La hora de la pol¨ªtica
El domingo se celebr¨® la segunda -y definitiva- vuelta de las elecciones auton¨®micas de octubre para configurar, en esta ocasi¨®n, el poder local y foral de la comunidad vasca (Navarra merece cap¨ªtulo aparte). Otra lectura resulta en este momento f¨²til. Las propias cifras lo confirman. Se repiten los resultados del pasado octubre provincia a provincia y capital por capital -salvo el efecto Od¨®n en San Sebasti¨¢n-, con matices que son precisamente los que ahora importan. Queda para m¨¢s adelante el debate municipal y provincial (important¨ªsimo) que se nos ha hurtado a base de acumular debates. Pero, si hemos perdido concreci¨®n por ese lado -aunque pronto, en cuanto se formen las coaliciones de gobierno el pr¨®ximo 3 de julio, lo recuperaremos-, hemos ganado en claridad respecto a lo que ocurre en este ente abstracto -y tan concreto- que hemos dado en llamar Pa¨ªs Vasco (antes Vascongadas y despu¨¦s CAPV, m¨¢s adelante Dios sabe qu¨¦). Pues bien, se cierra con estas elecciones la coyuntura de interinidad abierta tras la tregua, el acuerdo de Lizarra y el ensayo de una pol¨ªtica de bloques (pol¨ªtica frentista sobre colectivos culturalmente diferenciados) y se abre decididamente un tiempo nuevo de insospechadas potencialidades y en el que lo adjetivo ir¨¢ dando paso r¨¢pidamente a lo sustantivo. Silenciadas las armas -parece que definitivamente- ha llegado, ya s¨ª, la hora de hacer pol¨ªtica. Ya no basta con vender humo y escenificar situaciones m¨¢s o menos interesantes; es tiempo de ir tejiendo los pactos concretos que hagan posible la gobernaci¨®n del pa¨ªs (cuesti¨®n sobre la que bascula la pol¨ªtica de poder en cualquier sistema democr¨¢tico), y que, a m¨¢s largo plazo, permitan cohesionar una sociedad que ha sido peligrosamente polarizada en el tiempo que se cierra. Para todo ello existe, creo, una excelente situaci¨®n. Cierto que el momento es tremendamente vol¨¢til, pero tambi¨¦n fluido. Interesa aprovechar precisamente esa fluidez para que desaparezcan los elementos de fragilidad. Dicho esto, creo que hay una serie de elementos que deben ser seguidos de cerca en los pr¨®ximos d¨ªas. 1. En primer lugar, creo de sumo inter¨¦s la situaci¨®n en la que ha quedado EH. El clima de triunfo electoral que soporta su nueva pol¨ªtica le va a permitir desprenderse de sus viejos fantasmas e ir articulando una opci¨®n pol¨ªtica e ideol¨®gica de izquierda independentista. Depender¨¢ de la habilidad con que tratemos la situaci¨®n. Pero, sobre todo, depender¨¢ de la inteligencia de su actual direcci¨®n, que adjetiva fuerte con eso de Gora Euskadi Ta Askatasuna gritado en el Labrit de Pamplona, pero se proclama socialista de izquierda, ajena a la violencia y respetuosa con el juego de mayor¨ªas, cuesti¨®n decisiva que debe ir sustantivando en los pr¨®ximos d¨ªas. 2. Se abre el mel¨®n de la gobernaci¨®n del pa¨ªs, y eso incluye al Gobierno vasco. ?sta no es, despu¨¦s de todo, sino la segunda vuelta de las auton¨®micas. Las peque?as variaciones producidas (especialmente el debilitamiento de la coalici¨®n PNV-EA y su p¨¦rdida institucional en Alava) dan un grado de maniobra mucho menor al lehendakari Ibarretxe a la hora de fijar sus alianzas de gobierno. Esto es cierto y deber¨¢ de ponerse sobre la mesa de negociaci¨®n tal como lo reclama el socialista Egiguren. Pero ser¨ªa un error centrar la cuesti¨®n en ese extremo sin comprender que el sistema de gobierno vasco incluye a las diputaciones como garante foral y de equilibrio territorial. 3. Resulta sumamente interesante la oferta que EH ha hecho al PSE-EE para abrir negociaciones cara al establecimiento de pactos de gobernaci¨®n local. No s¨®lo -y no es poco- porque denota una apuesta estrat¨¦gica importante por parte de EH (que el PSE no debiera echar en saco roto), sino porque ello implica -rompiendo el cors¨¦ de Lizarra- inaugurar unas negociaciones abiertas y pactos cruzados entre todos, lo que resulta especialmente aconsejable en estos instantes. 4. Ha quedado en evidencia lo que ya era evidente para muchos: que la divisi¨®n en bloques impide el crecimiento de los partidos (pues se dirigen a un electorado limitado) y, sobre todo, tensiona peligrosamente a la sociedad situ¨¢ndola, de insistir en ello, al borde de la fractura. Deben abandonarse definitivamente discursos partidarios sobre "lo vasco" y volver a aquello de "vasco es quien vive y trabaja en el Pa¨ªs Vasco" de la transici¨®n, que tan buenos resultados dio por cierto al PNV. 5. Ser¨ªa especialmente aconsejable en estos momentos una coalici¨®n pensada en clave de integraci¨®n para una sociedad que, contra lo que se dice, est¨¢ culturalmente diferenciada y en la que han asomado ¨²ltimamente peligrosas corrientes disgregadoras. A nadie se le escapa que hoy una alianza de ese orden tendr¨ªa como eje un entendimiento PNV-EA/PSE. Claro que ello tendr¨ªa su efecto en el reparto de los gobiernos locales, especialmente en Alava, sobre la que el PP ha hecho una apuesta estrat¨¦gica. Si ¨¦stas y otras tareas del mismo rango las hicieran bien nuestros pol¨ªticos, demostrar¨ªan una talla insospechada en ellos hasta el momento. Confiemos en que as¨ª sea.
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