Campa?a
Resulta dif¨ªcil sustraerse a las obscenas im¨¢genes. El padre de todos los desabridos aparece con gorrillas de colores, vestido de caddie mand¨®n, durante su inoperante visita de caddie obediente a un campo de refugiados en Albania. Y ese incre¨ªble pase¨ªllo de ?lvarez, buscando sostenes para sus Cascos (o quiz¨¢ una FAECDF: Faja Anti Efectos Colaterales de Fabada), junto al escaparate de una tienda de ropa interior femenina. O la maldita coincidencia de que Rosa D¨ªez y Cristina Almeida (elevadas por los machos de su tribu a la categor¨ªa de desechables / apreciables) encarnen los dos extremos que sol¨ªa exhibir aquel anuncio de posguerra sobre el aspecto que ten¨ªa un ciudadano "antes y despu¨¦s de tomar el chocolate Tal y Cual".Ahora bien. Super¨¢ndolos a todos, incluso a Loyo-Lino, que tiene un morrazo euroeuskera, se encuentra Rosa Aguilar. Confieso que casi me qued¨¦ de un s¨²bito dec¨²bito cuando, hace un par de d¨ªas, en estas mismas p¨¢ginas, avist¨¦ la foto de la candidata por IU a la alcald¨ªa de C¨®rdoba, apostada en el tresillo de su casa. De primeras cre¨ª que ten¨ªa un rollo con Demis Roussos. Luego me di cuenta de que lo que ocurre es que Aguilar, que ha pasado de ni?a a mujer como si tal cosa, sigue adorando a su mascota, un oso de peluche talla Pavarotti a cuyo lado el que Suker le regal¨® a Garc¨ªa Obreg¨®n es una especie de cl¨ªtoris. Ello no es todo. Considerando que tambi¨¦n posee la consabida reproducci¨®n del Guernica y que, oh sielos, un ejemplar de este peri¨®dico fue hojeado displicentemente por la candidata mientras posaba, s¨®lo me cabe concluir que nos encontramos ante el aut¨¦ntico y pavoroso Tri¨¢ngulo de las Bermudas. J.J. Berm¨²dez venga, y lo cuente. Y nos asista.
Como dice una amiga m¨ªa cada vez que pretendo comentarle la actualidad: "?No quiero saber nada! ?Quiero votar!". Votar ¨²til, quiere decir, la pobre.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.