El carlismo se resiste a ser historia
Saben que sus posibilidades de acceder al Parlamento de Navarra son pr¨¢cticamente nulas y que apenas obtienen un pu?ado de concejales disperso por algunos pueblos. Tienen 200.000 pesetas de presupuesto para hacer la campa?a y en las elecciones de 1995 obtuvieron 3.000 votos, pero por encima de todos los inconvenientes siguen present¨¢ndose. Son los dirigentes y militantes del Partido Carlista-EKA. "Lo hacemos por responsabilidad hist¨®rica y social", asegura el abogado tudelano Jos¨¦ ?ngel P¨¦rez Nievas, cabeza de lista del Partido Carlista al Parlamento de Navarra y rostro visible de esta formaci¨®n, que tambi¨¦n se presenta bajo su propia denominaci¨®n al Ayuntamiento de Pamplona y que ha integrado militantes en las listas de EA y PNV de Estella. Para remontarse al original sentido de un movimiento con tantos a?adidos hist¨®ricos, P¨¦rez Nievas recuerda que el propio Carlos Marx dijo de ¨¦l en 1848: "Posiblemente sea el ¨²nico movimiento populista y socialista de Europa". A la hora de definir el estado actual de un fen¨®meno pol¨ªtico que lucha por entrar en su tercer siglo de existencia, P¨¦rez Nievas baraja t¨¦rminos amplios como libertad, autodeterminaci¨®n, socialismo de base cristiana o federalismo. "El n¨²cleo del carlismo siempre ha sido el pueblo, lo popular, lo m¨¢s humilde. Nunca Pamplona, Bilbao, Vitoria o San Sebasti¨¢n fueron carlistas. Lo eran los pueblos, los caser¨ªos", a?ade. En la calle hay muchas personas que apenas saben qu¨¦ contestar cuando se les pregunta qu¨¦ son los carlistas. "Seguidores de Carlos Hugo", responde una viandante. ?Y sabe usted si ese se?or est¨¢ vivo? "No tengo ni idea", es la respuesta. Mucho ha cambiado la historia y hasta la c¨¦lebre reuni¨®n anual en Montejurra se ha convertido en un "obligado esfuerzo", en palabras del candidato. Un acto que cuesta tiempo y dinero a los escasos cientos de personas que se congregan cada primavera, llegadas de toda Espa?a, en las faldas de la monta?a sagrada del carlismo. Adem¨¢s de un pu?ado de sedes propias y de las aportaciones voluntarias de algunos militantes, el Partido Carlista batalla en los tribunales por la propiedad de numerosos c¨ªrculos, locales cuyo arrendamiento hostelero les genera algunos beneficios. Acaban de ganar el pleito del C¨ªrculo Carlista de Estella y tienen unos cuantos m¨¢s pendientes. Del profundo apego del carlismo a sus ideas y ra¨ªces da cuenta la mujer que cierra la lista del partido al Parlamento, Paz V¨¦laz, de 104 a?os, que ha visto pasar a cinco pretendientes carlistas. A pesar de los exiguos resultados electorales, a los mantenedores del Partido Carlista no les preocupa tanto los votos como que su mensaje permanezca. "Los medios de comunicaci¨®n, generalmente, nos eluden. Nos marginan sistem¨¢ticamente. Y sin ellos nada parece existir hoy d¨ªa", se queja P¨¦rez Nievas. "Por eso obtenemos un respaldo tan peque?o. Sencillamente, porque nuestro mensaje no llega a la sociedad. No tenemos los medios suficientes. No hay una verdadera democracia, porque la sociedad no llega a conocer todas las opciones", insiste el abogado tudelano. Optimismo hist¨®rico A pesar de todo, los carlistas mantienen un secular optimismo. "El carlismo ha vivido momentos muchos peores, el verdadero carlismo, al menos. Sin ir m¨¢s lejos, las guerras perdidas le fueron mal, pero peor sali¨® de la ¨²nica guerra carlista ganada, la del 36. Entonces muchos colgaron sus zurrones de los crucifijos para que les sirvieran de instrumento de victoria y apropiarse despu¨¦s del carlismo desechando sus ideas", se lamenta P¨¦rez Nievas. Un bolet¨ªn informativo, algunas conferencias anuales y muchos recuerdos mantienen a¨²n viva la llama del carlismo. Y tambi¨¦n un anhelo, la construcci¨®n de un gran museo que albergue las reliquias de tanta historia. "Nos da igual que est¨¦ en Estella, en Pamplona, en O?ate, en Tolosa, en Durango; que sea donde sea, pero en condiciones. Es una aspiraci¨®n abierta", afirma P¨¦rez Nievas. Un lugar donde guardar la memoria de un fen¨®meno que se resiste a ser simplemente historia.
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