Miuras sin lidiar
Los seis toros de Miura se fueron al desholladero sin lidiar. Salieron mansos por lo general, pero con una lidia conveniente se hubiese podido haber visto otra cosa distinta a la vulgaridad que mostraron los toreros en sus faenas.La desconfianza de Campuzano, las limitaciones de Chiquil¨ªn y "el quiero y no puedo" de Juan Carlos Garc¨ªa convirtieron la ¨²ltima corrida de la Feria de C¨®rdoba en un espect¨¢culo aburrido, que s¨®lo se salv¨® por la emoci¨®n que siempre despierta un encierro de esta clase de toros.
La anunciada corrida de Miura atrajo a poco p¨²blico, sin embargo. C¨®rdoba confirma de esta forma que es m¨¢s torerista que torista, que acude y llena la plaza para ver a los toreros de las revistas del coraz¨®n, a los que hagan lo que hagan les llenan los esportones de orejas, all¨¢ si han toreado cabras o gatos.
Miura / Campuzano, Chiquil¨ª, Garc¨ªa
Toros de Miura: bien presentados, mansos por lo general, 3? noble.Tom¨¢s Campuzano: silencio en los dos. Chiquil¨ªn: saludos en los dos. Juan Carlos Garc¨ªa: vuelta y saludos. Plaza de Los Califas, 30 de mayo. ?ltima corrida de feria. Un cuarto de entrada.
Y eso ha ocurrido durante la mayor parte del c¨ªrculo ferial cordob¨¦s. Ayer fue distinto. El encierro de Miura estuvo muy bien presentado -el primero, muy feo de hechuras- pero sali¨® manso, excepto el tercero, de una nobleza excepcional.
Campuzano estuvo muy desconfiado con su primero, un toro con m¨¢s casta de mulo que de otra cosa. El torero dud¨® en varias ocasiones y pronto se desentendi¨® de ¨¦l. En el mismo son estuvo con el cuarto, otro manso que esper¨® en banderillas y cre¨® el desconcierto entre la cuadrilla de Campuzano. Con la muleta desisti¨® en cuanto la res le tir¨® tres tarascadas y le hizo una colada.
Las limitaciones de Chiquil¨ªn a la hora de lidiar se hicieron patentes en el segundo, otro manso que a lo largo de la faena se hizo peligroso. Chiquil¨ªn, que practica un toreo amanoletado, no pudo con ¨¦l. Al entrar a matar sufri¨® un achuch¨®n sin consecuencias.
Le ocurre a este torero que a todos sus toros les quiere hacer lo mismo. Y al quinto se empe?¨® en volver a su toreo vertical, de dejarse el animal pr¨¢cticamente las zapatillas, lo que le origin¨® situaciones comprometidas. Le dud¨® Chiquil¨ªn y el toro fue aprendiendo hasta que le complic¨® la vida.
A Juan Carlos Garc¨ªa le toc¨® el Miura bueno, de los que se pueden torear, pero no aprovech¨® la nobleza que sac¨® su enemigo. Faena vulgar le hizo al tercero, sac¨¢ndose afuera el toro. Con la mano izquierda ni se prob¨®.
El que cerr¨® plaza sac¨® peligro en el ¨²ltimo tercio. En los anteriores se hab¨ªa mostrado con nobleza, pero ante la muleta de Garc¨ªa tiraba ga?azones y buscaba al torero, al que en una ocasi¨®n lleg¨® a poner los pitones en la cara.
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