El peor ejemplo
Las autoridades portuguesas y francesas han reaccionado con una hostilidad extrema al anuncio de dos grandes operaciones financieras realizadas por el Banco Santander Central Hispano (BSCH) con entidades financieras de ambos pa¨ªses: el intercambio accionarial amistoso del 40% del grupo financiero luso Champalimaud por el 1,6% del BSCH y la entrada del banco espa?ol en la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale francesa. La reacci¨®n lusa ha sido tan aparatosa que han convocado, so pretexto de evitar "que la econom¨ªa portuguesa sea simplemente tragada por una econom¨ªa mayor", nada menos que a a la Comisi¨®n del Mercado de Valores, al Banco de Portugal, al Instituto de Seguros, a la Inspecci¨®n de Finanzas y a la Fiscal¨ªa General de la Rep¨²blica para que emitan un dictamen que ayudar¨¢ al ministro de Finanzas, Ant¨®nio Sousa, a decidir sobre la misma. Los reguladores portugueses tienen no s¨®lo el derecho, sino la obligaci¨®n, de verificar que la operaci¨®n cumple la legalidad. Tienen tambi¨¦n que exigir la m¨¢xima transparencia en los t¨¦rminos del acuerdo en beneficio de todos los accionistas. Pero de las declaraciones p¨²blicas del ministro de Finanzas luso; del secretario de Finanzas, Fernando Teixeira, y de la m¨¢s discreta del ministro franc¨¦s, Dominique Strauss-Kahn, no se desprende una preocupaci¨®n por la legalidad, por la competencia o por la transparencia, sino una cierta obsesi¨®n por acordonar sus mercados financieros nacionales con un proteccionismo en nombre de la dignidad del Estado. Teixeira se ha permitido el lujo de sugerir a Champalimaud cu¨¢les deber¨ªan ser las alianzas correctas -con Caixa Geral-, m¨¢s congruentes con el inter¨¦s nacional. Hay, pues, razones para sospechar que el Gobierno portugu¨¦s va a utilizar los medios legales y pol¨ªticos a su alcance no para beneficiar a los accionistas, sino para mantener cerrado su coto financiero.
Si esto fuera as¨ª, habr¨ªa que denunciar la actitud lusa -y francesa- como abiertamente contraria al libre mercado que fundamenta la uni¨®n monetaria europea. Que el Estado portugu¨¦s proteja "al sistema financiero nacional de las operaciones de compra por parte de grupos espa?oles", como pretende el grupo de presi¨®n de los grandes bancos lusos, vulnera groseramente la directiva bancaria europea, que permite la libertad de prestaci¨®n de servicios y de instalaci¨®n.
Dice Ant¨®nio Guterres que Portugal "no es una rep¨²blica bananera". Pero en este asunto se est¨¢ comportando como tal. Se excita un antiespa?olismo jur¨¢sico entre los ciudadanos y se defienden los modelos m¨¢s rancios de banca por "inter¨¦s nacional". Lo peor del caso es que ha revelado que el primer ministro de Portugal y su ministro de Finanzas no creen en el libre mercado financiero en el ¨¢rea del euro. Es m¨¢s nocivo el mal ejemplo pol¨ªtico y el retroceso en la creaci¨®n de una conciencia europea unida que los perjuicios que se puedan causar a los accionistas del BSCH y de Champalimaud.
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