Ambiente de fiesta en las urnas y escasos episodios de violencia
Los augurios que hac¨ªan presagiar una jornada de violencia fueron, despu¨¦s de todo, exagerados. Tres muertos, alg¨²n aviso de bomba aislado que result¨® ser falso... Nada comparable con los 2.000 muertos de la campa?a electoral de 1994 o los 18 del mismo d¨ªa de las votaciones. Esta vez, los comicios han expresado a gritos lo lejos que ha llegado Sur¨¢frica desde el final pol¨ªtico del sistema del apartheid, hace s¨®lo cinco a?os.Millones de votantes, determinados a consolidar su joven democracia y a defender lo conseguido, guardaron pacientemente su turno durante horas para poder depositar su voto en alguno de los 15.000 colegios electorales del pa¨ªs. No era la euforia de 1994, pero hab¨ªa un ambiente de fiesta. "La violencia m¨¢s peligrosa y desestabilizadora del pasado ha quedado muy atr¨¢s; las elecciones del mi¨¦rcoles lo han demostrado", sostiene Alexander Johnston, un profesor de Pol¨ªtica de la Universidad de Natal.
Gran parte de esa violencia de la que habla Johnston es la que enfrentaba a los militantes del Congreso Nacional Africano (ANC) con los del Partido Inkhata de la minor¨ªa zul¨². Los terroristas de la extrema derecha blanca colocaron tres artefactos explosivos pocos d¨ªas antes de las votaciones de 1994, matando a 12 personas. El pasado mi¨¦rcoles hubo tres muertos al norte de Johanesburgo y, adem¨¢s, no est¨¢ claro que estos asesinatos tengan vinculaci¨®n con las elecciones.
El ministro de la Ley y el Orden del Gobierno de Nelson Mandela, Sydney Mufamadi, asegur¨® ayer que no existen noticias de un solo incidente violento y de intimidaci¨®n en los colegios electorales. Todo se desarroll¨® con una pasmosa tranquilidad.
Otro ambiente pol¨ªtico
Los analistas surafricanos citan varios factores para explicar el cambio. En primer lugar, la diferencia entre unas elecciones y otras es clara: hace cinco a?os se trataba de derrotar en las urnas al sistema de segregaci¨®n racial. Ahora, de lograr la consolidaci¨®n de los avances.Pero hay m¨¢s. Esta vez, las fuerzas de seguridad se desplegaron en un gran n¨²mero (100.000 en todo el pa¨ªs) y concentraron sus esfuerzos en aquellas ¨¢reas consideradas potencialmente peligrosas. Por ejemplo, la presencia militar fue visible en Richmond, donde hubo graves disturbios en enero tras la muerte del l¨ªder local del Movimiento Democr¨¢tico Unidos, Sifiso Nkabinde. Tambi¨¦n ha sido capital el acuerdo entre el Partido Inkhata y el ANC para evitar incidentes. Pero hay un tercer factor: se ha mejorado en educaci¨®n democr¨¢tica. "Parece que el nivel medio de tolerancia se ha incrementado, ahora la gente acepta que en este pa¨ªs hay sitio para todo el mundo", asegura David Bruce, un investigador del Centro de Estudios de la Violencia y la Reconciliaci¨®n. "Esto demuestra que el mayor ¨¦xito de nuestro sistema ha sido impedir que nadie se vea empujado a empu?ar las armas para defender sus ideas".
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