Firmas
Un lector se me acerc¨® muy enfadado en la Feria del Libro porque hab¨ªa descubierto en casa de un amigo suyo un libro m¨ªo con una dedicatoria id¨¦ntica a la que le hab¨ªa puesto a ¨¦l: "A Fulano, con mis mejores deseos de futuro". Le expliqu¨¦ que s¨®lo dispongo de dos dedicatorias, ¨¦sa y esta otra: "A Mengano, con un fuerte abrazo". Soy t¨ªmido y me paralizo cuando me observan, incluso cuando no me observan. Y si me presionan para que escriba algo original, s¨®lo se me ocurren obscenidades, o recetas m¨¦dicas, en las que detallo cu¨¢ntas p¨¢ginas debe comerse cada noche el lector. Algunos vuelven al a?o siguiente para cerciorarse de que hab¨ªa que ingerirlas en lugar de leerlas, pero a esas alturas est¨¢n tan graves ya que no se salvan ni con un Faulkner inyectado en vena. Una vez, en M¨¦xico, se acerc¨® a la caseta una chica muy turbadora, con pr¨®tesis dental. "Maestro, ?le importar¨ªa plasmarme un aliciente?", dijo y se me cort¨® el aliento, como pueden ustedes imaginar, as¨ª que ped¨ª permiso al librero para ir al servicio y abandon¨¦ el puesto, asegurando que volv¨ªa enseguida. Entonces fui a la caseta donde firmaba una autora mexicana a la que admiro mucho, compr¨¦ su libro y le ped¨ª que me plasmara un aliciente para ver en qu¨¦ diablos pod¨ªa consistir aquello. Ella puso sin ning¨²n pudor: "Para Juan Jos¨¦, con mis mejores deseos de futuro". Abandon¨¦ el libro en una papelera y volv¨ª desolado a mi puesto. "?No te importa que en vez de un aliciente te plasme una receta m¨¦dica?", pregunt¨¦ a la chica. "Preferir¨ªa un aliciente", insisti¨® ella. "A Rosita", escrib¨ª resignado, "con mis mejores deseos de futuro", y tuve en ese mismo instante la certidumbre de que me acababa de condenar, por miserable. Desde entonces, cada dedicatoria es un fracaso, una ca¨ªda, una premonici¨®n. Ustedes disculpen.
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