El para¨ªso balear busca el equilibrio
El PP cambia su discurso para intentar satisfacer las demandas ecologistas ante la uni¨®n de la izquierda en las islas
Las islas Baleares galopan en la v¨ªa del bienestar a la sombra amable de un turismo en plena euforia, pero el constante crecimiento ocurre a costa de la naturaleza y el paisaje, su mayor capital. La fotograf¨ªa de la circunstancia econ¨®mica -que viene de largo- se asemeja al milagro que viv¨ªan los paises asi¨¢ticos, antes de su reciente fiasco. El nivel de paro es igualable al de Estados Unidos, de pr¨¢ctico pleno empleo, seg¨²n el presidente y candidato del PP, Jaume Matas, que alguna vez se refiri¨® a Singapur como modelo: nuevas tecnolog¨ªas, parques telem¨¢ticos, y un r¨¦gimen fiscal y econ¨®mico diferenciado. Un naturalista prefiri¨® hablar del peligro de hongkongnizaci¨®n: la amenaza de quedar sin espacio vital, extinguir los escasos recursos y levantar torres contra el cielo hasta morir de ¨¦xito. En el plano pol¨ªtico, la comunidad navega con el lastre de una ¨¦poca de inestabilidad y esc¨¢ndalos en el PP y en las instituciones que ha dominado.Las islas han llegado a la cima espa?ola de crecimiento de poblaci¨®n en la ¨²ltima d¨¦cada: m¨¢s del 12%. En algunos municipios estrictamente tur¨ªsticos casi se ha doblado el padr¨®n debido a nuevas oleadas migratorias: m¨¢s trabajadores y m¨¢s residentes ociosos, en especial alemanes. Al mercado tur¨ªstico en ebullici¨®n el poder le ha inyectado un aluvi¨®n de inversiones p¨²blicas preelectorales, que han exigido la venida apurada de m¨¢s mano de obra, en general de pa¨ªses subdesarrollados.
El PSOE observa desequilibrios sociales, fragilidad en el sistema y una estrategia del poder tradicional de la derecha para favorecer a sus adictos poderosos. Esa cr¨ªtica la comparten sus aliados en el frente anti-PP: IU, PSM, Uni¨® Mallorquina y Els Verds. Para las elecciones municipales y auton¨®micas, por Ibiza y Formentera, se ha llegado a un acuerdo pluripartidista de izquierdas contra el urbanismo asilvestrado, una f¨®rmula que la oposici¨®n quiere articular en el Parlamento regional, si dejan al PP en minor¨ªa.
Ante una situaci¨®n en apariencia id¨ªlica, casi todo el mundo -la derecha, la izquierda, tambi¨¦n los hoteleros, alg¨²n banquero y los mayoristas extranjeros- reclama con variantes que se ponga freno al desarrollismo desbocado. Marcar el territorio, indicar lo que es urbanizable o protegido, es la pol¨ªtica en estado puro en el ¨¢mbito insular y la conquista del voto en el archipi¨¦lago se dirime palmo a palmo.
El eje del debate y los discursos, tambi¨¦n electorales, en la ¨²ltima d¨¦cada es la b¨²squeda del equilibrio: mantener el bienestar y evitar los excesos. Al PP -que lleva 16 a?os ininterrumpidos ganando, los socialistas nunca han gobernado- las m¨¢s contundentes contestaciones a su gesti¨®n le han venido siempre desde el frente amplio de los ciudadanos proteccionistas. Tambi¨¦n por su frialdad ante las cuestiones culturales, de normalizaci¨®n del catal¨¢n y su escaso autonomismo.
El PP cambi¨® de patr¨®n -del sacrificado Gabriel Ca?ellas a Matas- y da golpes de tim¨®n. As¨ª, de pronto, cuestiona la urbanizaci¨®n aneja al gran nuevo puerto de Ciutadella de Menorca que hab¨ªa aplaudido, al tiempo que en Ibiza dice que comprar¨¢ los terrenos del campo de golf de Cala D?Hort que llevaba a?os defendiendo y otorg¨¢ndole licencias. En Mallorca disimula su opci¨®n por nuevas autopistas. Repliegue t¨¢ctico u otra sinton¨ªa con la demanda social. Entre el 5% y el 10% de la poblaci¨®n se ha manifestado contra el desarrollismo en los ¨²ltimos meses.
"Existe sensaci¨®n de agobio, de tocar techo, de que ya no cabemos m¨¢s gente", dijo Matas en agosto de 1998. La derecha que ha posibilitado en los a?os 80 y 90 que continuara la espiral desarrollista -el socialismo municipal no la ha parado- ha observado la imposibilidad de seguir creciendo con tanto v¨¦rtigo. La poblaci¨®n se duplica en verano. Falta agua potable, que se desala del mar con gran carest¨ªa en Mallorca, Ibiza y Formentera, la central el¨¦ctrica para las islas est¨¢ al l¨ªmite y la planta de residuos urbanos de Mallorca ha quedado desbordada.
Baleares ya ha experimentado recetas de emergencia. El PP dict¨® una moratoria de nuevas plazas hoteleras y la izquierda de Mallorca encabezada por el PSOE, con el PSM, IU y Uni¨® Mallorquina, promulga la prohibici¨®n de 80 urbanizaciones, que replic¨® el PP con una limitaci¨®n menos atrevida. Una ley de Turismo obliga a demoler los hoteles obsoletos para levantar otros nuevos y unas Directrices Territoriales establecen un l¨ªmite al crecimiento poblacional y una franja virgen entre 300 y 500 metros en el litoral. Estas pol¨ªticas han encarecido los precios de solares y viviendas, que los alemanes compran masivamente, y que son en muchas zonas ya inasequibles. La nueva sociedad, los protagonistas del boom demandan su acceso a la vivienda y al ocio.
Menorca ha protagonizado un ritmo m¨¢s equilibrado de explotaci¨®n del litoral hasta hace tres a?os. All¨ª se alardea de ser reserva de la biosfera de la Unesco pero hay tanta pol¨¦mica ecol¨®gica como en el resto de las islas. El Gobierno intenta zanjar estas semanas posibles fugas de votos con la compra de zonas costeras en las que los terratenientes cierran sus caminos a las calas, para cobrar peaje a los ba?istas.
Estos golpes de tim¨®n del PP se produjeron tras la ca¨ªda de Gabriel Ca?ellas por el caso S¨®ller -cobro de comisiones judicialmente probado- en 1995: era el cargo p¨²blico del PP que m¨¢s tiempo llevaba mandando. Matas, el sucesor que eligi¨®, fue el primero en negarle. No quer¨ªa fotografias con ¨¦l, luego plante¨® medidas urban¨ªsticas y tur¨ªsticas que desbordaron los intereses del ex patriarca y ¨¦ste opt¨® por dejar su esca?o y marcharse a su casa. El Gobierno balear ha querido borrar su rastro con una permanente pol¨ªtica de gestos. En estos comicios, por primera vez, se ha de descontar electoralmente el efecto de la corrupci¨®n de su pasado reciente. La izquierda y los nacionalistas meses atr¨¢s ya se ve¨ªan en el poder y dec¨ªan que "no se pod¨ªa asustar" a la ciudadan¨ªa con su discurso contundente de estricta prohibici¨®n de urbanizaciones.
Los conservadores parten con el 45% de los votos y los socialistas el 24,5%; el PSM, el 12%; IU, el 6,6 y Uni¨® Mallorquina, el 5,3. Si Matas no logra la mayor¨ªa, la oposici¨®n quiere aunar sus fuerzas (ahora suman el 48,4%) para protagonizar el cambio. El antiguo jefe de la derecha espera a ver qu¨¦ pasa el 13-J. Se dedica a sus negocios y a que los intereses de sus afines y clientes no queden malparados. Si Matas pierde, los fieles de Ca?ellas pronostican que querr¨¢ volver; si gana, dicen, continuar¨¢ en su retiro, con buenas conexiones con el poder de siempre.
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