Extremadura o la fidelidad socialista

El socialista Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra saca pecho. La mayor¨ªa absoluta obtenida le devuelve a un momento dulce, casi equiparable a principios de los a?os noventa. Cierto que hay diferencias, pero a su favor: entonces gobernaba Extremadura con el apoyo de un Gobierno central, tambi¨¦n socialista fuerte y de prestigio. Ahora, desde la soledad de la periferia, se enorgullece de haber derrotado, ¨¦l solo, a todo el aparato pol¨ªtico y gubernamental del Partido Popular. Y lanza una proclama a sus compa?eros. La clave extreme?a es argumento v¨¢lido para afrontar los pr¨®ximos comicios generales. Posiblemente fue el ¨²nico miembro del PSOE convencido de que pod¨ªa obtener la mayor¨ªa absoluta. Su final de campa?a fue sencillamente racial, visceral y euf¨®rico. Pas¨® del discurso cerebral al apasionamiento, y obtuvo frutos. La mayor¨ªa absoluta lograda por el PSOE desnuda las debilidades del PP, su carencia de aut¨¦nticos l¨ªderes. En 16 a?os de Gobierno Rodr¨ªguez Ibarra se ha pasado literalmente por la piedra a una galer¨ªa de notables conservadores. La ¨²ltima v¨ªctima es Juan Ignacio Barrero.

IU retorna a las cavernas. Hay que remontarse muchos a?os atr¨¢s para encontrar unos resultados equiparables al 13-J. Eran los primeros pasos del PCE. Ha perdido la mitad de los esca?os. El acto PSOE-PDNI ha hecho sangre. El electorado de izquierda extreme?o es fiel a su ideolog¨ªa. Nunca votar¨¢ a la derecha pero ha desconfiado ahora de un grupo descohesionado, envuelto en batallas internas. Sencillamente ha desplazado su apoyo y los tres esca?os ganados por el PSOE son los que ha perdido IU.