Adi¨®s, Mandela

En este fin de siglo, pocos dirigentes pol¨ªticos habr¨¢n simbolizado un combate, personificado un pueblo, encarnado las esperanzas y despu¨¦s el destino de una naci¨®n como Nelson Mandela, hasta el punto de identificarle con Sur¨¢frica a los ojos del mundo. Hace mucho tiempo, fue el "preso pol¨ªtico m¨¢s c¨¦lebre" del planeta. (...)Fue en la prisi¨®n donde se convirti¨® en hombre de Estado, hasta para sus adversarios, imponiendo su calmada determinaci¨®n, su autoridad moral, su certidumbre de ver un d¨ªa triunfar su causa. (...)

Mandela ten¨ªa como obsesi¨®n suprema reconciliar una naci¨®n desgarrada por los sufrimientos, los miedos y los odios. S¨®lo ¨¦l pod¨ªa tranquilizar a la minor¨ªa blanca -un 11% de la poblaci¨®n- dar confianza a los empresarios nacionales y extranjeros, y sobre todo, predicar la paciencia a una mayor¨ªa negra y mestiza (...).

Bajo el Gobierno de Mandela, Sur¨¢frica, dotada de una Constituci¨®n liberal sin parang¨®n en el continente negro, se ha convertido en una democracia estable, aprendiendo la tolerancia y la diversidad en una atm¨®sfera cada vez m¨¢s permisiva. De este modo, Sur¨¢frica aparece casi como un pa¨ªs "normal", en el que la campa?a electoral no ha podido escapar totalmente al aburrimiento -?el signo m¨¢s claro de la democracia?- a pesar de la vibrante gira de despedida del presidente.

Nelson Mandela, el visionario, deja paso a Thabo Mbeki, el gestor. Sur¨¢frica, lejos de ensombrecerse en la inquietud, afronta el futuro con optimismo. Es, sin duda, la mayor victoria del "Padre de la naci¨®n".

3 de junio