Cultivos en v¨ªas de extinci¨®n

No s¨®lo sobre determinados animales se cierne un futuro incierto. Algunos frutos del campo matritense tambi¨¦n corren grave peligro de desaparecer para siempre de la mesa, de modo que las generaciones venideras pudieran no llegar a paladearlos. En un intento por evitar esta p¨¦rdida irreversible, la Direcci¨®n General de Agricultura ha decidido subvencionar a los campesinos que se decidan a cultivar algunas de estas especies en peligro de extinci¨®n, modalidades que, como la fresa de Aranjuez, el judi¨®n de Montejo o el garbanzo de Navalcarnero, podr¨ªan entrar en el siglo XXI con sus fuerzas ya muy mermadas.En total, los cultivos aut¨®ctonos susceptibles de subvenci¨®n suman la decena. El m¨¢s popular de todos ellos es el de la fresa arancetana, una variedad que comenz¨® a cultivarse antes del siglo XVIII, en los viveros reales de Palacio. Ahora, esas fresitas peque?as, fr¨¢giles -un recolector avezado no podr¨ªa desprender m¨¢s de siete kilos diarios del tallo- y muy arom¨¢ticas languidecen frente al empuje de otros ejemplares m¨¢s orondos y sufridos, pero mucho menos sabrosos. As¨ª las cosas, el Gobierno regional est¨¢ dispuesto a contribuir con 300.000 pesetas por cada hect¨¢rea de estas fresas que llevan el nombre de Aranjuez, pero que tambi¨¦n se cr¨ªan en las tierras de la Vega del Jarama: Ciempozuelos, Titulcia, Colmenar de Oreja, San Mart¨ªn o Villaconejos. En esta ¨²ltima localidad nacen algunos de los melones m¨¢s reputados de la pen¨ªnsula, pero con un futuro m¨¢s incierto de lo que pudiera presumirse. Por ejemplo, el mel¨®n largo negro es una vigorizante golosina que los cosecheros reservan casi exclusivamente para su propio consumo, ya que estas piezas enormes (hasta diez kilos) y de tard¨ªa recogida encuentran notables problemas de comercializaci¨®n. Ni siquiera las subvenciones garantizan la pervivencia de estas peculiares cucurbit¨¢ceas: la temporada pasada, s¨®lo cuatro agricultores accedieron a continuar con su cultivo, a raz¨®n de 200.000 pesetas de ayuda por hect¨¢rea.

Menos difundidas a¨²n son las virtudes del garbanzo de Navalcarnero, los "genuinos" para la elaboraci¨®n del cocido madrile?o, seg¨²n recuerdan siempre los m¨¢s puristas. Quedan 21 campesinos dispuestos a mantener la tradici¨®n de esta leguminosa fina (de textura) y regordeta (de di¨¢metro). El panorama es parecido en el caso de los judiones de Montejo de la Sierra o las lentejas de Colmenar de Oreja, con ese colorcillo suyo, entre pardo y rojizo, que tan poco se estila ya a estas alturas. O los esp¨¢rragos de Aranjuez, rectos, tiernos y de verde intenso. "Son cultivos que forman ya parte de nuestra historia", apuntan en Agricultura.