Mr. Pesc, ?nos rendimos?
El ingl¨¦s, como una mala sombra que planea obstinada y oscurece y confunde el idioma del peri¨®dico. ?Nos hemos rendido ya al cerco permanente que sostiene? A veces parece que s¨ª. Un ejemplo muy simple: Javier Solana, secretario general de la OTAN, ha sido designado alto representante para la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad Com¨²n (PESC) de la Uni¨®n Europea. Andr¨¦s Ortega escribi¨® un comentario, el pasado lunes, titulado a tres columnas: Estimado se?or Pesc. Una gozosa excepci¨®n, porque nos hemos hinchado a escribir sobre mister Pesc. Con todas las letras, o bien Mr., su abreviatura en ingl¨¦s.
Con toda seguridad, no hay intenci¨®n de menoscabar la lengua propia, pero -y ah¨ª est¨¢ el problema- ?qu¨¦ extra?o mecanismo nos lleva a preferir de forma casi natural el mister al se?or? ?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo para que algo tan simple como escribir se?or se trueque por mister?
El viernes, ?ngel Valladares, un lector que escrudi?a el peri¨®dico con ejemplar atenci¨®n, llam¨® al Defensor para denunciar la invasi¨®n de t¨¦rminos extranjeros, especialmente ingleses, que poblaban el peri¨®dico de ese d¨ªa.
En la p¨¢gina 25, al hablar de IU, se escribi¨® mailing, en vez de buzoneo o correspondencia electoral. En la 32 del cuadernillo de Madrid, performances, en lugar de actuaciones, si es que era eso lo que se quer¨ªa decir.
En ese mismo texto, sobre un bar de copas reabierto, se le¨ªa que "ha sido afterhours", para indicar que cerraba fuera de hora, o a deshora, o a altas horas de la madrugada.
En la p¨¢gina 10 del mismo suplemento se aseguraba que un grupo musical tiene rasgos de "hardcore". La b¨²squeda del Defensor entre un amplio n¨²mero de personas del peri¨®dico result¨® infructuosa. Nadie acertaba a saber qu¨¦ pod¨ªa significar aquello, hasta que una redactora aclar¨® que se refiere a una m¨²sica en la que la guitarra suena con mucha fuerza.
En la p¨¢gina 47, en una extensa cr¨®nica sobre el festival barcelon¨¦s de m¨²sica y arte denominado S¨®nar, se vuelve a escribir performance, pero, adem¨¢s, se asegura que una chica "se apretuj¨® en su top transparente". Claro que a ver qui¨¦n es el guapo que escribe camiseta corta, o minicamiseta, o camiseta ense?aombligo, o vaya a usted a saber c¨®mo llamar a una prenda que desde que ha empezado a usarse viene acu?ada por su nombre en ingl¨¦s.
Tambi¨¦n se dice all¨ª mismo que el S¨®nar ha suprimido el chill-out. El Defensor, que hizo el viernes una extensa prospecci¨®n entre las tribus m¨¢s j¨®venes que pueblan el peri¨®dico, se encontr¨® con respuestas distintas. Para unos, se trata de una carpa donde se escucha m¨²sica y se baila; para otros, un recinto donde suena m¨²sica m¨¢s suave que la del espect¨¢culo correspondiente.
Tambi¨¦n en esa cr¨®nica, alguien "pinchaba su avant-tecno", que, seg¨²n me dicen, quiere denominar a los artilugios instrumentales electr¨®nicos m¨¢s avanzados.
Se a?ade en otro momento que alguien "pinch¨® rockabilly", que por lo visto es una especie de rock cl¨¢sico, aunque s¨®lo una de las personas consultadas fue capaz de definirlo.
Y, para guinda, este par¨¢grafo: "... Una oferta tentadora de estilos: break, beat, french vibe, reflex, tech house, holistic". As¨ª que, si no quieres caldo... El Defensor da por cierto que la mayor¨ªa de esos t¨¦rminos son intraducibles, as¨ª que la duda sobre si hay que rendirse ante la avalancha no es s¨®lo ret¨®rica.
Pero hay m¨¢s. En la p¨¢gina48, siempre del mismo ejemplar del viernes, para hablar de una exposici¨®n de pintura en Amsterdam, se repite por dos veces la expresi¨®n trompe l"oeil, com¨²n en la jerga especializada de la cr¨ªtica de arte, pero que s¨®lo indirectamente se explica que los seguidores de este estilo tratan de "confundir el ojo del espectador" mezclando "representaci¨®n y realidad".
En la p¨¢gina 55 se hablaba de remake, con lo f¨¢cil que es decir versi¨®n, remedo, tal y como se?ala el Libro de estilo.
Para colmo, en la p¨¢gina 85, y al hablar de un nuevo concurso de Antena3, se dijo que consistir¨¢ en una "bater¨ªa de preguntas r¨¢pidas, o quiz show", por si alguien no ha entendido algo tan claro como r¨¢pido, pregunta o bater¨ªa. Rizando el rizo, se escribe en ingl¨¦s con exceso y, por si fuera poco, se traduce a ese idioma el espa?ol m¨¢s transparente.
Boda con sentencia
La intimidad y, por extensi¨®n, la fama, el buen nombre, la propia estima: ese santuario jur¨ªdico que el periodismo asalta en demasiadas ocasiones. Y tan distintas que hacen del oficio del periodista y del intento de aplicarle normas de conducta el reino infinito de la casu¨ªstica. Hasta llegar a los l¨ªmites de lo impredecible, de lo inimaginable, no como atenuante, sino como excusa absolutoria plena. En las p¨¢ginas de la secci¨®n de Sociedad se public¨® una noticia titulada Difundir noticias veraces puede ser delito si afecta a la intimidad. Estaba firmada por la agencia Servimedia, y daba cuenta de una sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a dos peri¨®dicos y una cadena de radio por difundir una informaci¨®n seg¨²n la cual, en diciembre de 1993, durante un banquete de boda, la novia fue sorprendida en alguna dependencia del restaurante "haciendo el acto sexual con una persona distinta" de su recient¨ªsimo esposo.
Estas noticias, prosegu¨ªa la informaci¨®n publicada el mes pasado, "provocaron un esc¨¢ndalo en Almer¨ªa, adem¨¢s de la ruptura familiar".
El Supremo consider¨®, seg¨²n la informaci¨®n recogida por el peri¨®dico, que "difundir noticias que, aunque sean verdad, afecten al honor y a la intimidad de las personas es delito si la informaci¨®n no tiene un inter¨¦s p¨²blico".
La protagonista de esta singular historia se quej¨® de que al publicarse as¨ª la sentencia se lesionaba su fama.
El Defensor, tras un rastreo concienzudo del servicio de Documentaci¨®n, comprob¨® que, afortunadamente, el peri¨®dico no dio la noticia en su d¨ªa y que al dar cuenta del fallo del Supremo se omit¨ªa el nombre de la persona agraviada, que ahora se suprime de forma intencionada, y que muy recientemente ha rehecho su vida sentimental con un segundo matrimonio.
Pero su razonamiento es digno de tener en cuenta y puede resumirse as¨ª: en Almer¨ªa, los hechos tuvieron tal difusi¨®n que sus protagonistas son ampliamente conocidos. El titular, Difundir noticias veraces puede ser delito, y la primera frase de la noticia, "difundir noticias que aunque sean verdad afecten al honor", est¨¢n dando por hecho que el suceso inicial fue cierto, pero no est¨¢ probado.
La propia interesada hizo llegar al Defensor la sentencia del Juzgado de Primera Instancia n¨²mero 8 de Almer¨ªa en la que, adem¨¢s de estimar la demanda de esta mujer, se afirmaba que, "por lo que se refiere a la veracidad, la noticia no ha quedado probada, pues la prueba practicada, en concreto la testifical (...), lo desmiente".
Estamos ante otra situaci¨®n casi imposible de evitar: se incluy¨® la noticia del Supremo justamente para destacar que no puede haber intromisiones gratuitas en la intimidad de las personas y sin imaginar que pudiera da?ar a nadie, cuando ni siquiera se publicaban nombres.
Exigir a un peri¨®dico que cada asunto de este tipo que publica, cuando inicialmente ni siquiera se recogi¨®, deba contrastarse con toda la peripecia procesal es algo totalmente alejado de la realidad profesional m¨¢s exigente.
Pero queda hecha la aclaraci¨®n para quienes pudieran conocer la noticia en el entorno social de la afectada. Los hechos desencadenantes del terremoto que, sin duda, ha removido seriamente su vida no est¨¢ probado que fuesen ciertos, e incluso los testigos que acudieron a la causa los desmintieron. Todo por publicar el resumen de una sentencia tan favorable para ella, pero que pudo reavivar dudas sobre su conducta.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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