayor n¨²mero de cartas desabridas y adoctrinadoras, incluso con alg¨²n exceso despectivo, como recomendar que los periodistas vuelvan a la escuela primaria o desahogos semejantes.
M¨¢s curioso todav¨ªa. En bastentes ocasiones, las cartas de tono aleccionador -muchas menos que las que llana y cordialmente advierten de que se comete un error- suelen estar equivocadas. Sin ir m¨¢s lejos, porque acaba de escribirse, se denuncia la construcci¨®n "advertir de que...", muy repetida en titulares durante los ¨²ltimos meses. Todo indica que es correcta casi siempre que se ha usado as¨ª, pero el Defensor quiere volver sobre este asunto con argumentos de autoridad. No de la suya, por supuesto.
Hay un cap¨ªtulo espec¨ªfico que debe incluirse en este apartado del lenguaje: el abuso de t¨¦rminos en ingl¨¦s. Alg¨²n lector ha llegado a encontrar m¨¢s de veinte palabras, la mayor¨ªa innecesarias, en una informaci¨®n de poco m¨¢s de folio y medio publicada en el suplemento CiberPa¨ªs. Y varios han mostrado justa indignaci¨®n ante anuncios con texto redactado exclusivamente en idioma extranjero.
Errores
El tercer paquete de reproches que ustedes formulan con m¨¢s ah¨ªnco se llena con los errores -siempre demasiados- que el peri¨®dico comete: imperdonables faltas de ortograf¨ªa, fechas equivocadas, nombres extranjeros mal escritos, datos err¨®neos o imprecisos, mapas confundidos y, peor a¨²n, confundidores,alg¨²n titular inexacto sobre la guerra de Kosovo... La secci¨®n de informaci¨®n internacional y el suplemento cultural Babelia acaparan el mayor n¨²mero de reproches en este campo.Una explicaci¨®n a salto de mata podr¨ªa firmarla Perogrullo: es mucho m¨¢s f¨¢cil equivocarse al escribir Liechtenstein que Pamplona; es m¨¢s f¨¢cil que la hache baile cuando se escribe Gandhi, Kohl o John que errar al escribir Garc¨ªa o Gonz¨¢lez. Pero el lector tiene derecho a exigir correcci¨®n y exactitud de la primera a la ¨²ltima palabra impresa en el peri¨®dico.
Terremotos
El correo electr¨®nico, las llamadas telef¨®nicas, el correo postal y el fax, por este orden, son las agujas del sism¨®grafo que traslada al Defensor las inquietudes de los lectores. Suelen moverse sin pausa y con ritmo sostenido a lo largo de la semana, y es muy f¨¢cil descubrir cualquier oscilaci¨®n brusca.Algunas se han trasladado a esta columna -el c¨®mic sobre el az¨²car, una referencia ir¨®nica a los seguidores del Atl¨¦tico de Madrid- y otras se han contestado por carta, como la miniavalancha que provoc¨®, y que a¨²n gotea, una columna de Manuel Vicent en la que tildaba de "patrioterismo unificador" el tratamiento que la Constituci¨®n da a la lengua espa?ola.
El ¨²ltimo vaiv¨¦n de este tipo se ha originado esta semana. La ausencia de la cr¨®nica taurina de la Feria de San Isidro en la edici¨®n europea y en la nacional ha acumulado llamadas al Defensor y a la secci¨®n de Cultura. Se trata de un problema de horario. Las corridas acaban bastante m¨¢s all¨¢ de las nueve. Afortunadamente, el peri¨®dico ha decidido recuperar las cr¨®nicas cuando no entren el mismo d¨ªa. El escribir de Joaqu¨ªn Vidal crea adicci¨®n. El Defensor la comparte.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (
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