Ense?ar a pensar
Una medalla al M¨¦rito en la Educaci¨®n es siempre motivo de orgullo. Me alegro por todos nosotros, por todos a los que la Junta de Andaluc¨ªa premi¨® el martes pasado en el Monasterio de La Cartuja, y entre ellos por Mariano Pe?alver, amigo de muchos a?os aunque no tanto como los que lleva dedicados a la docencia. ?C¨®mo se atreve uno a ense?ar tanto tiempo?, se pregunt¨® en su discurso. Pues porque s¨®lo se aprende lo que se ense?a, continu¨®, ense?ando se aprende mejor lo que se cre¨ªa saber. Catedr¨¢tico de Filosof¨ªa por la Universidad de C¨¢diz, Pe?alver lleva a cabo la educaci¨®n m¨¢s seria, necesaria y profunda: ense?a a pensar. Y ejerce la docencia en cualquier momento y lugar, aun sin propon¨¦rselo, pensando en voz alta y ordenadamente, de saber en saber y de emoci¨®n en emoci¨®n, aprovechando cualquier sugerencia que incluye en su esquema discursivo para enriquecer y dar sentido a la realidad. Quiz¨¢ por eso de ser fil¨®sofo piensa much¨ªsimo, y su pensar no cansa porque es discreto en el decir y en el tono de su voz, porque su discurso es concreto, cercano, inteligente y con sentido del humor. Seg¨²n Zubiri, en la ense?anza, antes que demostrar verdades, se debe ense?ar a mirar con los sentidos y a contemplar con la inteligencia nuestro alrededor, a los objetos, a lo f¨¢cil y cercano, o, mejor dicho, lo que parece f¨¢cil, porque ello implica separarse y conservar una distancia; esa distancia cuyo premio, seg¨²n Mariano, es el humor, y tambi¨¦n el pensar y su discurso, y el poner en cuesti¨®n. Alejarse (que no aislarse) de lo evidente para preguntarse su ser y su sentido, lo que Pe?alver llama "el exilio del fil¨®sofo". Ense?ar a distanciarse de las cosas y a pensar por s¨ª mismo es una fuente de saberes, de recursos personales y sociales, y no deja de ser revolucionario: en primer lugar, por el tiempo necesario; tiempo, adem¨¢s, calmo. Despu¨¦s, porque quien piensa, piensa en los dem¨¢s, se pone en el lugar del otro y, generalmente, dialoga. Y, por ¨²ltimo, por ser el ant¨ªdoto contra esa costumbre que tenemos de que nos lo den todo guisado, masticado y digerido. Es la educaci¨®n de los sentidos y de la inteligencia, es tambi¨¦n la educaci¨®n de la voluntad.BEGO?A MEDINA
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