Todo Bolibar dedicado al Libertador El museo de Sim¨®n Bol¨ªvar contin¨²a por las calles y edificios de este pueblo
El Museo de Sim¨®n Bol¨ªvar es, en apariencia, uno m¨¢s de esos edificios repletos de obras y recuerdos del homenajeado. Pero en esta ocasi¨®n el espacio trasciende el caser¨ªo Errementarikua (vinculado a los antepasados del Libertador), sede del propio museo, para abarcar todo el pueblo de Bolibar, desde las escuelas hasta la plaza del Ayuntamiento, el front¨®n o las propias casas del pueblo. Y eso que Bol¨ªvar no naci¨® en esta peque?a localidad, entre Markina y el monasterio -antes colegiata- de Zenarruza. Ni siquiera sus padres o sus abuelos. Hay que remontarse seis generaciones atr¨¢s para llegar a Sim¨®n de Bol¨ªvar, El Viejo, quien se tuvo que marchar a Am¨¦rica a mediados del siglo XVI obligado por las normas del mayorazgo que dejaban la herencia en manos del primog¨¦nito. En aquel entonces, Am¨¦rica era el territorio ideal para aquellos hijos segundos que no quer¨ªan ser curas. El primer Bol¨ªvar recal¨® en Santo Domingo, pero sus descendientes se trasladaron al continente, a aquella ciudad que comenzaba a fraguarse como centro de la costa norte de Am¨¦rica del Sur. All¨ª, en Caracas, dos siglos despu¨¦s, en 1783, en el seno de una pudiente familia de criollos, naci¨® Sim¨®n Bol¨ªvar, quien estaba llamado a iniciar la ruptura de Am¨¦rica con la metr¨®poli espa?ola. Doscientos a?os despu¨¦s, un 24 de julio, se abr¨ªan las puertas del museo dedicado al fundador de las naciones de Panam¨¢, Bolivia, Colombia, Ecuador, Per¨² y Venezuela. Sobre todo, esta ¨²ltima con la que siempre se ha asociado al Libertador. El museo y el pueblo dan buena prueba de ello. En su puerta, un busto de Bol¨ªvar donado por el Gobierno de Venezuela cuando era presidente Carlos Andr¨¦s P¨¦rez. Y al otro lado del r¨ªo, y de la carretera, las escuelas y el front¨®n que en los a?os cincuenta se levantaron con el patrocinio del Ejecutivo venezolano, que tambi¨¦n particip¨® en la capilla dedicada a la Virgen de Coromoto, patrona de Venezuela. Ya en el edificio del museo, nada m¨¢s entrar en este restaurado Errementarikua, el visitante se encuentra con una selecci¨®n de cuadros dedicados a la figura del prohombre venezolano por antonomasia. Y es que ¨¦sta es la impresi¨®n que queda cuando en la segunda planta se recorre la historia de una odisea que dur¨® veinte a?os, desde que en 1810 el Cabildo de Caracas no reconoce al representante espa?ol hasta que el 17 de diciembre de 1830 fallece en su cama Sim¨®n Bol¨ªvar. Ah¨ª, en lo m¨¢s alto del caser¨ªo, el interesado puede recorrer la vida de un hombre, criollo e ilustrado, de su tiempo. Hu¨¦rfano de padre y madre desde muy joven, educado por unos tutores que le introdujeron en las inquitudes de la ¨¦poca, viaja con 26 a?os a Europa, donde conoce al cient¨ªfico Von Humboldt. Y ser¨¢ este, por otra parte, buen conocedor de la historia de los vascos quien le aliente en la necesidad de independizar los territorios americanos. La segunda planta contin¨²a el recorrido por las distintas campa?as que emprendi¨® Bol¨ªvar nada m¨¢s llegar a Venezuela hasta conseguir no s¨®lo la independencia de esos seis territorios, sino tambi¨¦n la de los esclavos, como buen ilustrado que era este descendiente de vizca¨ªnos. S¨®lo le falt¨® a Sim¨®n Bol¨ªvar visitar el solar de sus antepasados. En el tiempo en que estuvo en Espa?a, pas¨® un a?o en Bilbao, desde donde viaj¨® hasta Francia. Por lo que, aunque no hay datos que lo avalen, no ser¨ªa de extra?ar que el Libertador pasara por Bolibar e hiciera una parada nost¨¢lgica frente al caser¨ªo Errementarikua y viera, como buen visionario que era, el museo dedicado a su figura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.