Musa en tinieblas de un cante luminoso
Hab¨ªa nacido en La Puebla de Cazalla (Sevilla), en 1909. Noventa a?os de existencia, 70 o m¨¢s de tr¨¢nsito por el cante jondo, el arte al que dedic¨® su vida. Era, sin duda, la decana de los cantaores; al menos, la decana de quienes mantuvieron su actividad en el cante hasta la muerte. El pasado fin de semana, al parecer, un derrame cerebral interrumpi¨® su cante. La Puebla de Cazalla es tierra de moriscos y de buenos cantaores. All¨ª nacieron Joselero de Mor¨®n y Miguel Vargas, de all¨ª son Jos¨¦ Menese y Diego Clavel. Desde que empez¨® a cantar profesionalmente, Dolores Jim¨¦nez Alc¨¢ntara fue m¨¢s conocida por su nombre en el arte, La Ni?a de La Puebla. Tuvo un ascenso vertiginoso en los comienzos de su carrera, debido sobre todo a su creaci¨®n de Los Campanilleros, en una versi¨®n m¨¢s aliviada de la que hab¨ªa lanzado no mucho antes Manuel Torre.
La Ni?a de La Puebla no ten¨ªa la jondura ni el desgarro del gitano Manuel Torre, y quiz¨¢ por eso mismo sus Campanilleros llegaron con m¨¢s facilidad a gran n¨²mero de aficionados que entonces llenaban las plazas de toros y los teatros para ver aquellas troupes de variedades propias de la ¨¦poca, en un movimiento que recibi¨® el nombre de ¨®pera flamenca. Cante f¨¢cil, cante asequible a todo el mundo, donde el fandanguillo y la guajira eran los reyes indiscutibles.
Ciega desde muy peque?a, al parecer a consecuencia de un medicamento que se le aplic¨® equivocadamente en los ojos, La Ni?a se refugi¨® en el cante. Y parece parad¨®jico, pero es verdad que una mujer que vivi¨® en las tinieblas dio una luz especial a su cante, que irradiaba claridad. En aquella ¨¦poca singular, quien arrasaba en el flamenco era El Ni?o de Marchena, y ello fue determinante en la decisi¨®n de Dolores: "Como artista, yo me aficion¨¦ a este g¨¦nero por Marchena", me dijo hace unos a?os en una entrevista que le hice. "Porque yo estudiaba m¨²sica, y estaba en otro plan. Yo hab¨ªa cantado siempre entre mis amistades. Pero cuando sali¨® Marchena con esa voz tan bonita y esa melod¨ªa, y esas colombianas, como yo no entend¨ªa de flamenco, pues me volvi¨® loca. Y yo, como no pod¨ªa desarrollar la canci¨®n tampoco en el escenario, por la m¨ªmica y por pasear un traje de cola siendo ciega, un d¨ªa me comprometieron a un festival de un beneficio y cant¨¦ unos fandangos, y la gente ?ooooh...!, y entonces se me despert¨® la afici¨®n".
Despu¨¦s de haber triunfado y ser una estrella del espect¨¢culo, Dolores fue profundizando cada vez m¨¢s en el conocimiento del cante, y de los fandangos y las colombianas pas¨® a otros g¨¦neros de mayor envergadura -la grana¨ªna, la siguiriya, incluso las ton¨¢s-, que lleg¨® a hacer con mucha dignidad. Como digna era su figura ante el p¨²blico, siempre con unas gafas negras, con expresi¨®n grave, caminando del brazo de uno de sus hijos o del guitarrista que la iba a acompa?ar; necesitaba el respaldo de una silla en que apoyar las manos, se quedaba en pie, y as¨ª cantaba con una voz ins¨®litamente joven, aun cuando ella era ya octogenaria.
La conoc¨ª personalmente hace cerca de veinte a?os, y siempre me llam¨® la atenci¨®n su lucidez y la consideraci¨®n con que se pronunciaba respecto a los j¨®venes de este tiempo en que vivimos. Era una convencida de que hoy se canta mejor que se cantaba en su juventud, porque hoy la gente conoce mejor el flamenco y exige m¨¢s. Seg¨²n ella me dec¨ªa, la juventud se implica m¨¢s que antes en el cante, trata de conocerlo mejor, y por eso exige m¨¢s. "Antes, los cantaores sal¨ªamos con un fandanguito y ya estaba. Ahora, no, ahora tienes que dar otras cosas".
Se cas¨® con el cantaor Luquitas de Marchena, y tuvieron hijos que tambi¨¦n se dedicaron a la canci¨®n y al cante. Hoy, los dos, Dolores y Luquitas, tienen calles con sus nombres en Linares (Ja¨¦n), donde en 1991 se les rindi¨® un gran homenaje. Y ella, la inolvidable Ni?a de La Puebla, va a permanecer siempre en la memoria del cante y en el coraz¨®n de tantos aficionados que la veneran.
Babelia
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