Tintineo de sables
LA PAR?LISIS negociadora colombiana, unida a una cadena de concesiones a la guerrilla de las FARC, ha incubado un malestar creciente en el Ej¨¦rcito. La explosi¨®n se ha producido esta semana con la dimisi¨®n del ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda, y m¨¢s de la mitad de los 30 generales del pa¨ªs, casi todos con mando sobre tropas. El poder se ha apresurado a desmentir que eso implique ning¨²n ruido de sables golpista, pero es innegable que un movimiento de renuncia tan generalizado revela algo m¨¢s que el simple disgusto por algunas decisiones pol¨ªticas. S¨®lo la permanencia del disciplinado Fernando Tapias al frente del Ej¨¦rcito evita por ahora que la crisis pueda convertirse en mot¨ªn. Los militares objetan la retirada de polic¨ªas y soldados de una extensi¨®n equivalente a la de Extremadura para celebrar unas conversaciones de paz que nunca comienzan. A su juicio, el despeje se parece much¨ªsimo al abandono casi oficial de esos cinco municipios a la gobernaci¨®n y exacciones de la guerrilla. Las FARC coincidir¨ªan, parad¨®jicamente, en este an¨¢lisis. Las huestes de Marulanda entienden que ¨¦se es su derecho de pernada por el solo hecho de decir que quieren negociar.La situaci¨®n a¨²n no es desesperada porque los generales han preferido dirimir su desacuerdo con el Gobierno mediante la dimisi¨®n y no por la v¨ªa de la intentona golpista. De Lloreda, que ya en noviembre confesaba su escepticismo ante el curso de los contactos con las FARC, no cabe temer un atentado a la legalidad. Pero es una evidencia de que el proceso de paz no avanza y de que el presidente no tiene casi nada que mostrar a cambio de sus atenciones a Tirofijo. Hay quien cree que un Gobierno de uni¨®n nacional es la ¨²nica salida al estancamiento negociador, la p¨¦rdida de cara pol¨ªtica y el marasmo econ¨®mico.
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