Sobre la restauraci¨®n de "El caballero de la mano en el pecho"
El pasado 31 de mayo, este diario public¨® un art¨ªculo titulado ?El Prado falsifica firmas?, de don Gregorio Mara?¨®n y Bertr¨¢n de Lis, quien merece todos mis respetos. Sin embargo, me veo en la obligaci¨®n de hacer algunas precisiones al contenido de dicho art¨ªculo, siquiera sea porque fui el autor de la solicitud de comparecencia del secretario de Estado de Cultura en el Congreso de los Diputados, algo que, al parecer, ha molestado especialmente al se?or Mara?¨®n. Estas puntualizaciones -que admitir¨ªan mayores matices- podemos sintetizarlas as¨ª:1. No es misi¨®n de los pol¨ªticos enjuiciar en s¨ª una restauraci¨®n, y mucho menos las facultades t¨¦cnicas de un restaurador. Si el se?or Mara?¨®n se molesta en leer mi intervenci¨®n, apreciar¨¢ que fui exquisito en esta cuesti¨®n. Pero s¨ª es misi¨®n de los diputados velar por que el Museo del Prado funcione correctamente y mantenga intacto su prestigio. Y ciertas actuaciones en materia de restauraci¨®n arrojan algunas sombras de dudas que deben ser despejadas. Por otra parte, hasta el mejor juez o el mejor cirujano pueden cometer errores y es obligaci¨®n de los poderes p¨²blicos adoptar las medidas estructurales necesarias para prevenirlos; lo mismo sucede con los t¨¦cnicos culturales.
2. Numerosos expertos han criticado la restauraci¨®n de El caballero de la mano en el pecho. Alguno lo ha hecho p¨²blicamente, y otros, en privado, lo que no es de extra?ar dado el clima de amordazamiento que se impone en el Prado desde su direcci¨®n. Esto no es una opini¨®n: baste recordar la existencia de varias circulares que proh¨ªben hacer declaraciones o publicar art¨ªculos: son inconstitucionales y, de hecho, fueron rechazadas por el propio secretario de Estado de Cultura. En mi intervenci¨®n parlamentaria pregunt¨¦ -sin encontrar respuesta- c¨®mo no exist¨ªa un estudio historiogr¨¢fico que impugnara a todos los autores que, siempre, hab¨ªan aceptado la firma como aut¨®grafa: Coss¨ªo, Mayer, Cam¨®n Aznar, Angulo, Soehner, Wethey, Gudiol, Frati e, incluso, Pita Andrade en el reciente cat¨¢logo de la exposici¨®n El Greco. Identidad y transformaci¨®n, posterior a la restauraci¨®n.
3. En el art¨ªculo del se?or Mara?¨®n se habla de las consultas mantenidas por el restaurador para su trabajo. Sin embargo, lamentablemente, hay que constatar que no existe ning¨²n informe escrito previo a la restauraci¨®n ni ninguno redactado al concluir ¨¦sta. Este diputado solicit¨® formalmente ambos informes y s¨®lo recibi¨® uno firmado el 4 de marzo de 1999, es decir, casi dos a?os y medio despu¨¦s de la restauraci¨®n, cuando la pol¨¦mica ya era imparable. Es, pues, un informe autojustificativo a posteriori. Por otra parte, tambi¨¦n solicit¨¦ el expediente completo que sobre la obra debe existir en el museo: s¨®lo se me remiti¨® un estudio realizado en 1981.
4. Dice el se?or Mara?¨®n que la restauraci¨®n cont¨® con el benepl¨¢cito del director del museo. Esta afirmaci¨®n resulta, al menos, relativizada por el siguiente hecho: la obra restaurada se present¨® en la exposici¨®n El Greco. Su revalorizaci¨®n por el modernismo catal¨¢n (Barcelona, 20 de diciembre de 1996-2 de marzo de 1997). En la portada del cat¨¢logo figura El caballero sin restaurar, de lo que hay que deducir que la restauraci¨®n se complet¨® en el ¨²ltimo momento. Pero lo m¨¢s significativo es que en la ficha t¨¦cnica de la obra se indica: "Firmado en caracteres griegos en el lado derecho: Domenikos Theotokopulos e'po¨ªei". El autor de la ficha no es otro que el se?or Checa..., director del Museo del Prado, quien, o bien no hab¨ªa visto la obra restaurada o no sab¨ªa que, seg¨²n el restaurador, la firma no era aut¨¦ntica y hab¨ªa sido borrada -o velada, si as¨ª lo aconseja decir el pudor-.
Por todo ello, la restauraci¨®n de El caballero de la mano en el pecho es un ejemplo perfecto de una manera de hacer las cosas en el Prado que parece inapropiada. El problema, pues, no es el del restaurador, sino de un sistema de controles que, habitual en cualquier gran museo, parece no existir en nuestra principal pinacoteca.
?Cu¨¢l fue la intervenci¨®n de t¨¦cnicos y conservadores? ?Emiti¨® un dictamen el comit¨¦ cient¨ªfico? ?Hubo prisas por la inminencia de la exposici¨®n? ?Por qu¨¦ no se public¨® el hallazgo de la falsedad de la firma?
No parece sensato confiar toda la responsabilidad a un restaurador, por mucho prestigio que tenga. Insisto: no corresponde a los pol¨ªticos enjuiciar las restauraciones, pero las dudas siguen planeando. Quiz¨¢ se ha causado un da?o enorme a una obra capital de nuestro patrimonio. Mas, con independencia de todo ello, el aviso est¨¢ lanzado: que se adopten medidas para que hechos como ¨¦ste no vuelvan a repetirse.
Manuel Alcaraz Ramoses portavoz de Nueva Izquierda en la Comisi¨®n de Educaci¨®n y Cultura del Congreso de los Diputados
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.