Un cat¨®lico ilustrado

Cuenta el cardenal Taranc¨®n en sus memorias de juventud que en plena fiebre nacionalcat¨®lica -durante la guerra civil- tuvo ocasi¨®n de o¨ªr en Burgos una arenga del gobernador militar seguida del parlamento del arzobispo, el ordinario del lugar. Al terminar ambas le result¨® imposible recordar qu¨¦ ideas correspond¨ªan a cada uno. En Espa?a esa confusi¨®n dur¨® m¨¢s 30 a?os, hasta que el Concilio Vaticano II comenz¨® a calar en la Iglesia, gracias a cat¨®licos que, m¨¢s como hijos de la ilustraci¨®n que de una iglesia jer¨¢rquica y c¨®mplice de la dictadura, se empe?aron en esa tarea. Josep Maria Pi?ol -fallecido hace tres a?os- fue uno de ellos. Ahora acaba de publicarse su obra p¨®stuma, La transici¨®n democr¨¢tica de la Iglesia cat¨®lica espa?ola (editorial Trotta), donde el escritor, periodista y fino vaticanista recorre la evoluci¨®n eclesial desde el concordato de 1851 hasta el capelo cardenalicio de Taranc¨®n, pasando, inevitablemente, por la guerra civil. El libro fue presentado el pasado jueves en Barcelona por Casimir Mart¨ª, historiador, gran conocedor del integrismo decimon¨®nico y ex director del Arxiu Nacional de Catalunya; el diputado Josep Maria Carbonell, que ley¨® la intervenci¨®n del presidente del Parlament, Joan Revent¨®s; el s¨ªndic de greuges, Anton Ca?ellas; y el historiador Isidre Molas. Se celebr¨® en la librer¨ªa Raval, ante un reducido auditorio donde abundaban los representantes de ese cristianismo ¨¦tico que se ha convertido muchas veces en reducto de esos valores que la izquierda olvida en cuanto llega al poder. Entre el p¨²blico asistente destacaban el presidente de Just¨ªcia y Pau, Joan Gomis; la presidenta de la Fundaci¨®n Com¨ªn, Maria Llu?sa Oliveres; el abogado Francesc Casares; Joan Alemany, rector durante a?os de la parroquia de Sant Ildefons, y Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Casanova, catedr¨¢tico de Derecho Constitucional. Todos ellos, amigos de Pi?ol y de su esposa, Maria Dolors Vila-Abadal. No hab¨ªa ning¨²n representante, por supuesto, de esa jerarqu¨ªa eclesial que combat¨ªa la democracia y la separaci¨®n de Iglesia y Estado y hoy se presenta como su defensora: "Simple t¨¢ctica oportunista para procurarse un aval que encubra y justifique sus actuales posiciones nost¨¢lgicas y netamente neonacionalcat¨®licas", escribe en su libro el propio Pi?ol. Es decir, nadie justamente de ese sector enfrentado a esa tradici¨®n que en Catalu?a han seguido Pi?ol, Serrahima, Alfons Com¨ªn, Sugranyes de Franch, esa cara laica de la ilustraci¨®n cat¨®lica, seg¨²n la intervenci¨®n de Joan Revent¨®s, esa que siempre quiso que todo estuviera claro: la Iglesia en un lado, el Estado en otro. El autor de La transici¨®n democr¨¢tica de la Iglesia cat¨®lica espa?ola siempre fue partidario de esta separaci¨®n, desde sus ¨¦pocas de militante de Uni¨® Democr¨¤tica hasta, a?os m¨¢s tarde, con su proximidad a la izquierda que se manifestaba en Acci¨® Solid¨¤ria Contra l"Atur. Alejado, pues, siempre de personajes como el cardenal Herrera Oria, quien, como bromeaba el te¨®logo Jos¨¦ Mar¨ªa Gonz¨¢lez Ruiz, ten¨ªa el siguiente epitafio en su tumba: "Un hombre que hizo el bien y el mal, pero el mal lo hizo bien y el bien lo hizo mal", record¨® Casimir Mart¨ª en la presentaci¨®n . Eran tiempos, en palabras del cardenal Isidro Gom¨¤, en que "Dios estaba en el v¨¦rtice de todo". Gom¨¤ y Pla i Deniel fueron dos obispos catalanes que elevaron una simple rebeli¨®n militar franquista al rango de cruzada, algo que ha guiado los pasos de Pi?ol en su an¨¢lisis del nacionalcatolicismo. Pi?ol sostiene que Espa?a es el ¨²nico pa¨ªs en el que se ha realizado con plenitud ese peculiar y siniestro maridaje. Ni la Croacia ustachi, ni la Eslovaquia del cl¨¦rigo Tiso: Espa?a, parafraseando al catal¨¢n cardenal Gom¨¤, es un caso especial.