El Per¨² y la historia privada
"La novela", escribi¨® Balzac y ha recordado alguna vez Mario Vargas Llosa, "es la historia privada de las naciones". Con esta premisa, Vargas Llosa se ha adentrado por los entresijos y ¨¢mbitos intrahist¨®ricos de su pa¨ªs, para darnos su cr¨®nica po¨¦tica y, por eso, verdadera. Una historia desolada, dura, amarga, donde los humillados de la vida pagan una y otra vez las consecuencias de serlo. Historia privada la novela, s¨ª; tambi¨¦n m¨¦todo implacable de conocimiento de la realidad social.Para alcanzar este objetivo, el escritor no dud¨® en descender a los fondos m¨¢s turbios: la corrupci¨®n de la mentira institucional del colegio militar de La ciudad y los perros, la corrupci¨®n pol¨ªtica de Conversaci¨®n en la catedral, la corrupci¨®n militar y corporativista de ?Qui¨¦n mat¨® a Palomino Molero? La obra de Vargas Llosa ha sabido tambi¨¦n abrirse a la pluralidad social y natural del Per¨², como acredita su Casa verde, vasta par¨¢bola sobre la selva peruana, el destino de la pasi¨®n y los negocios oscuros. Llega incluso a la comprensi¨®n del ind¨ªgena, que es la comprensi¨®n del otro, de lo otro, en la conmovedora figura del Mascarita de El hablador.
Todo ello es consecuencia de un doble movimiento de arraigo y de trascendencia: arraigo en la inmediatez de la circunstancia, trascendencia del vuelo po¨¦tico, que se desprende de todo lastre localista. As¨ª conviene se?alar que en pleno viraje pol¨ªtico, despu¨¦s de su desenganche del marxismo, se plante¨® el autor el problema de la violencia como medio de romper la violencia institucional. El resultado fue Historia de Mayta, f¨¢bula con base real -una oscura historia del final de los cincuenta-, que desemboca en una visi¨®n alucinada de un Per¨² contempor¨¢neo y, en alguna medida, ultrarreal.
El personaje en el que se ha proyectado m¨¢s la persona del autor es, probablemente, el Zavalita de Conversaci¨®n. Cordial, desenga?ado, l¨²cido, Zavalita dio expresi¨®n a una sentimentalidad peruana y, a la vez, incorpor¨® el viejo mito ed¨ªpico de la b¨²squeda de la verdad, al precio que sea y al margen de sus consencuencias. En realidad, y m¨¢s all¨¢ del memorable personaje, el mito de Edipo es una de las grandes categor¨ªas estructurantes de la obra de Vargas Llosa. Si se hiciera un recorrido detallado por toda ella, se ver¨ªa que alienta, firme y poderoso, en cada una de sus obras, incluso en aquellas m¨¢s aparentemente distantes.
"Vine a Firenze para olvidarme por un tiempo del Per¨² y de los peruanos, y he aqu¨ª que el malhadado pa¨ªs me sali¨® al encuentro esta ma?ana...": tal es el arranque de El hablador. Este arranque explica la fidelidad del autor a un mundo y a una historia que ha tenido la virtud de fabular categ¨®ricamente, rebasando las circunstancias menudas y proyect¨¢ndola hacia planos de validez universal, al tiempo que orillaba tambi¨¦n -importa subrayarlo- alegor¨ªas y abstracciones. Y, naturalmente, pertrechado con un arma siempre esencial en el verdadero novelista: la imaginaci¨®n, que es la matriz de toda creaci¨®n po¨¦tica. Las grandes novelas de Vargas Llosa desbordan de personajes, sucesos, peripecias, f¨¢bulas; de materia y sustancia vital y literaria a la vez.
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