Justicia p¨®stuma para los Rom¨¢nov
La comisi¨®n para la rehabilitaci¨®n de v¨ªctimas de la represi¨®n comunista absuelve a cuatro familiares de Nicol¨¢s II
El pasado 17 de julio, el presidente Bor¨ªs Yeltsin proclamaba ante la tumba del ¨²ltimo zar y su familia, ejecutados 80 a?os antes por los bolcheviques en Yekaterimburgo, que toda Rusia era culpable de su muerte, incluido ¨¦l mismo. Pero no todos los miembros de la familia reinante que se enfrentaron en esos turbulentos tiempos revolucionarios al mismo destino fatal que Nicol¨¢sII y los suyos han recibido un entierro tan honorable como el de los huesos de ¨¦stos en la catedral de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo. Pese a todo, se va haciendo justicia, aunque sea p¨®stuma: un gran duque y tres pr¨ªncipes Rom¨¢nov acaban de ser rehabilitados. La decisi¨®n ya est¨¢ tomada, aunque no se anunciar¨¢ hasta la semana pr¨®xima. En plena furia revolucionaria, los bolcheviques se deshicieron entre 1917 y 1919 de ocho de los 16 grandes duques, cinco de las 17 grandes duquesas y cuatro pr¨ªncipes de sangre real. Los restos de la mayor¨ªa de ellos no han sido localizados, como los del gran duque P¨¢vel Alexandr¨®vich, hijo del zar Alejandro II (emancipador de los siervos y muerto en un atentado terrorista en 1881) y t¨ªo de Nicol¨¢s II, y los de los pr¨ªncipes Georgui Mij¨¢ilovich, Dmitri Constant¨ªnovich y Nikol¨¢i Mij¨¢ilovich.
Los cuatro fueron ejecutados en el patio de la fortaleza de Pedro y Pablo, a escasos metros de donde hoy yacen los huesos, identificados tras una laboriosa y pol¨¦mica investigaci¨®n, de Nicol¨¢s II, la emperatriz Alejandra, las hijas de ambos (las grandes duquesas Olga, Tatiana y Anastasia), un m¨¦dico, un cocinero, un ayuda de c¨¢mara y una doncella. Siguen sin localizar los restos del zar¨¦vich Alex¨¦i y de la gran duquesa Mar¨ªa.
En ese patio, la "justicia revolucionaria" se cobr¨® la vida de centenares, tal vez miles, de personas, sepultadas luego en fosas comunes. Fueron tantas que resulta materialmente imposible la labor de identificaci¨®n. Estos cuatro Rom¨¢nov fueron ejecutados en enero de 1919 por el ¨²nico "delito" de ser quienes eran, y porque su sangre azul, que result¨® tan roja como la de la bandera de sus enemigos, les convert¨ªa en "enemigos del pueblo".
Uno de los pr¨ªncipes, Nikol¨¢i Mij¨¢ilovich, era un conocido historiador de talante liberal, y el escritor M¨¢ximo Gorki intercedi¨® por su vida ante Lenin. El fundador del Estado sovi¨¦tico neg¨® el perd¨®n con estas palabras: "La revoluci¨®n no necesita historiadores".
Ahora, sin embargo, los cuatro son objeto de un acto de justicia que, aunque con 80 a?os de retraso, o tal vez por eso, se convierte en s¨ªmbolo de c¨®mo Rusia intenta cerrar las heridas de su historia reciente, aun a costa de abrir otras nuevas. La comisi¨®n especial para la rehabilitaci¨®n de las v¨ªctimas de la represi¨®n comunista, dependiente de la fiscal¨ªa general, les ha absuelto de la sentencia dictada por la Cheka (la polic¨ªa pol¨ªtica bolchevique antecedente del KGB). Vlad¨ªmir Soloviov, fiscal que se ocupa del caso, ha declarado a EL PA?S que la decisi¨®n est¨¢ tomada y que se anunciar¨¢ dentro de unos d¨ªas.
Para que se decida una rehabilitaci¨®n han de darse dos condiciones: que lo solicite la familia y que la muerte fuese resultado de una decisi¨®n oficial. En este caso, la petici¨®n fue presentada por la gran duquesa Leonida Gue¨®rguievna, una octogenaria que vive en Par¨ªs, y cuyo nieto Gueorgui, de 18 a?os y residente en Madrid, es el principal aspirante a la sucesi¨®n, aunque, eso s¨ª, en disputa con otras ramas de la familia Rom¨¢nov. Su m¨¢s se?alado rival, el gran duque Nicol¨¢s Rom¨¢novich Rom¨¢nov, de 76 a?os, tataranieto de Nicol¨¢s II, que naci¨® en Francia y vive en Suiza, es un pragm¨¢tico que ni siquiera es partidario de la restauraci¨®n mon¨¢rquica.
Seg¨²n Soloviov, est¨¢ muy avanzado tambi¨¦n el estudio del caso del gran duque Miguel, hermano de Nicol¨¢s II, ejecutado de tres balazos en la noche del 13 de julio de 1918 (cuatro d¨ªas antes que el zar), junto a su secretario ingl¨¦s, Brian Johnson, en un bosque cercano a la ciudad siberiana de Perm.
Es muy improbable, sin embargo, que sea rehabilitado el propio Nicol¨¢s II, y mucho menos los miembros de su familia que murieron con ¨¦l. S¨®lo pueden serlo las v¨ªctimas de resoluciones expresas de ¨®rganos de poder, y aunque hay s¨®lidos indicios de que el propio Lenin tom¨® la decisi¨®n final que se tradujo en la matanza de la casa del comerciante Ipatiev, no ha podido demostrarse de forma fehaciente. Y si no hubo condena, no puede haber rehabilitaci¨®n, al menos jur¨ªdica. La otra, la de la historia, se plasm¨® el a?o pasado en San Petersburgo, con escaso entusiasmo popular, pero con Yeltsin de notario.
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