B¨¦same mucho
ENRIQUE MOCHALES El beso ya no es obsceno. Y eso que era de piedra. Rodin lo concibi¨® y se lo vendi¨® a Edward James por 1.000 libras en 1900. S¨ª, lo vendi¨® y a gusto se qued¨®, pero la obra de arte hab¨ªa ya trascendido al beso. No como en esas pel¨ªculas americanas donde la guapa del pueblo vende sus labios en una caseta de feria. El beso fue expulsado de Lewes, en el sur de Inglaterra, hace 85 a?os, pues los vecinos consideraban que era obsceno. El beso permaneci¨® oculto en un establo, que es donde antes se ocultaban muchos besos, hasta mediados de siglo. Ahora los vecinos celebran el regreso de la codiciada pieza. Es decir, que el arte es capaz de dignificar un beso. ?se es el poder del arte. No hay que olvidar que la escultura ahora est¨¢ asegurada en 10.000 libras. Un beso caro. Un c¨¢lido morreo de m¨¢rmol fr¨ªo. Seg¨²n un sondeo, el 77% de las mujeres brit¨¢nicas est¨¢ en contra del beso en las mejillas como forma de saludo. El 55% de los hombres se opone activamente a esta forma de saludo. Pobre beso condenado. Sus detractores dicen que es antihigi¨¦nico, hip¨®crita y franc¨¦s. La cosa lleg¨® a los peri¨®dicos y los lectores del diario The Times cruzaron en sus cartas al director datos eruditos, teor¨ªas brillantes, escr¨²pulos racionales. Lo pasaron muy bien. Llegaron a la conclusi¨®n de que el beso en las mejillas era propio de "europeos sensibles al toqueteo". La verdad es que a veces el beso en las mejillas como forma de saludo se las trae. No sabemos si debemos dar uno, dos o tres. En la confusi¨®n es posible que le dejemos a alguien con el beso en el aire, y eso no es poes¨ªa. Por otra parte, son m¨ªticos los besos de algunas se?oras de pro cuya norma es no tocar jam¨¢s con los labios las mejillas del contrario. Eso es cari?o, y lo dem¨¢s tonter¨ªas. El beso se reduce a un roce de las mejillas. Un beso hueco que se pierde a nuestras espaldas. S¨ª, a veces el beso es hip¨®crita. Pero, ?acaso es franc¨¦s por antonomasia? Yo siempre cre¨ª que los rusos se besaban en las mejillas, e incluso en los labios, como saludo. Y algunos italianos, y algunos ¨¢rabes, por lo que s¨¦, tambi¨¦n lo hacen. No, el beso de saludo no tiene ninguna nacionalidad. Ni siquiera tiene la culpa. Yo recuerdo mi primer beso amoroso. Se me qued¨® grabado a fuego en la memoria. Se lo di a una preciosa castre?a de formas voluptuosas que sol¨ªa ba?arse en el muelle. Recuerdo que pens¨¦ aquello de ahora o nunca y le di un beso en los labios. Despu¨¦s ambos enrojecimos, a ella le entr¨® la risa, y yo, que no me hab¨ªa bajado de la bicicleta para tener algo a lo que agarrarme, desaparec¨ª veloz como el viento, pedaleando hacia alguna parte. Luego vinieron otras mujeres y otros besos. Besar era una curiosidad. Balzac dijo que el amor es la poes¨ªa de los sentidos. Y por el beso, por un simple beso, se sabe a veces cuando se ha acabado la poes¨ªa. Recuerdo tambi¨¦n que a principios de los ochenta, en el Casco Viejo de Bilbao, entre los j¨®venes se puso de moda besarse en los labios como saludo. Incluso entre los hombres. A¨²n hoy se hace. No me averg¨¹enza decir que aquello era como una declaraci¨®n de principios, y puedo asegurar que no sufr¨ª ninguna infecci¨®n, ni pas¨¦ m¨¢s catarros o gripes de lo normal. El beso en los labios con los amigos formaba parte de lo pol¨ªtica y socialmente incorrecto, de lo revolucionario, de la vanguardia. Un beso era un beso, pero tambi¨¦n mucho m¨¢s. Me sorprende la actitud de los ingleses hacia el beso como saludo. En la ¨¦poca en que vivimos, todo es tan higi¨¦nico que dentro de poco nos besaremos con una bolsa de pl¨¢stico transparente colocada en la cabeza. Como propuesta, reivindico el beso esquimal -o inuit-, que consiste en rozarse las naricitas mutuamente. Aunque la verdad, no s¨¦ lo que es peor. Siempre nos quedar¨¢ alzar la cabeza en direcci¨®n a nuestra amiga o amigo, que no hemos visto en meses, machacarle la espalda con viriles palmetazos, y mugir: "A¨²pa".
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