El Manchester triunfa en un minuto glorioso
El equipo ingl¨¦s le dio la vuelta al marcador en el tiempo a?adido y despu¨¦s de que el Bayern enviara dos balones al poste
Un minuto glorioso, quiz¨¢ el m¨¢s dram¨¢tico que jam¨¢s ha visto la Copa de Europa, llev¨® al Manchester de la derrota a una victoria colosal por su significado, por el fragor que provoc¨®, por el brutal impacto que tuvo sobre el Bayern y su hinchada, que se consideraban ganadores de la final a falta del ¨²ltimo aliento. No ten¨ªan dudas de su triunfo despu¨¦s de su esforzada defensa de la ventaja que hab¨ªa tomado el equipo alem¨¢n en el puro arranque del encuentro. Pero el f¨²tbol tiene una parte indescifrable, que va mucho m¨¢s lejos de la l¨®gica o de los m¨¦ritos de cada cual. Por una vez, el f¨²tbol alem¨¢n tuvo que tragarse el sapo de una derrota en el ¨²ltimo minuto, ellos que tantas veces han dado boleta a los partidos cuando no hay tiempo ni manera. Son gui?os de algo que no es otra cosa que un juego, y eso tiene de maravilloso, por su capacidad para provocar emociones imprevistas e intens¨ªsimas.
C¨®mo podr¨ªa pensar el Bayern en una derrota cuando hab¨ªa defendido con firmeza su ventaja inicial, cuando hab¨ªa llevado al Manchester a un clima de ansiedad que parec¨ªa invencible para los ingleses, cuando hab¨ªan rematado al palo en dos ocasiones, producto de un partido que se hab¨ªa roto y que, sin duda, parec¨ªa destinado al gran palmar¨¦s del equipo alem¨¢n. Pero todo cambi¨® de forma instant¨¢nea, en el minuto final, con dos suplentes como protagonistas. Ya s¨®lo se o¨ªan los c¨¢nticos de la hinchada del Bayern cuando Sheringham meti¨® la puntera en una jugada confusa, medio disparatada, como todo lo que sucedi¨® en ese minuto indescriptible. Estall¨® la afici¨®n del Manchester, satisfecha por un empate que terminaba con la agon¨ªa de un partido dificil¨ªsimo para su equipo. Aquello s¨®lo fue el preludio de un momento que pervivir¨¢ en la historia de la Copa de Europa. Porque ese c¨®rner sacado con la maestr¨ªa habitual por Beckham pill¨® a la defensa del Bayern en estado de conmoci¨®n. No se hab¨ªan recuperado del impacto del empate y nadie marc¨® a Sheringham, que prolong¨® hacia el segundo palo, donde Soljskaer meti¨® la puntera ante la pasividad de los zagueros. Nadie supo si aquello era realidad o ficci¨®n, porque aquel instante desbord¨® cualquier previsi¨®n de los jugadores o los aficionados. Pero la pelota entr¨®, y los jugadores del Manchester corrieron a celebrarlo con un entusiasmo escandaloso. Y en el otro lado, los jugadores del Bayern no encontraban explicaci¨®n para una cat¨¢strofe sorprendente. Tirados sobre el c¨¦sped, presos de una terrible perplejidad, quer¨ªan pensar que aquello s¨®lo constitu¨ªa un mal sue?o. Pero no era as¨ª. El Manchester se hab¨ªa alzado con la Copa despu¨¦s de 31 a?os de larga espera. Lo hab¨ªa hecho en un minuto glorioso, el ¨²ltimo de un partido emotivo pero discreto hasta aquel momento el¨¦ctrico.El Manchester acababa de completar una temporada incomparable. Los tres grandes t¨ªtulos (Liga, Copa y Copa de Europa) eran suyos, y ninguno procuraba tanta satisfacci¨®n al equipo y su gente como ¨¦ste.
El Bayern hab¨ªa salido a jugar con un gol de ventaja, obtenida en el tiro libre que transform¨® Basler en el arranque del partido. Antes de que el duelo comenzara a cobrar matices, ya estaba casi todo dicho. El Bayern decidi¨® administrar el tanto con un fort¨ªsimo aparato defensivo. El inter¨¦s del equipo alem¨¢n radicaba exclusivamente en la fiabilidad de sus marcajes. Lo dem¨¢s qued¨® reducido a un ejercicio de resistencia y desgaste sobre un rival que pag¨® muy caras las ausencias de Keane y Scholes. Al primero, por presencia. Al segundo, por su inteligencia. Las dos bajas provocaron una discutible decisi¨®n de Ferguson, que traslad¨® a Beckham del ala derecha al eje del equipo. No hubo duda sobre la actividad de Beckham en el juego. Fue el mejor del Manchester en todos los aspectos, por participaci¨®n, por clase, por claridad. Pero en el balance de p¨¦rdidas y ganancias, su equipo sali¨® da?ado. Giggs, un excelente extremo izquierda, jug¨® en el costado derecho, contra su perfil natural. Y en el otro lado, Blomquist se borr¨® de manera descarada. Sin capacidad para proyectarse por las dos bandas, el Manchester facilit¨® las cosas al Bayern, tapad¨ªsimo en su campo y con el ojo puesto en los espacios que dejaban los ingleses en su ansioso despliegue.
El cambio de Blomquist por Sheringham era irremediable. Con Sheringham, el Manchester ofrec¨ªa al Bayern la posibilidad de un partido roto, con todos los beneficios posibles para el equipo alem¨¢n, que estuvo muy cerca de dar el finiquito a los ingleses en dos remates al palo. Pero el Manchester acept¨® ese problema. Quer¨ªa que el encuentro s¨®lo se jugara en las dos ¨¢reas. Entr¨® Solskjaer para hacer m¨¢s redundante esa cuesti¨®n. Con tres delanteros, y Giggs y Beckham en los extremos, el Manchester apret¨® hasta el final, con la fe de los que saben que el f¨²tbol es un juego. Convencido, en fin, de que en un minuto hay lugar para lo impensable. Para la gloria.
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